La canción al inicio del capítulo se llama "A thousand years", y es la canción que he asignado al amor entre Selena y Astrid... es la canción de la historia :)
Adriana y Lorena se sentían desgarradas al observar a su hija inmersa en una tristeza profunda, marcada por la angustiante situación de René. Ante ellas se planteaba una elección desgarradora: ser justas con el sufrimiento de René o ceder al instinto egoísta de retener a su hija a su lado. Ambas eran conscientes de lo difícil que era soltar a alguien tan amado, especialmente ante la inminencia de la muerte. Un torrente de dolor y angustia las consumía, mientras una batalla interna se desataba en sus corazones, luchando por encontrar la fortaleza necesaria para tomar la decisión que realmente consideraban correcta.
Lorena observaba a Astrid con una creciente preocupación, temiendo que su hija pudiera derrumbarse por completo. Había llorado sin descanso durante todo el día, y ahora, cuando la noche la envolvía en su manto de oscuridad, su llanto se tornaba incesante. Cada sollozo era como un cuchillo afilado que se incrustaba en el pecho de Lorena, haciéndola sentir que cada respiración era un desafío. La angustia y el dolor que emanaban de Astrid eran tan palpables que Lorena no podía evitar sentir un vacío en su interior; la impotencia se apoderaba de ella, dejándola paralizada, deseando con todas sus fuerzas poder aliviar el sufrimiento de su hija.
Desde la visita del doctor aquella mañana, las noticias sobre el estado de René no dejaban de ser desalentadoras. La situación era devastadora: las quemaduras y los fragmentos de vidrio incrustados en su piel le provocaban un dolor atroz. El pronóstico era aún más inquietante; era probable que tuviera que enfrentarse a la pérdida de alguna extremidad, y las posibilidades de retomar una vida normal se presentaban casi inexistentes. La gravedad de su condición se cernía sobre ellas como una pesada losa, hundiéndolas en un mar de angustia y desesperanza.
Por otro lado, los hombres de Astrid se veían igualmente sumidos en una profunda tristeza, como si René hubiera sido para ellos una figura materna. La desolación se reflejaba en sus ojos, llenos de lágrimas reprimidas, y su impotencia era casi tangible en el aire. La conexión emocional que compartían con René era innegable, y el dolor que experimentaban resonaba con la misma intensidad que el de Astrid. En ese instante, todos parecían ser parte de una misma herida.
Dante había infligido un golpe devastador a Astrid, pero eso era solo el inicio de su oscuro plan. Con una estrategia meticulosamente ideada, se proponía desmantelar todo lo que ella valoraba, empezando por sus seres más queridos: sus madres, Mariana y Selena. La sed de venganza de Dante era insaciable, y su ambición lo llevaba a un solo destino: aniquilar todo lo que le daba significado a la vida de Astrid. Sin tregua ni remordimientos, se preparaba para desatar un caos que dejaría una huella imborrable en su corazón.
Astrid se aferraba la esperanza de que la situación de René pudiera dar un giro favorable. Con el corazón en un puño, mantenía la mirada fija en el pasillo, ansiosa por cualquier noticia alentadora que pudiera romper el silencio inquietante que la rodeaba. A su lado, Adriana trataba de comunicarle a su madre lo sucedido, eligiendo cuidadosamente sus palabras para no alarmarla en exceso. Sin embargo, la madre ya estaba al tanto de la tragedia; la noticia había resonado en los medios de comunicación y se había esparcido como un reguero de pólvora, dejando a la comunidad sumida en un profundo impacto.