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Después de llegar a un lugar seguro, Alma, con el cuerpo temblando por el miedo y la ansiedad, llamó a la policía. Entre sollozos y explicaciones que se entrecortaban, relató todo lo que había encontrado en el sótano de Alex. Al día siguiente, él fue arrestado, y las autoridades confirmaron sus sospechas: Alex había estado vigilando a Antonio durante meses, esperando el momento exacto para enfrentarlo, aunque se negó rotundamente a admitir cualquier implicación directa en la desaparición de su antiguo amigo. Las siguientes semanas fueron una mezcla de alivio y confusión. La noticia de un cuerpo encontrado en una zona boscosa cerca de la ciudad sembró el desconcierto entre todos, pero Alma e Iris sabían la verdad antes de que fuera confirmada por las autoridades:
era Antonio. Los secretos de su pasado, los mismos que había intentado dejar atrás, finalmente lo habían alcanzado. El hombre que se había alejado de todo, buscando una nueva vida, había quedado atrapado en una red de traición y venganza que no pudo eludir.

El miedo que había acompañado a Alma desde la desaparición de Antonio se transformó en una dolorosa aceptación. Había sido un viaje de descubrimiento, pero el precio había sido demasiado alto. Mientras tanto, las personas a su alrededor seguían buscando respuestas. Pero para Alma, la conclusión de este capítulo de su vida parecía aún incompleta, como si algo más se escondiera bajo la superficie.

Al día siguiente, después de la detención de Alex, Alma regresó a su casa. Al principio, parecía tranquila, demasiado silenciosa, como si la atmósfera estuviera más cargada de lo de costumbre. Estaba segura de que había cerrado todas las ventanas antes de salir, pero al entrar, escuchó un ligero crujido en el pasillo. Un sonido sutil, casi imperceptible, pero suficiente para ponerla alerta.
¿Había cerrado todo de verdad? En ese instante, pensó en los ruidos extraños que había oído en la casa de Alex, las sensaciones inquietantes que la habían acompañado en cada visita, en cada conversación. Algo no encajaba.

El pulso de Alma se aceleró mientras caminaba lentamente por el pasillo oscuro. Las sombras proyectadas por las luces tenues de la casa bailaban a su alrededor, creando figuras que se movían y desaparecían con cada paso. Algo en la atmósfera parecía vibrar con una energía contenida, como si la casa misma respirara al ritmo de su ansiedad. La sensación de estar observada creció más fuerte que nunca. Alma recordó las primeras noches, cuando sentía que no estaba sola en su propia casa. ¿Acaso ahora, con la captura de Alex, esas sensaciones desaparecerían? Pero algo en su interior sabía que no lo harían. La sensación de estar siendo observada seguía allí, intacta.

Avanzó hacia el salón, su mente luchando por entender lo que sentía. Y fue entonces cuando el crujido se repitió, más fuerte, más cercano. Alma se giró de golpe, su cuerpo tenso, su corazón martillando en su pecho. Frente a ella, en la penumbra, se perfiló la figura de una sombra alta, una forma indistinta que parecía moverse de manera errática contra la pared. Respiró con dificultad, un nudo en el estómago, consciente de que no podía estar sola en ese momento.

De repente, la casa pareció cobrar vida a su alrededor. La sombra no se desvaneció. Se quedó allí, oscura, inquietante, observándola, desafiando su sentido de seguridad. Alma intentó calmarse, pero el miedo le impedía pensar con claridad. ¿Era Alex? ¿O era algo mucho más profundo? Su mente comenzó a conectar puntos que antes no había considerado: las figuras misteriosas que había visto, las emociones incontrolables que Alex había despertado en ella. ¿Y si Alex solo hubiera sido un peón en una trama más compleja?

El teléfono de Alma vibró, interrumpiendo el silencio tenso de la casa. Cuando miró la pantalla, vio que había llegado un mensaje de un número desconocido. El mensaje decía solo tres palabras:
"Alex no es el final".

El eco de esas palabras resonó en su cabeza como una maldición, helándole la sangre. Alma sabía que la verdad no solo se escondía detrás de Alex, sino que había algo más, algo que nunca había sido considerado. Mientras observaba la pantalla, algo dentro de ella hizo clic, y la sensación de claustrofobia aumentó. Algo aún más grande, más oscuro, estaba al acecho.

En ese momento, Alma recordó algo que había pasado por alto durante la investigación. Había algo en las conexiones de Antonio con su propio pasado, algo que nunca había encajado del todo. Las constantes referencias a la familia de Alma, los secretos a medio revelar, todo apuntaba a algo más profundo. Alma se dirigió a la pared del salón, donde vio una pequeña grieta que nunca antes había notado. Su mano temblorosa la tocó, y el yeso se desprendió con facilidad, revelando lo que parecía una antigua fotografía oculta detrás.

Alma quedó paralizada al verla. La imagen, en sepia, mostraba a un hombre de mirada intensa, pero lo más desconcertante era que ese hombre... se parecía demasiado a alguien que ella conocía. Era imposible decir con certeza quién, pero la similitud era innegable. Alma sintió que su mundo se desmoronaba al pensar en las implicaciones de lo que estaba descubriendo. ¿Quién era esa figura, y por qué alguien la había escondido en las paredes de su propia casa?

Poco a poco, Alma entendió que lo que había comenzado como una historia de venganza personal de Alex, podría ser solo un peón en un juego mucho mayor. Las desapariciones, las misteriosas conexiones entre Antonio y otras personas, y el hecho de que nadie parecía estar fuera del alcance de esta red que manipulaba las mentes, comenzaron a dar forma a algo mucho más sombrío. Alma recordó los susurros de su madre sobre secretos familiares, sobre cosas que nunca se hablaban. Las historias que su madre había susurrado en la oscuridad de la noche, ahora parecían estar tomando forma.

SIEMPRE VIGILADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora