VII. El Baile

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Había pasado una semana ya desde que Li hubo visto por última vez a Alexei.

Por infortunio para ella, su padre se había tomado demasiado en serio su prohibición y, cada que la princesa pretendía escabullirse por las noches con la intención de hacerle una visita a su enamorado, Adrick se encontraría siempre un paso adelante para regresarla de vuelta a su habitación. Mas, ésta vez estaba segura de que lograría evitarlo: Su padre había tenido un día bastante ajetreado, por lo que éste había caído instantáneamente en un profundo sueño dado al agotamiento. Era ésta la oportunidad que esperaba.

Así, sin esperar más, Li se dirigió con premura escaleras arriba en dirección a la Torre Sur del castillo y, al llegar, tocar la puerta con impaciencia.

-Psst. Alex, ábreme. -llamó en palabras que para nada serían susurros.

Sin embargo, no hubo respuesta proveniente del lado opuesto.

Queriendo la princesa entonces abrir la puerta por cuenta propia, fue para su disgusto la sorpresa de encontrar que ésta se encontraba cerrada con llave.

Tocando entonces nuevamente y, igual que antes, sin respuesta alguna del otro lado, fue que la chica decidió usar otro método para entrar. Saliendo entonces de las paredes del palacio para adentrarse en los jardines Sur, la princesa arrojó un gancho atado a una cuerda en dirección al balcón de la torre; así, usando esto como herramienta, se decidió a escalar con las pocas destrezas físicas que poseía y, pese a dicha desventaja, su impulsividad e impaciencia la ayudaron a lograr su cometido; alcanzando así a llegar a apoyarse en una de las piedras pertenecientes al borde del balcón mas, sin ser capaz de dar el ancho de fuerza necesaria para impulsarse y saltar el barandal, optó por llamar la atención del vampiro desde allí.

―¡Psst! Alex, soy yo. ¡Respóndeme!

Por desgracia, y a causa de buscar tomar un poco de impulso para poder ver mejor el interior de la habitación, el infortunio le jugó la mala pasada de que el borde de la piedra en la que se encontraba apoyándose se trozara, provocando a su vez que resbalara y, en consecuencia, que cayera al vacío al no tener nada a lo qué sostenerse.

El pánico momentáneo al desplomarse de tan alto la indujo a pegar un grito instintivo, agudo y escandaloso a su vez que percibía con horror el fugaz silbar del viento recorriendo todo su ser, impidiendo toda y cualquier clase de pensamientos para dar paso al tosco y paralizante terror en su forma más cruda.

Con su corazón lleno de temor, cerró los ojos para así no ser testigo de su propia perdición. Sin embargo, el impacto del duro suelo nunca llegó. En su lugar, sus sentidos pudieron notar como la previa y fugaz ráfaga de viento cesó de golpe, a su vez que percibió el calor y agarre de un cuerpo ajeno. Atreviéndose a abrir los ojos, se encontró justamente con quién hubo estado buscando y la razón por la que se viera envuelta en aquel transitorio percance.

―Alex... ―fue su nombre lo único que atinó a decir antes de que éste aterrizara su vuelo y la pusiera a salvo en el suelo.

―¿En qué estabas pensando al caerte de esa manera? Tu grito casi me mata de un infarto. ―para su sorpresa, un reclamo fue lo primero que salió de boca del vampiro.

―¿Disculpa? ―la princesa no se tomó bien ésta queja― No es como si quisiese haberme desplomado a propósito de esa altura. Además ¿De qué otra manera podría haber entrado a tu cuarto?

―Mhm... No sé ¿Tocando? ―el vampiro arqueó una ceja.

―¡Pero sí toqué y no respondiste! ¡Tú fuiste el que me orilló a escalar, para que conste!

Alexei nunca había visto a la princesa así de alterada y mucho menos por una pequeñez. Es decir, sí, sabía que tendía al melodrama pero esto era excesivo.

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