XVIII. Desilusión

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"―Vamos, si nos apresuramos no encontráremos obstáculos: Ya todos se han ido a luchar contra el Rey." Es lo que hubo declarado Li antes de que Fane los llevara en un tris a las mazmorras del Castillo Hundido por medio de un portal.

Li los condujo a la celda de acero sólido donde se encontraba Alexei, y Noah quemó el candado en una bola de fuego verde salida directa de sus manos. Li fue la primera en entrar y pronunciar su nombre:

―¡Alex! ―esperaba encontrarlo esperándola, aliviado por verla volver. Esperaba poder disculparse por todas las cosas horribles que le hubo dicho y que ambos pudieran estar juntos otra vez. En vez de eso, encontró un montón de cadenas amontonadas en una celda vacía.

―¿Qué...?

―¿Dónde está? ―Noah fue la primera en preguntar.

―Yo... No lo sé: Les juró que estaba justo aquí...

―Dices que Seline se llevó a todos camino a un golpe de estado ¿Verdad?

Li volteó a ver a Fane: Vaya que tenía un don para decir las cosas de la forma más seca posible.

―Sí... Pero Alexei es un prisionero ¿Por qué llevarlo consigo?

―Si dices que el hijo de Amanda está entrenado y capacitado para pelear de forma violenta, entonces ahí está tu respuesta.

Li rió un poco.

―No creo que él quisiera luchar por la gente que lo encadenó.

―No tiene que hacerlo. La singularidad de Seline puede obligarlo.

―¿El poder de mi madre? Pero ella sólo se comunica con los animales.

Fane sonrió irónico y, Li se atrevería a decir, algo divertido.

―¿En serio te dijo que era eso? Los animales pueden obedecerla sí, pero eso es porque puede controlar sus mentes.

―¿Qué? ¿Controlar...?

Fane asintió:

―Mientras más pequeña o débil sea la psique, con más facilidad la controla: Aplica también a mentes rotas por pensamientos problemáticos que interfieren con el sentido de identidad de la persona.

Li casi se muerde la lengua al recordar como hubo tratado a Alexei.

―Seline también podría romperla al irrumpir en la mente pero eso le daría más trabajo y, mantener aprisionada la psique, más esfuerzo. A ella siempre le gustó el camino fácil.

Li no quería creerlo: Aún con la prueba viviente de ver a Fane vivo y receloso, aún no había terminado por aceptar que su madre, su siempre tan alegre y bondadosa madre, fuese capaz de crueldades como lo eran el manipular y destruir vidas. ¿Por qué...?¿Por qué ninguno de sus padres podía ser lo que parecía?

. ☆ ° • . ☆ .

Alexei escuchó que el cerrojo se abría y, por mera curiosidad, alzó la cabeza; en realidad, no tenía idea de a quien debía esperar pasar por esa puerta. Ah, claro: Seline, la responsable de que se encontrara encerrado.

La dama hizo un gesto de desaprobación chasqueando la lengua repetidas veces.

―Querido: No te ves bien.

Alexei sonrió, irónico.

―En cambio usted luce de maravilla ¿O no? Digame: ¿Qué se siente mentir tan bien que ni siquiera las arrugas se le noten?

―Alexei Querido, no seas grosero: Fui madre demasiado joven; no estoy ni cerca de las arrugas.

Hablaba tan casual: Alexei la quiso estrangular.

―¿A qué vino? ¿A torturarme? ¿A burlarse? Porque, para su información, su hija ya hubo hecho ambas de esas cosas.

―Wow, ¿En serio? ―Seline seguía en ese tono ocasional― No creí que se pareciera tanto a mi, en ese caso.

Alexei ya estaba que explotaba de la rabia.

―Pero no he venido a hablar de mi hija. ―Seline se limpió el polvo del hombro, mirando con desdén el mugriento rededor― Vine a confesarte un pecado.

Sonrió con cinismo, como si ella fuera la que oiría el pecado. Alexei rio irónico, mostró gelidez en sus facciones.

―¿Y a mi qué me importan tus pecados?

―Más de lo que crees Querido: ¿Recuerdas a los vampiros que irrumpieron en tu casa cuando eras niño?

Alexei se esforzó mucho por no delatar emoción en su fachada fría: Soltó una risa corta, como de alguien a quien no le importara en lo más mínimo.

―¿La mentira que me contó Adrick? Puede que no estés informada, pero no fueron vampiros ajenos los que aparecieron esa noche.

Seline rió divertida:

―Oh, no Querido, sí que hubo un grupo de vampiros: La familia de tu madre para ser exactos. Llegaron y los mataron a todos. Bueno, a ti no evidentemente. ¿Sabes cómo supieron dónde buscar?

―Qué me importa. ―espetó Alexei, cada vez con más dificultad por mantenerse sereno.

―Una amiga les contó sobre el amigo de Adrick. Verás: En aquel entonces necesitaba desquitarme con él por el mero hecho de... De existir, sí. Necesitaba molestarlo y recordé a su ingenuo amigo, el que se hubo casado con una vampiresa: Los padres de ella no estaban muy conformes y, con razón. ¿Una vampiresa y un humano? Descabellado ¿No? Me daba mucha pena el caso así que les hice el favor de darles su dirección. ―sonrió de manera soleada, como si acabara de cortar flores de su jardín.

―Mientes. Mi madre fue la que asesinó a mi... ―se atragantó con las palabras: Si las decía en voz alta se volverían realidad. Seline amplió su sonrisa hasta volverla perversa.

―Yo le pedí a mi hija que te contara eso.

Alexei apretó la quijada y mantuvo su mirada fija en Seline. Ella pudo percibir como sus pensamientos se desbocaban: Ya no sabía en qué creer con tantas versiones de la historia y mucho menos si las tres versiones del cuento venían cada una de alguien en quien creyó confiable. La psique del vampiro estaba a un golpecito de romperse: Excelente. Sólo faltaba ese empujón.

―O quizás ambas versiones sean ciertas. Piensalo así: Tus abuelos llegaron para masacrar a todos incluso a su hija pero, en un giro de los acontecimientos, ella se unió a ellos. En ese caso serías un malagradecido: Adrick te salvó de tu propio linaje asesino llegando justo a tiempo para rescatarte, sólo para que tú se lo pagues con desobediencia y rebeldía. Oh, no, peor: ¿No fuiste tú el que casi mata a su hija?

Alexei negaba con cada palabra y hasta desearía taparse los oídos para que la culpa no se colara en su cerebro de no ser por las cadenas que aprisionaban sus manos en su totalidad.

Era cierto: Era un malagradecido, un hipócrita, un asesino por nacimiento, un esperpento: Un completo... Monstruo.

―No, no ¡No!: Ya callate ¡¡Callate!!

Perfecto.

Los ojos de Seline centellearon de un verde tóxico y muy pronto los gritos de Alexei cesaron, tomando una postura rígida e inexpresiva a su vez que sus ojos tomaron ese mismo verdor.

MidnightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora