El amor es la única realidad verdadera... Friedrich Nietzsche
Sé que todo esto puede ser confuso, pero permíteme aclararlo para que puedas entender la verdad detrás de la historia. Desde el momento en que Selena terminó en el hospital, hasta la emotiva escena en la que Astrid la pintó como Jack a Rose, todo ha sido real. Lo que quizás no sabes es que Selena ha estado recordando y contando nuestra historia mientras Astrid la pintaba, reviviendo cada momento, cada emoción y cada beso.
Pero había algo más, algo que había sido creado para engañarlos, para hacerles creer que nunca se habían encontrado y que habían vivido una vida de soledad.
Me refiero a los sueños, esos sueños que parecían tan reales, pero que en realidad eran solo una ilusión, un truco para hacerles creer que ellas nunca se encontraron.
Disfruté de su confusión...
Pero la verdad es que la historia ya había terminado antes de que Astrid pintara a Selena. La escena de la pintura no fue el final, sino solo un recordatorio de lo que habían vivido.
Y ahora, permíteme llevarlos al verdadero final de esta historia.
¿Recuerdan la icónica escena del Titanic, cuando Jack y Rose se pararon en la proa del barco, con los brazos extendidos y el viento en sus cabellos?
Pues el final de esta historia fue similar...
Al estar en ese barco, Selena no pudo dejar de pensar en la película del Titanic... incluso la música sonaba en su mente.
-Astrid, ¿recuerdas la escena icónica de Titanic? -preguntó, su voz llena de anhelo.
Astrid sonrió, sabiendo exactamente a qué ss refería Selena.
-Sí, la recuerdo -respondió, su voz llena de ternura.
-Quiero hacerlo -dijo Selena extendiendo su mano hacia ella, su voz llena de emoción-. Quiero sentirme como si estuviéramos en el Titanic.
Estaban en la cubierta del barco, el viento soplaba suavemente a través de sus cabellos, y la el atardecer se posaba sobre ellas como un faro en la oscuridad. Astrid había levantado a Selena en brazos, y Selena se sentía como la reina del mundo, con su amor a su lado y el universo a sus pies.
Era como si estuvieran flotando en un mar de amor, sin preocupaciones ni miedos. Solo estaban ellas dos, y el infinito.
Astrid le dio la vuelta y le sonrió, y Selena le devolvió la sonrisa. Sus labios se acercaron a los de Selena, y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Sus labios se encontraron en un beso apasionado, como si el mundo se estuviera derrumbando a su alrededor y solo ellas dos fueran capaces de sostenerlo.
La luna llena empezó a brillar sobre ellas, iluminando su amor y su felicidad. El mar se extendía a su alrededor, infinito y misterioso, pero en ese momento, nada importaba excepto ellas dos. Estaban en su propio mundo, un mundo de amor y pasión, donde nada podía tocarlas.
Nada podría separarlas. Su amor era la roca que las sostenía, la fuerza que los impulsaba hacia adelante. Y parecía que su barco navegaría por siempre, llevando su amor a través de los siglos.
En ese momento, todo parecía perfecto. El destino había tejido un tapiz de amor y felicidad alrededor de ellas, desde el día en que se encontraron en ese orfanato. La vida les había demostrado que su amor era la roca que las sostenía, la fuerza que las impulsaba hacia adelante.
Mientras se miraban, recordaron cada momento, cada risa, cada lágrima. Sus ojos se encontraron y se sonrieron, sabiendo que su amor era indestructible, un faro que brillaría en la oscuridad. Aunque su barco se hundiera, ellas dos habían construido un amor que perduraria por siempre, como las siglas del TITANIC, el barco que, aunque hundido, sigue siendo un símbolo eterno de amor y pasión.