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Alma no pudo conciliar el sueño después de la noche anterior. El mensaje de Alex llegó solo al amanecer, y su respuesta, breve y distante, no ayudó a calmar sus temores. "Revisa que la puerta esté bien cerrada. Seguro es solo el viento. Estoy ocupado ahora, hablamos más tarde." Las palabras de Alex la dejaron inquieta; algo en su tono no era el mismo de siempre, como si hubiera algo más que no le estaba diciendo. Su instinto le decía que algo en él había cambiado.

Ese día, mientras esperaba a Iris para hablar sobre Antonio, la paranoia comenzó a apoderarse de Alma. Se encontraba constantemente mirando por encima de su hombro, creyendo ver sombras moverse en las esquinas de su visión, sombras que desaparecían en cuanto intentaba concentrarse en ellas. Era como si el miedo se apoderara de su mente, plantando dudas y sospechas donde antes no las había. Los golpes suaves en las paredes, como si alguien estuviera dando toques desde dentro, se repetían, haciendo que Alma no pudiera estar tranquila ni un momento. Cada ruido le parecía más cercano, más real, aunque no lograba identificar su origen. ¿Era su mente jugando con ella, o algo realmente se movía en su casa?

La ansiedad la embargaba, y los recuerdos de la noche anterior comenzaban a cobrar una nueva dimensión. Las huellas en los cuchillos, el mensaje de Alex borrado y reemplazado por el extraño "No deberías estar aquí, Alma..." Todo parecía conectado, pero de una manera que no lograba entender.

Al mediodía, el sonido de un golpeteo en la puerta la sacó de su ensimismamiento. Pensó que era Iris, pero al abrir, se encontró con un hombre desconocido. Era alto, con una mirada fría e intensa que la miraba fijamente, como si ya la conociera, como si hubiera estado esperando este momento.

—¿Alma? —preguntó, su voz grave como si ya supiera la respuesta.
—Sí... —respondió ella, intentando no dejar que su nerviosismo se notara.

—Soy inspector de policía, y estamos investigando la desaparición de Antonio Velázquez. Nos gustaría hacerle algunas preguntas.
Las palabras lo golpearon como un cubo de agua helada. Antonio desaparecido. La policía ya estaba involucrada. Alma asintió en silencio, invitándolo a pasar y conduciéndolo al salón. Mientras él entraba, Alma notó que la casa parecía más silenciosa de lo habitual, como si todo el aire a su alrededor estuviera espeso, suspendido en tensión.

El inspector comenzó a hacerle preguntas sobre lo que sabía de Antonio, sobre su relación con él y sobre cualquier detalle relevante. Alma respondió lo mejor que pudo, pero sentía un escalofrío recorrer su espalda cuando el inspector le pidió que hablara sobre Alex.

—Bueno, él es... mi novio. No sé qué relación podría tener con esto... —comenzó a decir Alma, pero fue interrumpida por el inspector, quien la miró con una intensidad incómoda.

—Sabemos que él y Antonio no se llevaban bien. Nos han llegado rumores de que hubo... conflictos entre ellos. ¿Es cierto?

Alma negó rápidamente con la cabeza, pero no pudo evitar recordar las pequeñas tensiones entre Alex y Antonio. Aunque nunca habían tenido una confrontación directa, siempre había algo en la actitud de Alex hacia Antonio que no terminaba de encajar.

Comentarios como "No es de fiar" o"Se mete en asuntos peligrosos"Se repetían en su memoria, pero nunca había prestado mucha atención. Ahora, esos comentarios tomaban un nuevo significado. La forma en que el inspector mencionó esos "rumores" hizo que Alma sintiera como si él ya supiera demasiado.

—¿Está seguro de que no sabe nada más? —preguntó el inspector, con una sonrisa que no alcanzaba a llegar a sus ojos. Como si ya hubiera observado cada detalle de su vida. Alma se tensó.

El inspector se marchó poco después, dejando atrás un aire denso de incertidumbre. Alma se quedó sola, con un creciente sentimiento de terror. ¿Por qué la policía sospechaba de Alex? ¿Por qué nunca le había hablado de su relación con Antonio? ¿Y qué secretos escondía Alex? Todo en su vida ahora parecía estar dando un giro hacia lo desconocido, como si estuviera atrapada en un juego del que no conocía las reglas.

Pero justo cuando la confusión comenzaba a nublar su mente, su teléfono vibró. Alma miró la pantalla, paralizada, con los ojos fijos en el mensaje. "Él sabe más de lo que te imaginas".

El miedo se apoderó de ella al instante. El mensaje, ambiguo y enigmático, la dejó con una sensación aún más fuerte de que alguien, alguien de la vida de Alex o de Antonio, quería que descubriera la verdad. Pero el precio de esa verdad podría ser más alto de lo que estaba dispuesta a pagar. ¿Quién había enviado ese mensaje? Y lo más inquietante, ¿cómo sabían tanto sobre ella?
En ese momento, Alma sintió un escalofrío que la recorrió de pies a cabeza. Como si una presencia invisible la estuviera observando. Volvió a mirar alrededor de la casa, sus ojos recorriendo cada rincón oscuro. En el pasillo, una sombra fugaz apareció, desapareciendo al instante. Alma apretó el teléfono contra su pecho, tratando de calmarse. Pero los ruidos extraños de la casa —los susurros, los pasos que no lograba identificar si provenían de la casa o de su mente— no la dejaban en paz. La sensación de que algo la estaba acechando la invadió con más fuerza que nunca. ¿Qué secretos estaban siendo ocultados? Y, sobre todo, ¿quién más estuvo involucrado?

Pero mientras se mantenía allí, temblorosa, una idea perturbadora cruzó su mente: ¿Y si todo esto, las sombras, los mensajes, el inspector... no era solo coincidencia? ¿Y si Alex y Antonio compartían algo mucho más oscuro de lo que ella jamás podría haber imaginado? Alma comenzó a preguntarse si la desaparición de Antonio era solo el principio de una historia mucho más profunda y aterradora.

De repente, la casa pareció cerrarse aún más a su alrededor. Los muros, antes familiares, ahora parecían extraños y hostiles. Alma decidió salir a dar un paseo para despejarse, pero antes de hacerlo, su mirada se detuvo en el espejo del pasillo. Lo que vio la dejó petrificada: una mancha oscura, una marca que nunca había visto antes, comenzaba a extenderse en el reflejo.

Era un símbolo, el mismo símbolo que había visto en la foto de Alex... La puerta del edificio antiguo.

La conexión se desveló frente a ella de una forma espeluznante. La pregunta ahora era: ¿podría confiar en Alex o el misterio que lo rodeaba iba más allá de lo que podía imaginar?

SIEMPRE VIGILADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora