***

0 0 0
                                    


Alma llegó al punto de encuentro donde ella y sus amigos solían reunirse, un parque pequeño y apartado entre los barrios residenciales de su ciudad. Las hojas caídas cubrían el suelo, y la atmósfera parecía densa, como si algo estuviera esperando a suceder. Iris ya estaba allí, sentada en un banco, mirando su teléfono con una expresión de preocupación que no pasó desapercibida para Alma.

—¿Has oído algo de Antonio? —preguntó Alma mientras se acercaba.
Iris negó con la cabeza, mordiéndose el labio, y levantó la vista de su teléfono.

—Nada. He intentado llamarlo unas cinco veces y no responde. Ni siquiera ha leído mis mensajes. No es normal en él.
Alma sintió una punzada de inquietud en su pecho, como si algo estuviera acechando en el aire.
—Quizás perdió el teléfono, o se quedó sin batería... —intentó decir, pero sus palabras no convencieron ni a ella misma.

Iris la miró fijamente, como si estuviera buscando algo más en sus ojos, y luego susurró con una voz baja y temblorosa:
—Eso pensé, pero... me siento rara —dijo Iris, haciendo una pausa. Miró alrededor, sus ojos recorriendo las sombras alargadas de los árboles que se estiraban de manera antinatural, como si la luz del sol, ya en declive, estuviera jugando con la realidad—.
¿Sientes que... algo extraño está pasando? Como si hubiera alguien observándonos... no solo aquí, sino desde hace días.

Alma sintió que su piel se erizaba. Las palabras de Iris resonaron con lo que ella misma había experimentado en su propia casa. Aquella noche, los ruidos inexplicables, la sensación de estar siendo observada... No le había dado mucha importancia hasta ahora, pero la expresión en el rostro de Iris la hizo dudar.

Miró alrededor, y notó cómo el viento comenzaba a soplar con más fuerza. Las ramas de los árboles crujían de una forma extraña, casi como si algo o alguien las estuviera manipulando. Las sombras se alargaban con una torsión antinatural, como si se estiraran más allá de lo que deberían. Alma sintió una sensación incómoda, como si el propio parque estuviera observando todo lo que sucedía.

SIEMPRE VIGILADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora