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Esa misma noche, Alma llegó a casa y se encerró en su cuarto, sumida en un torbellino de pensamientos que no la dejaban tranquila. Decidió enviar un mensaje a Alex, su novio, para contarle lo que había sucedido. Alex era el tipo de persona que siempre lograba calmarla, y confiaba en que su respuesta la ayudaría a poner en orden su mente.

Cuando Alma le relató lo extraño que le parecía todo, mencionando la desaparición de Antonio, Alex le respondió con una tranquilidad desconcertante.

"Tranquilo, todo está bien. Ya verás cómo mañana aparece Antonio", escribió.

Aunque la calma de su respuesta la alivió un poco, algo seguía sin encajar. La forma en que escribió el mensaje le pareció extraña. No era como si estuviera escribiendo normalmente: las palabras parecían demasiado breves, como si hubiera sido apresurado, y la estructura de la frase le resultó vaga. No había una pregunta, ni un intento de profundizar en la situación. Simplemente, le decía que todo estaría bien, sin más.

Decidió acostarse, con la esperanza de que al día siguiente todo fuera más claro. Sin embargo, a mitad de la noche, un ruido la despertó. Esta vez no era sutil ni lejano, sino un golpe seco que resonó desde la cocina, como si alguien hubiera derribado un mueble.

Se levantó de la cama, el corazón latiendo con fuerza, y caminó a tienas por el pasillo. La casa estaba sumida en una gruesa oscuridad, como si la luz hubiera decidido escapar de las paredes. Alma avanzó lentamente hacia la cocina, y al asomarse, el pulso se le detuvo un instante. El cajón de los cubiertos estaba abierto, y algunos cuchillos y utensilios habían caído al suelo. Estaba segura de haberlo cerrado la noche anterior. Su respiración se volvió irregular mientras se acercaba más, pero entonces algo le hiló la sangre.

La puerta del refrigerador se encontraba abierta sola. Alma no recordaba haberla dejado así. Además, los cuchillos caídos parecían tener huellas de dedos sobre el mango, como si alguien los hubiera usado recientemente. Su mente trataba de procesar lo que veía, pero la ansiedad la embargaba.

Entonces, de repente, escuchó unos pasos provenientes del salón. Alma contuvo el aliento y retrocedió lentamente, sintiendo que el aire alrededor de ella se volvía más denso. Su mano temblorosa sacó el teléfono del bolsillo y escribió un mensaje rápido a Alex: "Hay alguien en casa."

No recibió respuesta de inmediato. La sensación de angustia la envolvía, pero a medida que las horas pasaban, recordó otros eventos inquietantes que había escuchado sobre los lugares en los que Alex había trabajado. En uno de sus proyectos más recientes, durante la construcción de un edificio en las afueras de la ciudad, Alex había mencionado, en una conversación casual, que sus compañeros de trabajo habían comenzado a reportar ruidos extraños. Murmullos y pasos pesados provenientes de las paredes, como si el edificio respirara. Algunos de los obreros incluso afirmaron ver sombras moverse a través de las ventanas rotas. Al principio, Alex no les prestó mucha atención, pero luego, después de hablar con los trabajadores más experimentados, entendió que algo no estaba bien.

—Es un edificio viejo —le había comentado uno de los obreros—. Muchas dicen que está maldito, como si estuviera atrapando algo en sus paredes.

Aunque Alex intentó restarle importancia a estos relatos, Alma no podía evitar preguntarse si esos sucesos extraños en los lugares de trabajo de Alex podrían estar conectados con las desapariciones que ahora la inquietaban. ¿Podría ser que algo, o alguien, lo estuviera persiguiendo? Tal vez no todo lo que Alex decía sobre esos lugares era tan inofensivo como parecía.

Alma, mientras descansaba en su cama, mirando el techo, no podía quitarse la sensación de que algo estaba mal. La lluvia golpeaba suavemente las ventanas, pero dentro de ella, la inquietud seguía creciendo. De nuevo revisó su móvil, recordando las palabras de Alex sobre los extraños ruidos en los lugares de trabajo. En un edificio antiguo, había hablado de cómo los obreros se negaban a entrar por las noches, alegando escuchar pasos en las paredes o susurros como si algo invisible respirara en el interior. Esa historia le había causado una extraña incomodidad, pero lo que más la preocupaba era el hecho de que Alex nunca había mencionado detalles más oscuros, como si él mismo intentara ignorarlos.

Entonces, revisó nuevamente su teléfono, buscando algo que la tranquilizara, pero el mensaje de Alex había sido borrado. Alma frunció el ceño. No era posible. ¿Cómo había desaparecido? Sentía un escalofrío al darse cuenta de que no recordaba haberlo eliminado. En su lugar, apareció otro mensaje nuevo de él: "No deberías estar aquí, Alma."

Las palabras "No deberías estar aquí" parecían estar escritas en un tono extraño, como si no las hubiera escrito él. Un sudor frío recorrió su espalda. Algo no estaba bien.

Alma, desesperada por encontrar respuestas, no pudo evitar investigar más. Recordó que uno de los edificios en los que Alex había trabajado, un lugar con una historia antigua, había sido foco de rumores extraños. Los obreros, temerosos, aseguraban que las casas a veces "hablaban", con un sonido similar al crujir de las vigas, pero que en realidad era el eco de algo mucho más antiguo atrapado entre las paredes. Alex, aparentemente impasable, había dejado pasar esas historias sin más, pero para Alma, las palabras de Alex ahora se sentían como advertencias. Algo siniestro parecía acechar a esas construcciones. Algo que, de alguna manera, seguía a Alex, que no quería que se descubriera.

Decidida a encontrar una pista concreta, Alma revisó su celular una vez más. En la parte inferior de su pantalla, en un grupo de mensajes antiguos, encontró una foto que Alex le había enviado semanas antes, aparentemente sin importancia en su momento. Era una imagen de una vieja puerta de madera, ennegrecida por el paso del tiempo, con un símbolo grabado en su superficie: una figura distorsionada que parecía observarla, como un ojo. Alma sintió que algo le presionaba el pecho. Esa puerta... nunca había visto una igual en las fotos que Alex había compartido de su trabajo.

Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando se dio cuenta de que en el fondo de la imagen, justo detrás de la puerta, se alcanzaba a ver una sombra humana. Unas sombras que no estaban allí antes.

Alma apretó el teléfono con fuerza, el pulso acelerado. Lo que estaba descubriendo no tenía sentido, pero una certeza incómoda se fue asentando en su mente. Esta historia ya no era solo sobre Antonio; algo mucho más grande y oscuro se estaba revelando.

SIEMPRE VIGILADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora