III. La Biblioteca

42 4 27
                                        

Posterior a aquel pequeño encuentro en la cocina real, la princesa Li comenzó a estar dispuesta a dejar de lado algunos de sus tantos prejuicios respecto a lo que creía saber acerca de los vampiros; detalle que le sugirió seguir frecuentando a su característico amigo con un incremento gradual de constancia, descubriendo asimismo que, Alexei no era ni de cerca un ser como los encontrados en sus libros de fantasía que hablaban acerca de dichas criaturas: Comenzando con particularidades como no depender completamente de sangre para subsistir; que eran capaces de verse reflejados en espejos; o incluso aquella vez en qué le preguntó por su edad... Aquella fue la vez en la que pudo contemplar con mayor claridad la persona que él era en realidad...

―Oye Alex.

Llamó su atención una noche de lectura en la biblioteca.

―¿Mmh?

El distraído joven frente a ella la miró por encima del libro que se encontraba leyendo; con frecuencia la princesa Li se preguntaba cómo era que su amigo lograba leer con tanta facilidad a mitad de la completa oscuridad, aunque, claro está que por el momento hubieron encendido un par de candelabros a consideración de su limitada visión humana, bien ella ya se había topado con el vampiro, como si esto fuese lo más común del mundo, leyendo en los lugares donde la mínima cantidad de luz llegaba, o si es que acaso no la presencia de ésta era casi nula.

Aquella pequeña duda que llevaba un rato rondando en su cabeza la distrajo de lo que realmente pretendía preguntar.

―¿Cómo es que puedes leer así?

―¿Así, cómo? ―el vampiro le dio la vuelta a una página del libro en sus manos, aún un tanto distraído por su lectura.

―Bueno: ¡En completa penumbra, literalmente! ―la princesa exageró el gesto con sus brazos.

Él simplemente rió, afirmando que las luces ya se encontraban encendidas, así que, técnicamente, ahora mismo leía con la luz emitida por los candelabros arriba de ellos: Inclusive ella podía leer sin problemas en dichas condiciones.

La joven princesa esbozó una mueca.

―No simules demencia; sabes perfectamente de lo que hablo: Tal cual, te he visto buscar esquinas oscuras para acomodarte a leer de lleno. ―cruzó los brazos con orgullo herido.

El joven vampiro finalmente cerró su libro y mantuvo contacto visual al explicar:

―Bien: En sí podría decirse que puedo leer mucho mejor en ese tipo de condiciones. Es como si tú buscaras los lugares donde más llega la luz a la hora de inspeccionar algo a detalle.

La princesa entonces cayó en cuenta de algo:

―¿Eso quiere decir que entonces se te dificultaría fijar la vista en lugares donde más llegue la luz?

―Mm... No lo diría así, pero... Sí, en cierta forma, sí.

―¿Quieres que apague los candelabros? ―ofreció la princesa Li ante tal conclusión, notándose un tanto alarmada.

Alexei, desvió la mirada, sonrió por lo bajo y hojeó el libro que había dejado a su lado de la mesa, de manera suave y repetitiva, a modo de un gesto que la princesa Li en el momento no pudo terminar de descifrar. Acaso era... ¿Timidez? Lo dudaba; él siempre se mostraba directo con ella, claro, a menos que se tratara de temas como la alimentación o anatomía vampírica. Entonces: ¿Por qué reaccionar de esa manera?

―No. ―respondió aún continuando con aquel movimiento de sus dedos en las hojas del libro.

―Sino: ¿De qué otra forma podrías tú, disfrutar de tu lectura?

MidnightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora