Eighteen

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El atardecer pintaba el cielo de Incheon con tonos cálidos, casi como si el pueblo entero estuviera envuelto en una cálida despedida del día. En el pequeño café del pueblo, un lugar donde las tazas de café nunca parecían vaciarse y las conversaciones siempre fluían como el viento en las montañas, Jake y Heeseung se sentaron con los demás. El lugar estaba más animado que de costumbre. No solo era el lugar de encuentro para los habitantes de Incheon, sino también para aquellos que se habían visto atrapados por las historias de amor, los secretos y las conexiones que habían ido surgiendo entre ellos.

Sunno y Sunghoon ya estaban allí, como siempre, sentados en una mesa junto a la ventana. A pesar de que se conocían desde hace tiempo, su relación había comenzado a tomar un giro curioso desde que las cartas de Dominic y Jhon fueron reveladas. Ambos, en su manera silenciosa y a veces torpe, habían encontrado algo el uno en el otro que les daba seguridad. Y aunque Sunghoon no era de hablar demasiado sobre sus sentimientos, su mirada siempre lo decía todo.

—¿Qué pasa, Sunno? —preguntó Sunghoon, mientras jugueteaba con su taza de café—. ¿Por qué sigues mirando por la ventana? ¿Esperas que llegue un caballo blanco o algo así?

Sunno, sin dejar de mirar por la ventana, levantó las cejas con una expresión curiosa.

—Nada, solo pensando en cómo a veces las historias más complicadas tienen finales felices, o al menos, eso espero —respondió Sunno, sin dejar de mirar al horizonte.

Sunghoon suspiró, tratando de ocultar una sonrisa. Su amigo siempre tenía una forma extraña de decir las cosas, pero nunca se había sentido tan conectado con alguien como lo hacía con Sunno. En ese momento, un pequeño destello de luz se reflejó en los ojos de Sunghoon.

—¿Entonces si alguien te dice que tiene una gran sorpresa, vas a seguir mirando el paisaje o vas a mirar al frente, eh? —Sunghoon levantó una ceja, como si estuviera esperando una respuesta.

Sunno lo miró con una sonrisa misteriosa. Sabía a dónde quería llegar Sunghoon.

—Voy a mirar al frente, claro —respondió, con una risa sutil—. Después de todo, no puedo quedarme mirando por la ventana si lo que realmente quiero está aquí.

Sunghoon lo observó por un momento, dándose cuenta de lo que estaba sucediendo. En ese pequeño gesto, en esa mirada compartida, ambos sabían que sus sentimientos habían comenzado a ser más claros.

En la mesa del fondo, Seungmin y Minho se sentaron juntos, riendo de algo que Seungmin había dicho, aunque este no lograba recordar bien qué había sido. A diferencia de Sunno y Sunghoon, Seungmin y Minho parecían ser los más abiertos en cuanto a sus sentimientos. Minho era más serio, siempre tan callado, mientras que Seungmin no podía evitar hacer bromas y mantener el ambiente relajado.

—Oye, ¿tú también crees que Sunghoon y Sunno están a punto de explotar? —Seungmin susurró a Minho, mirando a la pareja de la mesa contigua. Minho levantó la mirada y suspiró.

—¿Qué quieres decir con explotar? —Minho no pudo evitar sonreír, sabiendo exactamente a qué se refería Seungmin.

—¡Que son más obvios que un cartel luminoso de neón! —Seungmin se inclinó hacia Minho, sin bajar la voz, pero conteniendo una risa—. Vamos, no puedes decir que no ves lo que está pasando. Sunno lo está mirando como si fuera el último pedazo de chocolate en el mundo.

Minho se rió, sacudiendo la cabeza.

—Estás bien mal, Seungmin. Pero sí, yo también los veo. ¿Sabes? Me pregunto quién de los dos será el más tonto en admitir lo que ya todos sabemos.

Seungmin pensó por un momento antes de soltar una risa.

—Apuesto a que Sunghoon será el primero. Siempre parece el tipo de persona que dice "no soy romántico" pero luego compra un ramo de flores en secreto.

—¿Tú? —Minho se rió, señalando a Seungmin con el dedo—. No hables, que en el momento en que veas una película cursi te pones todo meloso y empiezas a hablar sobre lo bonito que es el amor.

Seungmin se inclinó hacia atrás en su silla y soltó una carcajada.

—Tienes razón. Pero no te hagas el duro, Minho. Yo sé que en el fondo eres un romántico empedernido, como todo el mundo.

Minho se sonrojó ligeramente, mirando a Seungmin con una sonrisa torcida.

—Eso depende de con quién esté, ¿verdad? —dijo en tono juguetón.

Seungmin lo miró directamente a los ojos, su corazón latiendo un poco más rápido. No podía evitarlo, Minho lo tenía completamente descolocado. Aunque siempre había sido tan extrovertido, no pudo evitar sentirse ligeramente nervioso cuando Minho lo miraba de esa manera. Sin embargo, no podía dejar de bromear.

—¿Lo dices en serio? No sé si podría tomar a Minho en modo romántico —bromeó Seungmin, girando los ojos.

—Te sorprenderías —respondió Minho, acercándose un poco más a Seungmin. En sus ojos había una chispa de diversión y algo más.

Jake y Heeseung se unieron a ellos, interrumpiendo las bromas con una sonrisa en sus rostros. El ambiente entre ellos estaba cargado de energía, pero también había una sensación de alivio. Habían llegado al final de sus propias historias, y ahora el futuro, aunque incierto, parecía lleno de posibilidades.

—¿Todo bien por aquí? —preguntó Heeseung, mientras se sentaba junto a Jake, sonriendo.

Sunghoon miró a Sunno, y ambos compartieron una mirada cómplice, como si los silencios entre ellos hablaran más que cualquier palabra.

—Creo que sí, todo está bien. ¿Y ustedes? —respondió Sunghoon, dándole un golpe juguetón a Sunno, quien parecía perdido en sus propios pensamientos, una sonrisa tímida dibujada en su rostro.

La conversación continuó de manera animada, entre risas y bromas. Aunque las historias de amor de Dominic y Jhon seguían rondando en sus mentes, al final del día, ellos se dieron cuenta de algo más importante. El amor no se trataba solo de secretos y confesiones, sino también de disfrutar los pequeños momentos, de estar juntos, de reír, de compartir la vida, incluso en sus momentos más torpes.

Jake, Heeseung, Sunno, Sunghoon, Seungmin y Minho... todos se miraron con complicidad. No importaba el pasado, no importaba el peso de las revelaciones, porque lo que realmente importaba era lo que construían juntos, con risas, con amor y, por supuesto, con un toque de humor para aliviar la carga.

El café de Incheon no era solo un lugar donde se reunían para hablar. Ahora, se había convertido en su refugio, en su pequeño mundo donde el amor y la amistad florecían, uno por uno, con cada palabra, cada broma, y cada mirada compartida.


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el secreto de las cartas de amor; heejake!ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora