CAPITULO 4.4

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Dejando caer su cuerpo en la inmensa cama, tal cual un árbol deja caer sus hojas, Julián se dejó envolver por las suaves sabanas, que parecían cientos de pétalos de rosas envolviéndolo. Su cuerpo pedía descansar, luego de recorrer parte de París sobre el río Sena, la cama se sentía como el premio mayor. Habían quedado con Alessia en Boteaux Maechus para coger un barco y dejarse sorprender por lo que el viaje parisino les ofrecería. Alessia les había relatado parte de las experiencias obtenidas anteriormente, pero Julián y Sarah quedaron más sorprendidos cuando lo experimentaron por cuenta propia. Había resultado ser el viaje más acogedor hasta el momento en París; las vistas, el despliegue de colores ofrecidos por el otoño, las arquitecturas...incluso los puentes hacían de aquel paseo resultase ameno e indescriptible. Recorrieron el barco tratando de no perderse ningún detalle, en el cielo no había ninguna nube, dejando el azul como único adorno en compañía de una súper estrella que iluminaba aquel perfecto día. Para cuando bajaron del barco caminaron sin rumbo fijo, los pies de Julián comenzaron a doler y Sarah sugirió que debían volver al hotel, Alessia aceptó acompañarlos cuando Julián se lo pidió y tras llegar a la habitación Julián se excusó notificando que se iría a dormir, resultado del cansancio. Dejando que la oscuridad lo invadiese cuando cerró sus ojos, Julián, cayó en un profundo sueño. 

-. Juli...-Sarah susurró al oído de su amigo con temor a despertarlo, hoy había sido un día largo y cansado para él y aún le falta la cena con Cédric, suspiro ante la estúpida idea. -...vamos Juli, despierta. -Julián musitó algo que Sarah ni pudo entender y luego se cubrió con las sábanas. Alessia apareció dejando entrar la luz artificial iluminar la oscura habitación.

-. ¿No ha despertado? -

-. No. ¿Debe estar muy cansado? Cédric aún sigue ahí?

-. Sí. -afirmó la chica-será mejor dejarlo dormir y yo le diré a Cédric que se encuentra enfermo.

Julián que en ese momento se encontraba semiconsciente, pudo escuchar las voces, pero no entendía lo que decían. Las voces sonaban lejanas y distantes, se encontraba envuelto en un sueño donde un par de ojos cafés, cafés claros como la miel; intensos y salvajes como los de un león, eran los protagonistas, labios gruesos, barba; una especie de bruma que lo atraía hasta una figura masculina, alta y fuerte, que se encontraba bajo la lluvia. De pronto, como si de un detonante se tratara, despertó de golpe, tras escuchar el nombre de Cédric en la voz de Alessia, asustó a las chicas por su reacción; vio alrededor, ya había anochecido, Sarah y Alessia lo veían asustadas.

- ¿Qué hora es? -preguntó finalmente. Saltó de la cama y corrió al baño cuando Alessia susurró que eran pasadas de la siete y luego Sarah agregó que Cédric estaba en la sala esperándolo. Alessia dejó la habitación aclarando que avisaría a su hermano que Julián terminaba de cambiarse. Julián supo que podría haber rompido el récord de la ducha más corta cuando salió del baño y vio a su amiga terminar de colocar las prendas seleccionadas para usar. Comenzó a secar su cuerpo y luego poner su ropa interior, se puso los pantalones y una camisa blanca y luego Sarah le colocó el saco rojo oscuro que Alessia le había dado cuando fueron de compras. Julián se la quitó alegando que se moría de calor con eso puesto, fue al baño para pasar el peine por su cabello; hizo lo que pudo para domarlo y dejarlo presentable, volvió a la habitación para ponerse los zapatos. Antes de salir de la habitación Sarah le baño de colonia, chilló cuando un poco le cayó en los ojos y le preguntó a su amiga si quería dejarlo ciego, Sarah se disculpó y luego salieron de la habitación.

Julián no podía ver muy bien ya que sus ojos estaban llorosos, fue conducido por Sarah hasta la sala donde los hermanos Deveraux esperaban.

-. Lamento la tardanza. -dijo Julián luego de ver a Cédric levantándose de su asiento y de que sus ojos se calmasen un poco.

Sin Mucha LenguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora