Sabrina.
Enciendo las luces del laboratorio, dejando que el brillo blanco ilumine el espacio donde paso mis mejores horas. Sam está a mi lado, observando los tubos de ensayo y matraces que se extienden frente a nosotras, aunque claramente tiene en mente un tema mucho más interesante que mis experimentos.
-Así que, ¿cómo fue la cita con Parker? -pregunta con una sonrisa apenas contenida.
No me molesto en alargar el tema. Los rodeos no son mi estilo.
-No lo disfruté.
Sam abre los ojos como si hubiera dicho una barbaridad, lo cual tiene sentido. Después de todo, soy la mujer que controla cada deseo y cuya atención nunca se queda en nadie más de lo necesario. Pero ahora, aquí estoy, admitiendo mi propio fastidio.
-¿Por qué no? -insiste, aún más interesada.
-Porque no dejé de pensar en el demonio italiano -respondo con un tono que mezcla mi irritación y un toque de burla hacia mí misma.
Ella me observa como si estuviera alucinando.
-Espera... ¿hablas en serio? Tú, pensando en alguien que no está presente. ¿Te has golpeado la cabeza o qué? -dice, riendo, pero sus ojos están llenos de sorpresa.
Suelto una carcajada ligera.
-Por favor, Sam. Esto es temporal. Es solo una distracción exótica, nada más. En cuanto quiera, me olvidaré de él como cualquiera.
Ella alza una ceja, no convencida.
-Sí, claro. Como si fuera tan fácil para la diosa rubia distraerse de algo que realmente le importa, ¿verdad? -me provoca, usando ese apodo que me describe a la perfección.
-Lo dices como si yo fuera alguna pobre mortal común, pero soy Sabrina Lewis. La diferencia es que tengo un buen gusto por las cosas exóticas y peligrosas.
Sam suelta una risa, y luego, su tono se vuelve aún más conspirador.
-Por cierto, Phillips anda de chismoso. Está desesperado por saber qué pasó entre tú y Antoni.
No puedo evitar una risa de diversión. La sola idea de Phillips en modo detective es casi adorable.
-¿Quiere saberlo? Pues que se atreva a preguntarle a su hermano él mismo -digo, burlona-. Si quiere arriesgar su vida, claro.
Sam sonríe y niega con la cabeza, como si no creyera lo que está escuchando.
-Es increíble, Sabrina. Jamás pensé verte en esta situación. Es casi... ¿vulnerable?
La miro fijamente.
-Vulnerable no, reina. A diferencia de otras personas, yo soy dueña de mi propia mente y mis deseos. Antoni es solo una fantasía efímera, algo que olvidaré cuando me dé la gana.
Sam sonríe con diversión y un poco de escepticismo. Y, aunque la conversación ha dado en un punto sensible, no dejaré que nadie, ni siquiera ella, vea algo más que la imagen perfecta de la diosa rubia que controla cada aspecto de mi vida.
Mi día se vio interrumpido por su invitación, de parte del italiano. Y no estoy dispuesta a retroceder y por ello iré.
Entro al restaurante, sabiendo que todos los ojos están puestos en mí. Claro, no se espera menos. Elegí un vestido rosa que se ajusta perfectamente, y sé que cada paso resalta mi presencia como debe ser. Al llegar a la mesa, ahí está él: Antoni Mascherano, en un impecable traje negro. Me recibe con una sonrisa que no intento corresponder.
Al acercarme, me toma la mano y deposita un beso en el dorso.
-Sabrina -susurra, como si fuera un saludo íntimo.
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The Blonde goddess
FanficAmbas mujeres con aparecía de angeles no eran mas que dos seres infernales.