XIII. El Asesino

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La Princesa Li se dirigió a la puerta que daba a la habitación de su amado: Alexei iría a una misión importante ésta noche y se encontraba algo tenso por participar en algo que realmente los acercaría a un golpe real contra el Rey, y Li se ofreció a distraerlo y hacerle compañía antes de irse: Quería brindarle todo el apoyo posible pues, (aparte de que, evidentemente era su novio) éste asunto le concernía tanto a él como a ella; era un paso crucial para poder llegar a estar realmente juntos: Sin nada ni nadie que pudiera interponerse entre ambos...

―Alex. ―lo saludó una vez el vampiro hubo abierto la puerta, abrazándolo con cariño― Mucha suerte con la misión y, recuerda: Si algo llega a suceder, lo que sea; tú avisame y acudiré en tu ayuda. También puedo contribuir en todo esto a mi manera ¿Sabes?

El vampiro sonrió reconfortado:

―No te preocupes: Nada saldrá mal y, aún en el nulo caso de que así suceda; tú serás la primera en enterarte.

El vampiro entrelazó los dedos con los de ella y éste mínimo gesto la hizo olvidar los remanentes de preocupación con respecto de lo que sería de Alexei o incluso su padre. Le agradeció la calidez con un tierno beso en la mejilla que coloreó la palidez del vampiro de rosa.

―Gracias por esto Alex: Yo no podría enfrentarme a mi padre de la manera en que lo haces tú. Me alegra tenerte a mi lado para apoyarme.

El nombrado se paralizó ante la gratitud y el nerviosismo se apoderó de su ya veloz corazón: Nunca sabía cómo reaccionar ante palabras que floreaban su persona. Intentó cambiar de tema:

―¡Bien! ¿Qué tal si mientras esperamos a que sea hora de que me vaya pasamos el rato charlando? ―casi se tropezó con un mueble al momento de retroceder intentando no hacer evidente su bochorno, fallando, claramente. Li se tapó sutilmente la boca para que no viera la risa en sus labios; era tan adorable cuando se ponía nervioso.

Finalmente, el muchacho logró sacar una caja de dulces del mueble con el que se hubo accidentado y tomó asiento en su cama, invitando a la chica a unirsele, ofreciéndole algunas de las golosinas. Li aceptó gustosa y tomó un piruli; ya estaba a punto de iniciar la charla cuando el vampiro se le adelantó:

―¿Sabes? Últimamente he estado pensando en aquella noche en la que decidimos irnos de Palacio... ¿Recuerdas lo que me dijiste en el claro del bosque?

La muchacha recordaba muy bien su discusión, pero... Alexei se veía relajado ahora, dudaba que se tratara de eso.

―¿Te refieres a cuando arruiné nuestro beso? ―bromeó; realmente no tenía idea de a lo que se refería. El muchacho rió.

―No, no. Bueno, en parte: Esa vez me dijiste que descubriste que mi madre era vampiresa.

―Oh. ―Li se metió la paleta de caramelo a la boca; esperaba que eso no continuara hasta la pregunta clave...

―Antes aún estaba procesando lo ocurrido con el Rey, la Oposición y, bueno, nosotros. Pero ahora que todo marcha para mejor creo que me gustaría preguntarte... ¿Tu padre te contó lo que realmente le ocurrió a los míos?

Y ahí estaba. Aún así, Li trató de evadir:

―Sí... Lo hizo.

―Podrías... ―el vampiro se aclaró la garganta― ¿Contarme?

La chica finalmente dejó su golosina de lado y de mirar a donde sea menos a él.

―Alex: No creo que quieras tener que escuchar eso.

―Li, son mis padres. Si alguien debería tener el derecho de saber creo que ese debería ser yo.

Seguía sereno, sin embargo la seriedad puesta en sus facciones remató la rigidez de sus palabras y, aunque a Li no le agradara la idea, tenía razón. Terminó por suspirar.

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