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Jake y Heeseung se sentaron juntos en la pequeña habitación del hostal. La noche había caído sobre Incheon, envolviendo el pueblo en un silencio tenso y expectante. Frente a ellos, sobre la mesa de madera, descansaban las cartas que Jake había encontrado, aquellas que narraban una historia rota, incompleta. Hasta ahora.
Jake tomó aire antes de comenzar a leer la última carta, una que nunca había abierto, que parecía haber estado escondida entre las páginas de un libro en la biblioteca del convento. Era una carta que, por alguna razón, siempre había sentido la necesidad de reservar para el final. Ahora, frente a Heeseung, entendía que esa intuición había sido correcta. La voz de Dominic —su letra trémula y su dolor expuesto en tinta— llenaba el aire, revelando el último secreto que Incheon había guardado durante tanto tiempo.
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*"A mi querido Jhon,"*
*"Cuando leas esto, yo habré dejado este mundo o habré sido llevado lejos. Nunca sabremos si nuestras almas podrán estar juntas en paz, pero quiero creer que habrá un rincón para nosotros, donde podamos amarnos sin miedo, sin dolor, sin mentiras."*
Jake sintió que Heeseung le apretaba la mano, un silencioso recordatorio de que no estaba solo. Ambos compartían la esperanza de Dominic, su deseo de un amor sin sombras. Jake continuó leyendo, la voz de Dominic llenando cada rincón de la habitación.
*"El convento no solo es un lugar de paz; se ha convertido en una prisión para aquellos que desafiaron sus reglas. Nos dijeron que nuestro amor era antinatural, un pecado. ¿Qué pecado puede existir en amar a alguien, Jhon? ¿Qué error hay en amar a quien nos llena el alma?"*
Jake tragó saliva y miró a Heeseung. En los ojos de su amigo había comprensión, pero también una profunda tristeza. La voz de Dominic y su desesperación parecían atravesar el tiempo, resonando en el presente de ambos. Heeseung le hizo un gesto para que siguiera.
*"Sé que el pueblo nunca nos comprenderá. Saben que existimos, pero jamás entenderán lo que es amar como tú y yo lo hemos hecho. Cuando cierro los ojos, imagino un mundo en el que tú y yo podemos caminar juntos, donde no tengamos que escondernos."*
La carta de Dominic empezaba a revelar un amor que había superado la barrera del miedo y el juicio, un amor que, aun en las condiciones más adversas, había crecido y florecido en secreto.
*"Me han pedido que me arrepienta, que deje de amarte, pero no puedo. Por eso he decidido escribirte esta carta, la última que recibirás de mí. Si el destino quiere que no volvamos a encontrarnos en esta vida, deseo que al menos sepas que siempre te he amado. Y si algún día alguien encuentra estas palabras, que sepan que existimos, que nuestro amor fue real y que, aunque nos lo hayan arrebatado, sigue vivo en cada palabra que te he escrito."*
Jake cerró la carta, el peso de las palabras de Dominic cayendo sobre él como una carga inmensa. Sabía que Dominic y Jhon habían sido separados, pero el amor que habían compartido era eterno, inmortal. En sus palabras finales, Dominic dejaba un testamento, un grito de esperanza y resistencia.
Heeseung, conmovido, tomó la carta de las manos de Jake y la sostuvo entre sus dedos.
—Esto... esto es lo que estaban tratando de esconder —murmuró, casi para sí mismo—. El pueblo nunca quiso que se supiera que Dominic y Jhon eran tan felices juntos, a pesar de todo. Creían que su amor corrompería al pueblo, pero eran ellos quienes temían lo que no podían entender.
Jake asintió, sintiendo que las piezas del rompecabezas finalmente encajaban. Dominic y Jhon habían amado con una intensidad que había desafiado el tiempo, y aunque sus cuerpos fueron separados, su amor seguía vivo. Jake, decidido, tomó la mano de Heeseung.
—No podemos dejarlos en silencio. No después de saber todo esto. Su historia merece ser contada —dijo Jake, con la voz llena de emoción.
Heeseung lo miró, y Jake vio en sus ojos la mezcla de orgullo y determinación que necesitaba en ese momento.
—Entonces, hagámoslo —contestó Heeseung, apretando la mano de Jake con fuerza—. No dejemos que se borren.
El silencio que siguió entre ambos era de una comprensión profunda, un vínculo que los unía más allá de las palabras. Sabían que contar la historia de Dominic y Jhon no solo honraría su amor, sino también el de ellos, que, aunque en circunstancias diferentes, había nacido bajo las mismas sombras de juicio y prohibición.
Decidieron salir al amanecer, dispuestos a llevar las cartas y los testimonios de Dominic y Jhon al mundo, a quien estuviera dispuesto a escuchar. Querían que su historia quedara escrita, grabada en tinta y papel, para que nunca fuera olvidada.
Afuera, las calles de Incheon permanecían en calma, ignorantes de la historia que estaba a punto de salir a la luz. Jake y Heeseung sabían que enfrentarían resistencia, que sus pasos serían seguidos y sus acciones juzgadas, pero ya no había vuelta atrás. La historia de Dominic y Jhon había encontrado nuevos guardianes en ellos.
Jake, con las cartas en la mano y el recuerdo de Dominic y Jhon en su corazón, se sintió finalmente libre. Por primera vez, estaba seguro de que sus palabras, su trabajo y su vida tenían un propósito más allá de él mismo. Y en ese propósito, encontró la fuerza para seguir adelante.
Heeseung le dio una última mirada, un susurro en el aire que decía: "No estamos solos".
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el secreto de las cartas de amor; heejake!ღ
Historical FictionJake , un joven escritor coreano, llega a Incheon, un pequeño pueblo andino envuelto en misterio, para investigar el antiguo convento del lugar. Entre los viejos libros de la biblioteca, descubre un paquete de cartas secretas que narran un romance p...