CAPITULO 4.2

12 2 0
                                    

Tal como Alessia le advirtió a las once y treinta de la mañana del viernes un coche había esperado por él y Sarah. Se encontraban saliendo del coche que envío en busca de ellos. Julián veía a su alrededor contemplando la hermosa casa junto a Sarah. El pasto se mantenía como en primavera, verde y brilloso, por la ligera llovizna que se acaba de producirse apenas cinco minutos antes, los árboles lograban mantener el verde característico por debajo de los colores otoñales. Y la fuente de los ángeles seguía siendo el centro de atención.

-. Juli, dime que no estoy soñando. -Sarah hipnotizada por lo grande del lugar quedó asombrada.

-. Solo actúa con normalidad. No son tan estirados como crees. -susurró Julián.

- ¿Entonces...él nos acompañará?

Julián sabía a quién se refería su amiga, y esa era la misma pregunta que él se hacía. Se encontró a si mismo pensando demasiado en cómo reaccionaría frente a Cédric.

-. No lo sé. -dijo entre dientes antes de que el hombre que los había llevado hasta ahí los condujese al interior de la casa. Sarah le dio su chamarra al hombre cuando este se la pidió y Julián entregó su bolso café al hombre. Y de pronto Alessia, como modelo sacada de una revista de modas, apareció con su característica sonrisa perfecta. Con un vestido cubierto por un estampado floral hasta las rodillas y con mangas cubriendo la mitad de sus brazos, se presentó ante Sarah y luego saludó a Julián en plena confianza.

-. Vengan... -Alessia tomó a ambos de la mano y cruzaron por un pasillo que se encontraba debajo de las gradas que daban al segundo piso. El estilo antiguo de la casa se mantenía por donde caminaban hasta que cruzaron las puertas francesas que daban a la parte trasera de la casa, el estilo cambiaba, el mobiliario era más actual con toques de color dándole frescura. A un lado vio la larga piscina y al otro extremo el señor y la señora Deveraux se encontraban hablando en el hermoso kiosco donde habían montado una mesa para el almuerzo.

-. Papá, mamá...vean quienes acaban de llegar. -avisó Alessia.

-. Vaya, mira a quien tenemos por aquí. -Geneviève sonrió extendiendo los brazos-Julián, ¿cómo has estado?

-. Muy bien, señora Deveraux. -Saludó a Geneviève con los característicos besos en las mejillas- ¿usted cómo ha estado?

-. Llámame Geneviève-aseguró pellizcando suavemente la mejilla de Julián. Julián asintió llamándola por su nombre.

-. Señor Deveraux -Julián extendió su mano estrechándola con el hombre mayor.

- ¿Y esta hermosa chica quién es? ¿Tu novia? -preguntó Jean-Baptiste.

-. Oh no, no señor. Ella solo es mi amiga. Sarah Castillo.

-. Un placer Sr. Deveraux. Gracias por la invitación-dijo Sarah estrechando la mano del hombre. Y luego Julián la presento con Geneviève.

Los cinco se sentaron en la mesa. -. Veo que tu labio ha sanado muy bien, Julián.

-. Sí señor. El golpe no fue tan drástico. -respondió Julián al hombre mayor. Viendo hacia la puerta por donde salieron, se reprochó a si mismo por esperar con nerviosismo al hombre que lo hacía cambiar de humor en un instante. Jean-Baptiste ofreció una copa de vino a sus invitados, Julián rechazó excusándose que no bebía alcohol, en cambio preferiría una limonada, Sarah aceptó amablemente.

Julián y Sarah comenzaron a relatar sus historias de los lugares que habían visitado hasta el momento, cuando Alessia preguntó. Geneviève le sugirió otros lugares al igual que restaurantes. Luego los platillos aparecieron en la mesa con la ayuda de Dorothée y sus asistentes. Julián dio un gracias para quien lo estuviese ayudando desde el otro lado, al ver carne blanca, aparte una salsa junto a un poco de arroz. Un punto más para los Deveraux al tener un gusto humilde.

Sin Mucha LenguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora