Nuestro Hogar

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Un silbido llamó mi atención. Papá había llegado. Estábamos con Erick, el compañero de Aarón, después de haber estado en una situación tan peligrosa. Corrí hacia papá y lo abracé con fuerza.

-¿Tu hermana está bien? —preguntó papá, mirándome con preocupación.

Asentí con la cabeza, sonriendo.

-Sí, está bien. Está con Kat.

Aarón salió del lugar, sonriendo.

-Gracias —dijo. —Salvaron a Erick, estoy en deuda con todos y yo me encargaré de llevarlos a Alexandria con seguridad. No sé ustedes, pero deseo dormir. Saldremos mañana en la mañana.

Papá miró a Aarón con desconfianza.

-Si dormiremos acá, tú dormirás afuera.

Pero Kat intervino.

-Rick, no es necesario, ya nos demostró que podemos confiar en el —dijo.

-La única manera que no duerma con mi amigo es disparándome. — respondió Aarón

Gleen se acercó a papá y lo convenció de que Aarón podía quedarse con nosotros.

Una vez más, dormimos en el suelo, pero esta vez con una sensación de seguridad y esperanza. Kat se acomodó con Judith encima de su pecho, durmieron así abrazadas.

Al día siguiente, partimos todos en el remolque. Erick y Aarón estaban en el dormitorio, listos para llevarnos a nuestro nuevo hogar.

La emoción y la incertidumbre nos acompañaban, pero sabíamos que estábamos un paso más cerca de encontrar un lugar seguro.
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Finalmente, después de tanto tiempo en el camino, estábamos dentro de Alexandria. El portón de rejas se cerró detrás de nosotros y nos sentimos seguros.

Daryl se acercó con un animal muerto en los hombros.

-Trajimos la cena —dijo sonriendo.

Un hombre nos pidió que entregáramos nuestras armas. Papá se puso defensivo, pero Aarón intervino.

-Está bien, dejad que hablen con Deanna — dijo.

Aaron nos llevó hacia dos casas muy lindas.

-¿Las dos? —preguntó papá.

-Yo elegiría la más grande — dijo Aarón sonriendo —Si necesitan algo, me llaman", dijo antes de irse. — Claro, no existen los teléfonos, pero vivo a cuatro casas de aquí.

Me sentí emocionado de explorar nuestra nueva casa.

-Vivirás con nosotros —dije a Kat, sonriendo.

Entramos en la casa y nos sorprendió su amplitud y comodidad. Había muebles, camas y hasta una cocina con utensilios.

Kat sonrió.

-Creo que vamos a estar bien aquí — dijo.

Me sentí aliviado. Por fin habíamos encontrado un hogar. Un lugar donde podríamos vivir sin miedo.

Asentí, sonriendo. Por fin habíamos encontrado un lugar para llamar hogar.

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Subimos al segundo nivel y encontramos cuatro habitaciones. La principal tenía su propio baño y había tres más. Papá se fue a uno y Kat entró en otro. Me metí en el mismo baño que ella, cerrando la puerta detrás de mí.

-Necesitas ayuda? —pregunté, sonriendo.

-Necesito ducharme.— dijo emocionada desde la ducha. —¿Puedes creer que hay agua caliente?

Hasta el fin/ Carl Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora