☆Capítulo 58☆

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Después de una larga conversación amistosa entre Mikhail y Dazai, Nikolai llegó a la conclusión de que se estaba esforzando mucho en una broma, lo cual nunca había hecho, y no sabía cómo sentirse al respecto. Se sentía emocionado y dudoso a la vez. Quería ver ya las reacciones en los rostros de los espectadores, que tan molestos podrían ponerse y de qué manera podían castigarlos por tal acto, y dudoso sobre la reacción de Fyodor, ¿se sentirá molesto con él? ¿Podría llegar a decepcionarlo? Después de todo, Fyodor seguía creyendo en un Dios.

La luna brillaba en el firmamento, y mientras Nikolai pensaba tantas cosas a la vez, las novicias los guíaban hacia el patio principal, en donde habían sillas que habían sido ordenadas perfectamente una hora antes. Todas ellas los trataban como ovejas mientras los empujaban hacia el centro y los rodeaban como guaridas. El clima era bajo, pero Nikolai aún conservaba el abrigo de Fyodor y los guantes de Mikhail, y ya que el uniforme que ellos tenían se basaba en un pantalón largo, el frío no era tan amenazante.

Nikolai y Mikhail decidieron sentarse en la última fila, obviamente porque no planeaban tomar atención y mucho menos mantenerse callados. En la última fila se encontraron nuevamente con Dazai, quién les guiñó el ojo y se sentó junto a ellos. Dazai tenía un abrigo de color marrón que no aprecia ser de su talla, pero él estaba feliz de usarlo. Cuando le preguntaron por ellos, sólo respondió "Se lo quité a Chuuya" muy alegre. Nikolai palmeó su hombro, felicitándolo por el hecho de haberle robado el abrigo a Chuuya y aún mantener su cabeza pegada a su cuerpo.

Los tres eran hombres, pero solo Mikhail entendió que Chuuya se dejó robar el abrigo a propósito, sólo para poder marcar a Dazai como suyo sin ser tan evidente. Giró su cabeza hacia un lado y sonrió por lo despistados que podían ser los hombres cuando se trataba de indirectas.

La capacitación empezó entonces. Las novicias se acercaron hacia sus asientos, ofreciendo con sonrisas amigables un vaso que contenía un líquido marrón caliente que desprendía vapor y un olor delicioso. Ese líquido resultó ser nada más y nada menos que chocolate caliente. A petición de Fyodor, luego de decir que los jóvenes restarían expuestos al frío a tales horas, las novicias decidieron brindar una bebida caliente que casi todos amaban y regalar abrigos a los que no tenían uno por descuidados.

Nikolai saboreó el chocolate, admitiendo mentalmente lo bueno que estaba. Beberlo se sintió como tomar agua luego de estar en un desierto por tres días enteros. Su ánimo de inmediato aumentó. De igual manera, Dazai calentó sus manos con el vaso y lo bebió gustoso. Solo Mikhail veía su vaso vacilando. De tantas personas, probablemente era el único al que no le gustaban las cosas dulces. Bueno, de hecho, le gustaban, pero después de años de restricciones, dejó de gustarle, y quizás hace mucho tiempo no tomaba esa clase de bebidas, así que sólo calentaba sus manos y no bebía.

Un hombre de apariencia ya adulta se colocó en el frente. Vestía ropa negra y cargaba con una biblia en sus manos. Era feo, pero Nikolai pensó que era normal entre los sacerdotes. A excepción de Fyodor, nunca había visto a alguien apuesto dentro de una iglesia, así que él y Mikhail estaban acostumbrados a este tipo de hombres.

El hombre se presentó como el creador de el internado, la iglesia y el orfanato. Por educación, las novicias los hicieron ponerse de pie y hacer una reverencia. Nikolai, originalmente no planeaba hacer una reverencia, pero luego de escuchar los susurros de las novicias, diciendo que Fyodor estaba a cargo de "el grupo de atrás", es decir, ellos, se levantó obediente. No quería causarle problemas a la respiración de Fyodor.

Dejó de prestarle atención al viejo y buscó con la mirada a Fyodor. Dio con él luego de un minuto de búsqueda con la mirada. Se encontraba en la primera fila ayudando a las novicias a terminar de repartir los abrigos. Con la iluminación calidad del lugar, la sombra que producía en Fyodor era como la de un santo. Se agachaba para entregar los abrigos, sonreía amable y recibía los agradecimientos de los jóvenes, eso era lo único que hacía y aún así lucía deslumbrante. Sin darse cuenta, Nikolai se quedó en silencio mientras observaba atentamente a Fyodor, maravillado.

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