CAPITULO 4.9

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- ¡Esto está siendo un éxito! -exclamó Alessia por sobre la música que resonaba por toda la casa. Se encontraban en la segunda planta observando a los chicos bailar, mientras algunos se tiraban a la piscina. -. Gracias.

-. Respira cuando amanezca y no falte nada. -gritó Sarah. -. Ahora ve con tus amigas y disfruta. Juli y yo seguiremos montando guardia. La chica se los agradeció y se marchó.

-. Ahora.... -Sarah se volteó hacia su amigo. - ¿Ves al rubio fuerte parecido a Hércules por el kiosco? -Julián miró disimulada e instintivamente sus ojos encontraron al hombre alto en una camisa polo, dejando al desnudo los grandes brazos, sin duda lo podría ver a cientos de kilómetros, asintió. -. Lleva rato viendo hacia acá.

-. Te ve a ti. -Dijo Julián mientras veía hacia la piscina. -. Y tú lo ves a él. ¿Qué harás? -

-. Mi Juli, no haré nada...-rio. -. Esta noche seré una lechuza junto a ti.

- ¡Por favor! -. La vio directo a los ojos. - ¿estás diciendo que pasarás de ese pedazo de hombre?

-. Sí. -contestó Sarah como si nada.

-. A otro perro con ese hueso. -ladeó su cabeza y enarcó una ceja. -. Ve si quieres. Yo me quedaré a vigilar.

-. No, ya dije...

- ¿Qué dije? -su amiga pareció pensárselo.

- ¿Seguro?

-. Largo. -vio a su amiga marcharse. Y luego vio a Alessia bailar con sus amigas que le saludaron, él les devolvió el saludo. Se alejó recorriendo las habitaciones, sabía que las fiestas, alcohol y una inmensa casa harían que los calenturientos consumaran su excitación. Luego de asegurarse de que la segunda planta estaba despejada fue a la tercera y luego encontró unas gradas que llevaban a una terraza tenuemente iluminada. Era pequeña pero lo suficiente grande para tener una barbacoa con quince o veinte personas. Vio una mesa con platillos vacíos y un par de cervezas vacías. Había una especie de asiento reclinable con unas sábanas, pero el lugar parecía estar vació. Escuchó la voz de alguien, pero no supo diferenciar por donde ya que la música hacía difícil saber de dónde provenía, comenzó a caminar, sigiloso como un tigre, sin saber hacía donde, queriendo encontrar al par de almas con las hormonas revueltas que intentaban saciar la sed sexual; intento imaginar cómo habían montado la silla, los platillos y las cervezas en la terraza si habían mantenido guardia. Se acercó al borde y vio a los chicos, abajo, dejar ceder sus cuerpos al ritmo de las pegadizas mezclas del Dj.

- ¿Qué haces aquí? - una voz profunda se escuchó de la nada, haciéndose eco en la mente de Julián, lo hizo dar un pequeño salto del susto, instintiva mente se llevó la mano a su pecho queriendo que su corazón se mantuviera en su lugar, ya que lo sentía en la garganta.

-. Demonios, ¿intentas matarme de un susto? -Julián exclamó al reconocer al hombre detrás de él.

-. Lo siento. -Cédric se disculpó. -. No era mi intención. ¿Pero qué haces aquí?

-. Pues, me aseguraba que algún chico no tuviera compañía, vi los platos vacíos y la cerveza y supuse que alguien estaba aquí. Pero parece que ya se han ido. -miró a Cédric en un suéter negro sencillo y su cabello aun perfecto. Julián estaba seguro que Cédric podría usar una camisa hecha de bolsas de pan y aun así la haría parecer como un diseño increíble de la última temporada por x diseñador de renombre.

-. Te puedo asegurar que nadie más, a excepción mía, ha estado aquí. Y tú claro está.

Julián miró a su alrededor, el lugar parecía sacado de una película romántica; la iluminación, el lugar con una vista a la ciudad iluminada, lo escondido que parecido estar, el lugar era perfecto para tener una noche con una pareja. Julián dedujo que Cédric la tenía y que él estaba sirviendo de clavo.

Sin Mucha LenguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora