Parte 23

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Gwen POV.

Decir que me sentía dolida sería minimizar el nivel de traición que sentía en ese preciso momento. La persona a la que más amaba ni siquiera me tuvo en cuenta para decirme que estaba supuestamente al borde de la muerte.

Puedo entender que Harry estuviera estresado y que quisiera protegerme del dolor, pero eso no justifica que nos robara la oportunidad de pasar nuestros últimos días juntos. Me trató como un accesorio desechable, como si fuera una piedra en su zapato. Solo quería sentir que mi existencia le importaba, que no era alguien a quien pudiera apartar tan fácilmente. Y lo peor es que, en el fondo, sabía que él era consciente de cómo me sentiría, y aun así, no le importó.

Mi rabia explotó de golpe. Sin pensarlo, me abalancé sobre él con una fuerza desesperada, buscando arrancarle la máscara y obligarlo a mirarme a los ojos, a enfrentar la realidad de sus decisiones. Mi pecho ardía de dolor, una mezcla de ira y tristeza. El primer golpe que lancé impactó en su rostro, y Harry perdió el equilibrio, cayendo de su tabla en picada hacia Peter, que se encontraba más abajo.

El dolor en mi pecho hizo que no me contuviera, que descargara mi odio en golpes. Usaba la máscara como una triste carcasa de mi verdadero ser. Lancé el primer puñetazo a su rostro, haciéndolo caer de su tabla.

Peter, atónito, alzó la vista, intentando detener la caída de Harry con una telaraña, pero la furia de Harry lo transformó en una bestia salvaje. Como un gato acorralado, clavó sus uñas en la espalda de Peter, rasgando su traje y dejando heridas profundas. Un alarido de dolor escapó de los labios de Peter mientras trataba de girar su cuerpo para liberarse. Con un último esfuerzo, arqueó su espalda y golpeó a Harry con la parte posterior de su cabeza.

—¡Agh! ¡Imbécil! —gritó Parker desesperado. 

—Tú no eres Parker —respondió el Duende Verde, entre gritos desquiciados—. Tú no eres... Peter murió por...

Peter, girando sobre sí mismo, logró golpear el abdomen de Harry, enviándolo hacia mí. Sin perder tiempo, disparé una telaraña para sujetarlo y atraerlo hacia mí con la intención de asestarle otro golpe, uno definitivo. 

Pero antes de que pudiera hacerlo, Harry se arrancó la máscara, revelando un rostro que no era del todo humano. Las lágrimas corrían por sus mejillas, y su mirada desesperada reflejaba el peso de una culpa infinita. No era mi Harry; era un hombre destrozado, un reflejo de lo que el suero del duende verde le hizo alguna vez a su padre.

Con un grito ahogado, detuve mi golpe y vi los ojos de Harry, ahora con marcas amarillas y una parte de su rostro cubierta de escamas verdes como las de un lagarto, con pequeñas protuberancias que parecían cuernos.

—¡Tú lo mataste! —Grito Harry estallando en llanto, su grito resonó como un eco en mi mente, y por un segundo, el tiempo pareció detenerse.

El dolor me sobrepasó. Los recuerdos me inundaron, y en ese momento supe que, aunque quisiera negarlo, Harry y yo estábamos rotos. Me quedé inmóvil, paralizada por la pena y la culpa, mientras él se abalanzaba sobre mí. Sentí su puño estrellarse contra mi rostro, el impacto reverberando en mis huesos. La rabia en sus ojos se mezclaba con un dolor que conocía demasiado bien: la pérdida.

Sentía cómo el mundo se desmoronaba a mi alrededor. Estaba destruida, incapaz de reaccionar. Intenté golpear a Harry otra vez, pero él atrapó mi brazo y me lanzó al suelo, terminando con nuestro enfrentamiento aéreo.

Caí con tal fuerza que sentí cómo mis costillas soportaron el impacto, como si fueran a romperse. Las lágrimas brotaron de mis ojos desesperadas, entre sollozos.

Harry aterrizó cerca, sobre sus talones. Mirándome aún en el suelo, comenzó a caminar hacia mí.

—Peter Parker... —empezó a hablar—. No era alguien especial. Era un cerebrito con delirios de grandeza, un tonto, si me lo preguntas. Pero él era mi amigo, Gwen. Me alejé de Flash Thompson por él, ¿lo sabías?

El peso de sus palabras me golpeó repentinamente. Todo este tiempo, fui responsable de muchas de las tragedias de Harry. Su padre y su mejor amigo habían muerto por culpa de Spider-Ghost, y ahora él sabía exactamente quién era ella.

—Es tu culpa... —Harry me miraba fijamente, limpiando las lágrimas de sus ojos apagados. Parecía que había perdido la batalla contra el suero del duende—. ¿¡No te lo dije?!

Harry se sentó en mi torso, impidiendo que me moviera, y comenzó a golpearme con puñetazos cargados de ira. Sentí cada golpe como una puñalada al corazón, viendo cómo el hombre al que amaba me veía como una carga.

—¡Yo solo tenía a mi padre! —vociferó, propinándome otro golpe, cargado de odio—. ¿Qué habrías hecho si yo hubiera matado al capitán Stacy? ¡Dímelo, Gwen!

Cada palabra perforaba mi corazón. No solo era el dolor físico, sino la certeza de que el amor de mi vida me culpaba, me odiaba tanto como yo me odiaba a mí misma. Quise gritar, defenderme, pero las lágrimas silenciaron mi voz, y el mundo a mi alrededor se desmoronó.

La carga emocional aumentaba con cada golpe, y la fuerza de sus puños se volvía más brutal. Mi nariz se rompió, y mi vista comenzó a nublarse, confundida con lágrimas.

—¡Suéltala! —gritó Peter desesperado, intentando detener a Harry con sus telarañas para acercarse. 

—¡Parker! —respondió Harry entre gritos.

Utilizó su tabla voladora para golpear las piernas de Peter y desplegó unas cuchillas que atravesaron desde su rodilla hasta su muslo, dejando al héroe gravemente herido y sangrando.

—¡Peter! —grité con dolor.

Peter cayó al suelo, incapaz de levantarse. Intenté forzar a Harry para que se levantara de encima, pero fue inútil. Su cuerpo se estaba volviendo más fuerte y mutaba.

—Mi padre decía, Gwen... —dijo Harry, entre lágrimas, lanzando otro golpe—. Que tú y Peter eran mis mejores amigos. Estaba feliz de que los hubiera encontrado.

—Harry, yo... —respondí asustada—. Lo siento. Pero sabes que esto no es mi culpa.

—He visto que es mentira —contestó—. "No es mi culpa", "lo siento", "es culpa de Spider-Ghost", "también lo extraño"... ¡Estoy cansado de oir lo mismo!

Dejó de golpearme de repente, me quitó la máscara y me miró con tristeza, acariciando mi rostro. Sus ojos recuperaron por un instante el brillo que me enamoró.

—Te amo —dijo Harry de repente. Parecía que su mente daba un último suspiro antes de hundirse por completo en la locura del Duende Verde—. No pude protegerte, Gwen, de verdad lo lamento. Creo que, al final, sí soy un tonto.

Mis ojos estaban cristalizados. La situación estaba en su peor momento, y la única solución posible parecía ser la muerte.

Extendí mi mano hacia Peter, sabiendo que esta vez moriría, con la amarga certeza de que el amor de mi vida me había odiado tanto como yo misma me odiaba. Alguien, por favor, sálvenos.

El Duende tomó mi brazo y lo retorció, aplastándolo contra mi pecho, rompiéndolo. Hizo lo mismo con el otro mientras mis gritos ahogados resonaban en el aire. Peter, aún incapaz de moverse, lanzó sus telarañas al brazo del mutante con cuernos.

Sin embargo, Harry había cambiado completamente. Su cuerpo  se transformaba, sus músculos hinchados y cubiertos de escamas, protuberancias surgían en su frente como cuernos. Era una visión infernal, la encarnación del legado de su padre.

 Lo vi levantar a Peter por la telaraña, halándolo en nuestra dirección, viéndolo con odio y desesperación

—Lo siento, Gwen. —Dijo Peter Parker con una sonrisa en su rostro, aun con la mascara puesta, viéndome directamente. — Hice lo mejor que pude...

 Con un solo golpe, atravesó el torso de Peter con su puño. La sangre manchó el suelo y mi corazón se rompió en mil pedazos.

Todo estaba perdido, y solo podía sentir el amargo arrepentimiento de cada acción que me llevó a ese momento.

Tu, Siempre Fuiste Tu - Spider-man x Spider-GwenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora