Astrid Pov

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Astrid se encontraba sumida en un sueño profundo, pero su mente estaba llena de dudas y temores

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Astrid se encontraba sumida en un sueño profundo, pero su mente estaba llena de dudas y temores. En su sueño, se veía a sí misma de pie en una habitación oscura y vacía, con un espejo delante de ella. Al mirarse en el espejo, sintió una sensación de desasosiego y confusión. Su reflejo parecía distorsionado, como si estuviera viendo a una persona que no era ella.

De repente, una voz en su cabeza comenzó a susurrarle que toda su vida era una mentira. Que nada de lo que creía saber no era real. La voz se hizo más fuerte y más insistente, y Astrid sintió que su mundo se estaba derrumbando.

El espejo delante de ella comenzó a temblar y a vibrar, y luego, de repente, se rompió en mil fragmentos. El sonido del vidrio quebrándose fue como un trueno en la mente de Astrid, y ella se despertó sobresaltada, con el corazón latiendo a toda velocidad.

Afortunadamente, encontró algo que le hizo recordar que su historia de amor siempre existió...

Quiero jugar un poco con tu mente...

Astrid pov...

Me senté en el borde de la cama, con la mirada perdida en la oscuridad. La habitación estaba envuelta en un silencio sepulcral, solo interrumpido por el tic-tac monótono del reloj en la pared, que parecía marcar el ritmo de mi corazón. Suspiré profundamente, como si estuviera expulsando todo el peso de mis pensamientos y emociones, y el aire salió de mis pulmones en un lento y pesado suspiro.

La vida continúa... A pesar del dolor que me consume, a pesar de las heridas que aún sangran, la vida sigue adelante, implacable e indiferente. No se detiene por nadie, no se apiada de nadie, no se deja conmover por nuestras lágrimas ni nuestros gritos.

Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana. Miré hacia afuera, hacia el mundo que seguía girando sin importarle mi dolor.

Debemos aprender a dejar ir... dejar ir las cosas que ya no están, las personas que ya no están. Aceptar que el destino es cruel, que no siempre nos da lo que queremos, que a veces nos quita lo que más amamos sin siquiera darnos la oportunidad de despedirnos. Aceptar que la vida es efímera, que todo lo que tenemos puede desaparecer en un instante, y que debemos aprender a valorar cada momento, cada segundo, cada aliento que tomamos.

Me quedé en silencio por un momento, mi mirada perdida en el horizonte, mientras el viento susurraba secretos en mi oído. Luego, lentamente, me volví hacia la habitación, con una expresión de resignación y aceptación en mi rostro.

Es hora de dejar ir... Es hora de aceptar lo que ha pasado, de reconocer que no puedo cambiar el curso de los eventos, que no puedo revivir lo que ya se ha ido. Es hora de soltar el pasado, de dejar que las heridas sanen, de permitir que la tristeza se disipe. Es hora de seguir adelante, de encontrar un nuevo propósito, de descubrir un nuevo sentido en la vida. Es hora de renacer, de reinventarme, de encontrar una nueva forma de ser.

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