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La luz tenue de la tarde se colaba por las ventanas en arcos dorados, iluminando los vestigios de polvo que flotaban en el aire de la biblioteca. Jake se encontraba una vez más sentado en un rincón apartado, con una carta entre sus manos, mientras el silencio del convento lo rodeaba. Había algo en aquellas palabras que le dolía y le fascinaba a la vez, como si al leerlas se adentrara en los pensamientos más privados de un alma desconocida.

"Querido Dominic,"* leyó en voz baja, casi como un susurro. *"Tus cartas son la única verdad que conozco. En este mundo de sombras, eres mi única luz. Pero me aterra este sentimiento, este amor que jamás podré proclamar. Si alguna vez la gente supiera... ¿qué sería de nosotros?"

Cada frase parecía tejer un lazo invisible alrededor de Jake. ¿Cómo era posible que, décadas después, el amor de dos personas pudiera tener tal poder sobre él? Sintió que Dominic y Jhon ya no eran solo nombres sobre papel; se convertían en presencias palpables, en voces que hablaban en su interior, despertando en él una emoción que no esperaba encontrar. Era como si en sus palabras hubiera encontrado algo propio, un sentimiento reprimido que hacía eco en lo más profundo de su ser.

Jake cerró los ojos y dejó que las palabras resonaran en su mente. Al abrirlos de nuevo, vio a Heeseung observándolo desde el umbral de la puerta. Con su expresión calmada y sus ojos intensos, el joven parecía estar estudiándolo, como si pudiera leer en el rostro de Jake lo que las cartas le habían revelado.

—Cada vez que te veo aquí, te encuentras más absorto en esas cartas —comentó Heeseung, acercándose con pasos suaves.

Jake intentó disimular el sonrojo que le subía al rostro, bajando la mirada hacia el papel que aún sostenía. Sentía que cada vez que Heeseung estaba cerca, su presencia lo perturbaba de una manera que no lograba comprender.

—Es... es fascinante. Dominic y Jhon parecían vivir en un mundo tan diferente al nuestro, y sin embargo, sus emociones son... tan reales —murmuró Jake, con un tono que revelaba más de lo que pretendía.

Heeseung esbozó una leve sonrisa, y sus ojos, cargados de misterio, lo observaron en silencio.

—A veces, las emociones más fuertes surgen en los lugares donde menos se espera —dijo, apoyándose en una de las estanterías. Había algo en su voz, una suavidad que hizo que Jake levantara la mirada, encontrándose con sus ojos oscuros y profundos.

Un instante de silencio se instaló entre ellos, una pausa en la que parecía que todo lo demás se desvanecía, quedando solo el murmullo de las palabras no dichas. Jake sintió una punzada en el pecho, una mezcla de confusión y deseo, como si algo en él respondiera al enigma que era Heeseung. No podía explicarlo; era como si el misterio de las cartas se reflejara en aquel guía enigmático, en la forma en que lo miraba, como si pudiera ver dentro de él.

Finalmente, Heeseung rompió el silencio, apartando la mirada hacia la carta que Jake sostenía.

—¿Te has preguntado alguna vez por qué descubriste esas cartas? —preguntó, con voz suave.

Jake parpadeó, sorprendido. La pregunta era extraña, y al mismo tiempo, inquietante. No era algo que hubiera considerado, pero la forma en que Heeseung lo miraba, con esa mezcla de seriedad y dulzura, lo hacía sentir como si, en efecto, hubiera una razón para todo aquello.

—No lo sé... Quizás fue el destino —murmuró, más para sí mismo que para Heeseung.

—Tal vez el destino también te haya traído a mí —respondió Heeseung en un susurro casi inaudible, lo suficiente para que Jake lo escuchara, pero sin la certeza de haberlo oído realmente.

Jake sintió que un escalofrío le recorría la espalda, y en su interior se despertó un sentimiento que aún no sabía cómo nombrar. Era una emoción desconocida, una mezcla de curiosidad, atracción y algo que le daba miedo admitir. Aquel pequeño rincón de la biblioteca, oculto del mundo exterior, se convertía en un refugio donde no solo leía sobre un amor prohibido, sino donde comenzaba a entender sus propios deseos, los que quizás también preferiría mantener ocultos.

En ese momento, mientras los últimos rayos de sol iluminaban el rostro de Heeseung, Jake supo que el misterio de las cartas y su conexión con aquel enigmático guía estaban entrelazados. Era una verdad que no comprendía aún, pero que latía en su pecho, como una promesa silenciosa y seductora que lo empujaba a seguir adelante, aunque no supiera a dónde lo llevaría.

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el secreto de las cartas de amor; heejake!ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora