CAPITULO 3

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El teléfono empezó a sonar despertando a Julián del increíble sueño, aun sin estar lo suficientemente cuerdo, estiró el brazo mientras tanteaba sin esfuerzo alguno, sacó la cabeza entre las sábanas arrastrando su cuerpo por las celestiales sabanas.

-. ¿Bueno? - Contestó al teléfono con voz totalmente adormilada.

-. Buenos Días, Señor Soler. Lamento despertarlo, pero tiene una llamada de una señorita llamada Sarah. - un hombre con la voz toda pomposa contestó al otro lado de la línea.

-. De acuerdo.

-. Un momento. -

Julián frotó sus ojos, preguntándose qué horas serían, mientras esperaba.

-. ¡¡¡Tú!!! ¡Maldito desgraciado! - Si Julián no había despertado del todo el grito de Sarah sin duda lo había hecho. Se apartó el teléfono instintivamente mientras Sarah continuaba. - hace nueve horas que llegaste a París y no llamas?

-. Llamé a mamá...

-. Lo sé...- gruño Sarah -. Tuve que enterarme hasta que la tía Lu me llama para decir que ya habías llegado, ¿qué te costaba haberme llamado después?

-. ¿Oye, no es un poco tarde por allá? ¿Media noche?

-. Casi las cuatro- bufo Sarah. - no cambies de tema.

-. Awwww bebé, ya te estoy haciendo falta. - se mofó Julián. - eres tan tierna.

-. Imbécil.

-. Pero aun así me sigues amando. Lamento no haberte llamado... Mona.

-. No me llames así. – gruñó nuevamente. -. Te perdono.

-. Hey... por qué no vas a un árbol de almendro y te relajas.

-. Eres un...

-. Amor, calma... solo bromeo. - dijo Julián mientras se carcajeaba, su amiga odiaba ese sobrenombre, y a él le encantaba la forma en que su amiga torcía el gesto cada vez que se enfadaba por ese apelativo.

-. Mira Julián, no me toques los ovarios.... Porque juro que lo primero que haré al verte será darte una patada en el orgullo. - para cuando Sarah terminó la frase, Julián trató de calmar su risa, sabía que su amiga cuando decía algo lo cumplía y era de temerle cuando se enfadaba. Sarah era una chica de carácter fuerte, seguridad inquebrantable, y un dominio absoluto de sus emociones, que algunas veces Julián pensaba que era un androide.

-. ¿Contenta?

-. Aún no.

-. Ashh mujer, eres difícil de complacer. - Julián salió de la cama con la sabana ligeramente envuelta sobre sus caderas mientras sostenía ambas orillas en un puño.

-. Que te puedo decir, soy mujer.

-. Pfff totalmente. - separó las cortinas dejando filtrar los rayos del sol.

-. ¿Hasta ahora que puedes decir de París? - preguntó Sarah, ya un poco más calmada.

-. Pues... Que te podría decir, es mejor verlo con tus propios ojos que por imágenes.

-. ¡Muero por llagar!

-. ¡El hotel es increíble, cielos! Amarás tu habitación.

-. ¡Dime cómo es, no! ¡No me lo digas! Esperaré a verlo con mis propios ojos.

Julián abrió la ventana para respirar el fresco aire de la mañana que París le ofrecía.

-. ¿Ya has visto algún francesito apuesto?

-. Puedes ser más específica?

-. Assshhh.... Me refiero a un sexi y apuesto francés, de esos con espalda ancha, culo de gloria y un rostro de infarto.

Julián escuchó a su amiga carcajearse mientras el volvía a la cama y se hacía un ovillo. -. No.

-. ¿Qué? ¿Me dirás que no te has topado con uno, aunque sea uno?

Como si su mente se antepusiera a sus pensamientos le hizo recordar al atractivo hombre engreído del avión, el recuerdo de sus ojos como la miel, y esos labios provocaron una oleada de calor por su pecho. -. No, no he con...

El fuerte apretón que le dio el hombre cuando lo tomó del brazo hizo que la piel se le erizara de tan solo recordarlo, la intensidad con la que este lo había visto, aunque si este quisiera arrancarle la cabeza, cuando le había dicho su par de cosas en el avión.

-. No has... ¡¿Qué?!

-. No he conocido a ninguno.

-. Julián Soler, no me mientas.... Y dime quien es.

Julián se mordió el labio mientras cerraba los ojos, ¿qué le diría a su amiga? Mientras acomodaba el orden en que diría las palabras comenzó a recordar el momento en que lo conoció, desde cuando le pidió que se quitara del asiento hasta cuando la azafata llegó y cuando lo vio de pies a cabeza con disgusto, cuando le dijo mocoso... Para cuando Sarah le pregunto nuevamente Julián se encontraba enfadado.

-. El tipo es un imbécil. - hubo un silencio del otro lado de la línea y escuchó a Sarah carraspear.

-. De acuerdo.

-. Un engreído ricachón, idiota que va por el mundo creyendo que puede mandar a cualquiera y... Y...

-. ¿Y?

-. Oh el muy idiota es tan ardiente como el infierno.

Fue cuando su amiga explotó de la risa, esto hizo que a Julián se le escapara una sonrisa. Giró sobre la cama hasta que se sentó.

-. ¿Pero qué me dices?

-. Sí, eso. Él es sexi, alto, con unos ojazos... Pero su actitud tan arrogante sacó lo peor de mí.

-. ¿Y cómo se llama?

Julián comenzó a reírse esta vez. -. No tengo la menor idea.

-. ¿Qué?

-. Sí, eso. Lo conocí en el avión y tuvimos un pequeño altercado y bueno le dije un par de cosas y te juro que sentía como me despedazaba con la mirada.

-. Uyyy... ¿Y es gay?

-. Tampoco lo sé.

-. Espera, ¿qué?

-. Oye no lo sé, mi radar gay no funcionó en ese momento.

-. ¡Demonios! Oye Julián, tengo que irme o esta llamada le sacará un ojo de la cara a mi papá.

-. Está bien. Oye espera.

-. ¿Sí?

-. Tienes los datos del hotel, cierto?

-. Sí, no te preocupes, eso lo tengo cubierto.

-. ¿Pero entonces, quieres que pase por ti al aeropuerto o puedes llegar al hotel sin problemas?

-. Hagamos esto, ya que a cierto individuo le molesta cargar con un teléfono móvil, llamaré al hotel cuando yo haya llegado. ¿De acuerdo?

-. Amm, creo que sí.

-. Cielos, que tu estupidez no te sobrepase querido. Tengo que cortar. ¡Te amo, besos! No disfrutes tanto hasta que yo llegue.

-. También te amo.

Fue todo lo que alcanzó a decir Julián antes de que su amiga cortara la llamada, sin duda alguna no sabría qué hacer, por lo que dedujo que iría al aeropuerto el día en que Sarah viajara, llamaría a su madre para preguntar a qué horas salía el vuelo de Sarah y el calcularía la hora de llegada a París, rezaría para que el vuelo de su amiga llegase a tiempo. 

Sin Mucha LenguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora