Alana Lancaster
— Ya deja de regañarme — Súplico con la mirada — No se cuantas veces quieres que lo diga, lo siento no debí llegar tarde
Mi jefa me da una mirada cansada mientras niega con su tipíca cara de amargada.
— Es la tercera vez que llegar tarde en el mes Alana, si sigues así tendré que despedirte — Me señala con su dedo y yo me aguanto la risa.
Dios porque se ve tan graciosa, no es momento de reír esta furiosa pero que culpa tengo yo de estar enferma y que el doctor se haya tardado siglos en atenderme.
— Ya le explique que estaba en el doctor y si no me cree puede llamar a mi mamá o revisar el comprobante — Le paso la receta que me dieron y mi telefóno para que llame a Gema.
— Te creo pero es la última vez no creo que debamos molestar a tu madre por tonterías — Me devuelve mis cosas y camina a la salida — Quedas a cargo Alana pero recuerda una más y te vas
Asiento mientras hago un saludo militar, me ve hastiada y sale sin más, al fin, una preocupación menos sin la bruja.
Tomo mis cosas y comienzo a ordenar la floristería, si no estuviera refriada y con la nariz conestionada, ahora parecería drogaticta al respirar tanto pero es que amo el olor de las flores.
El tiempo se pasa más que rápido y sonrío cuando veo que es hora de cerrar, vuelvo a ordenar antes de comenzar a cerrar la caja, me concentro en guardar el dinero cuando la campana de la puerta me advierte que alguien entro.
— Lo siento pero ya cerramos — Soplo tratando de alejar un mechón de cabello de mi cara.
— Necesito un ramo de rosas rojas
Pero que voz, hasta sentí cosas de mujer, alejo el pensamiento de mi mente al ver la hora, no quiero tener que quedarme más tiempo.
— Lo siento pero le repito ya cerramos no...— Volteo y me detengo de golpe al ver al hombre frente a mi.
Zeus esta de buenas y dejo salir a los dioses del olimpo ¿o qué?, este hombre esta para comerselo, cuerpo grande y atletico, lentes de sol así ya este oscureciendo y el pelo negro como mi alma, lo último es mentira pero joder yo si le daba.
— En el letrero dice abierto — Ahí estaba esa voz de nuevo, ahora entiendo a las mujeres cuando dicen que de las cosas más importantes en un hombre es la voz.
— Ah si? — Camino a la entrada y le doy vuelta al letrero — Pues decía abierto, ya sabes del verbo decir pero en pasado
— No tengo ganas de perder la paciencia así que me das el ramo — Se quita los lentes cansado y siento un cosquilleo al ver sus ojos, disimuladamente me pellizco el brazo para saber si es real — Se que soy guapo pero deja de mirarme como acosadora y dame lo que te pedí
Abro la boca ofendida sin embargo no digo nada, suelto un soplido cansado y tomo las tijeras antes de ir por las rosas.
— ¿Comó quieres el ramo?
— Grande, rosas rojas y ponles esto — Tira una bolsa de tela, la abro y me quedo boquiabierta al ver su contenido, son diamantes, pocas veces lo he visto en su mayoría por los collares de mamá.
— ¿Algo más?
— Una nota que diga que lamento no poder ir — Asiento y comienzo a armar el ramo.
— Dejarás plantada a tu novia en su cumpleaños — Digo al ver que uno de los diamantes dice feliz cumpleaños.
— No son para mi novia — No levanta la vista de su celular mientras yo como estúpida sigo armando el ramo.
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One Shots
FanfictionPequeñas historias cortas que se me ocurren en su mayoria de pecados placenteros.