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El sótano estaba impregnado de una atmósfera sofocante, llena de sombras alargadas que se deslizaban por las paredes, como si los mismos recuerdos de Alex estuvieran cobrando vida. La luz amarillenta parpadeaba de manera errática, haciendo que las sombras parecieran moverse en un inquietante juego de luces y oscuridad. Alma e Iris estaban rodeadas de documentos, fotos y papeles, todos ellos relacionados con Antonio y el pasado oscuro que Alex había revelado. La sensación de estar atrapada en un lugar ajeno, donde el tiempo parecía detenerse, se apoderaba de Alma con cada minuto que pasaba.

Alma sentía que todo lo que había vivido hasta ahora no era más que una gran mentira. Todo encajaba de manera aterradora. Las caras en las fotos eran personas que habían desaparecido, personas que parecían haber tenido una relación con Antonio. Sus ojos recorrían las imágenes, los papeles, buscando respuestas, pero las preguntas solo se multiplicaban. Algo en su interior le decía que cada documento, cada foto, cada palabra escrita era solo una pieza de un rompecabezas mucho más grande y oscuro del que no podía escapar.

—Este era nuestro grupo —dijo Alex, su voz grave resonando en las paredes frías del sótano—. Personas que Antonio traicionó, que arruinó para salvar su propia piel. Todas estas personas... me pidieron que no las dejara caer en el olvido. Me pidieron justicia.

Las palabras de Alex tenían un eco ominoso, reverberando como si estuvieran atrapadas en las paredes del sótano, esperando a ser escuchadas. Alma no podía procesarlo. La obsesión de Alex se sentía como una presión insoportable sobre su pecho. El aire parecía volverse más denso con cada palabra que él pronunciaba, y Alma sentía que cada vez era más difícil respirar. Intentó retroceder un paso, pero el ambiente a su alrededor se volvía cada vez más opresivo. Los papeles sobre la mesa parecían moverse ligeramente, como si el aire estuviera cargado de una energía invisible, como si la misma casa estuviera viva, vigilante, esperando algo.

Y entonces, algo llamó su atención. En la esquina más oscura del sótano, algo estaba semiculto bajo una manta de sombras. Allí, en el suelo, había una bolsa negra. Estaba sucia y cerrada con un cordón, como si alguien hubiera intentado esconderla a toda costa. Sobre la bolsa, descansaba una libreta con el nombre de Antonio escrito en letras rojas, como si fuera una advertencia. Alma no pudo evitar acercarse, su curiosidad luchando contra el creciente miedo que se acumulaba en su interior.

Pero, al acercarse, sucedió algo extraño. Un ruido sutil, casi imperceptible, se filtró en sus oídos. Era como una respiración profunda, como si algo o alguien estuviera cerca, pero no podía ver nada. Alma detuvo su movimiento, y su mirada se desvió rápidamente hacia Alex. Pero él estaba allí, parado en silencio, observándolas. ¿Se estaba burlando de ellas? ¿O había algo más en esa habitación? Alma sintió la intensa sensación de ser observada, incluso cuando Alex no se movía, como si no fuera el único ser presente en ese sótano. Su instinto le decía que no estaban solas.

—¿Qué es esto, Alex? —preguntó Alma, intentando mantener la calma, pero su voz temblaba, traicionada por la paranoia que se apoderaba de ella. ¿Estaba realmente sola aquí?

La respuesta de Alex llegó de manera fría, como si ya hubiera esperado esta pregunta.

—Eso... eso es algo que Antonio no quería que nadie supiera. Pero todos estábamos conectados. Todos los que él traicionó... ellos me pidieron que no los dejara en paz. Que no los olvidara. —Su voz se quebró un momento, como si las palabras tuvieran más peso que lo que podía cargar.

Alma dio un paso atrás. En su mente, comenzaban a surgir imágenes distorsionadas, recuerdos de algo que nunca había visto, y una sensación palpable de que algo más estaba sucediendo. Podía sentir cómo el aire de la habitación se espesaba, como si algo invisible, algo oscuro, se hubiera colado en ese sótano.

Puertas que se cerraban solas. Luces que parpadeaban sin razón aparente. Pequeños detalles, insignificantes en apariencia, que aumentaban la sensación de inquietud. ¿Había algo más en este sótano? Algo que no podía entender o identificar, algo que estaba fuera de su control.

Alma se giró hacia Iris, que parecía estar tan absorta en los documentos como ella misma, pero el miedo en sus ojos decía lo contrario. Iris no estaba viendo lo mismo que Alma, ¿o sí? El peso invisible parecía rodearlas, lo que las hacía sentir pequeñas, insignificantes ante una fuerza superior. Algo estaba controlando esta situación, algo más allá de Alex.

Fue entonces cuando Alma escuchó una voz. La escuchó dentro de su cabeza, suave, susurrando:
—No estás sola.

El frío recorrió su cuerpo. No era una voz de Alex, ni de Iris. No era una voz humana. Alma cerró los ojos por un momento, intentando calmar su mente, pero las palabras resonaban en su cerebro, como si algo estuviera tratando de apoderarse de ella.
¿Quién estaba hablando?

La presión aumentaba en su pecho, el miedo creciendo, cuando vio algo que no había notado antes. A lo lejos, en la pared del sótano, había una marca extraña: un símbolo que parecía ser parte de algún tipo de rito o invocación. Su mente comenzó a conectarlo todo. El miedo ya no era solo por lo que veía, sino por lo que no entendía. ¿Qué significado tenía esa marca? ¿Por qué estaba allí? Alma sintió cómo los recuerdos de Alex y Antonio empezaban a conectarse con las sombras, con las fuerzas que rodeaban el sótano. La obsesión de Alex parecía estar relacionada con algo mucho más profundo, algo fuera de su control. Tal vez Alex no era el único en el juego. Tal vez una entidad, una presencia desconocida, estaba controlando las acciones de todos, manipulando las decisiones de aquellos que buscaban justicia, de aquellos que buscaban venganza.

¿Y si esa entidad estaba usando a Alex para sus propios fines oscuros?

Pero antes de que pudiera procesar sus pensamientos, una sombra se deslizó a través del sótano, moviéndose con una agilidad sobrenatural, casi como si estuviera fuera de lugar en la realidad misma. Alma se giró rápidamente, pero no había nadie. El sótano estaba vacío, o al menos eso parecía. ¿Era su mente? ¿O había algo en el aire que afectaba su percepción de la realidad?

La bolsa negra seguía allí, pero algo dentro de ella parecía moverse, como si estuviera viva. Alma dio un paso atrás, sintiendo el miedo apoderarse de ella, pero no podía apartar la vista de esa bolsa. Algo estaba esperando ser descubierto.

De repente, la luz parpadeó de nuevo, apagándose completamente, sumiendo el sótano en una oscuridad total. Alma intentó encender su linterna, pero su mano temblaba. Era como si el sótano mismo estuviera inhalando la luz, despojándola de todo control. Entonces, el sonido de respiraciones profundas llenó la habitación, no provenientes de ninguna persona, sino de algo más, algo que se encontraba justo detrás de ellas.

Alma sintió el horror invadirla, al tiempo que la figura de Alex se desvanecía, como si su presencia nunca hubiera sido real. La puerta del sótano, que hasta ese momento había permanecido cerrada, comenzó a abrirse lentamente, pero no con la fuerza de una persona, sino con una presencia invisible que parecía abrirse paso hacia su libertad.

En ese momento, Alma entendió que no solo estaba luchando contra los secretos de Alex y Antonio, sino contra una fuerza mucho más grande que los manipulaba a todos. ¿Qué quería esta entidad? ¿Y hasta dónde llegarían ellos para satisfacer su voluntad?

SIEMPRE VIGILADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora