Heinrich Ackerman
La sala está bañada por una luz tenue que apenas se filtra a través de las cortinas pesadas. Los rostros son graves, y el aire está cargado de tensión. Ahí están, todos reunidos. Paul, como siempre, está en el centro, su presencia helada e imponente como un muro de piedra. Su mirada es fija, calculadora, pero lo que más me irrita es esa calma despreciativa que proyecta, como si nada de lo que ocurre fuera digno de alterarlo. No entiendo cómo puede mantenerse así, como si el robo de un armamento tan valioso fuera algo trivial.
- ¿Cómo es posible que los franceses hayan logrado robarlo? - pregunto, la voz algo temblorosa, sin poder ocultar la frustración que hierve en mis entrañas.
Viktor, con su rostro severo, responde con una calma similar a la de Paul, aunque su preocupación es más visible. - Es algo que no podemos permitir. Ese armamento no era cualquier cosa. Ni siquiera se lo hemos vendido al ejército alemán aún.
La tensión crece en el aire, y no puedo evitar sentir una oleada de desesperación. ¡No podemos dejar que se salgan con la suya! Ese armamento avanzado... es crucial. Es algo que cambiaría las reglas de cualquier enfrentamiento. Si los franceses lo tienen, perderemos una importante ventaja.
Mi mente empieza a acelerarse, y las palabras brotan de mis labios con más urgencia de la que quisiera mostrar. - ¡Tenemos que hacer algo ya! ¡No podemos permitir que los franceses sigan con esto! ¡No podemos quedarnos de brazos cruzados!
Esas palabras, desesperadas y cargadas de ira, parecen romper el silencio que se había instalado. Todos me miran, algunos con cierto desconcierto. En especial, Elise... su mirada llena de una especie de complacencia que me hace hervir la sangre. Ella está aquí, mirando a Paul como siempre lo hace. En sus ojos, la esperanza de que Paul, el hombre al que ama, tome el control, y de alguna forma, lo hará, no importa lo que pase.
Pero Paul... ese maldito Paul... no muestra ni un ápice de preocupación. Su mirada sigue fija, su postura recta. Está por encima de todo esto. El resto de nosotros somos simplemente piezas en un tablero, esperando sus órdenes.
- Cálmate, Heinrich -, su voz, fría y autoritaria, corta mi momento de desesperación como una espada afilada. Es una orden disfrazada de consejo, y yo lo sé. Mi cuerpo se tensa. Por alguna razón, su tono siempre tiene ese poder sobre mí. Siempre lo ha tenido.
Bajo la cabeza, controlando mi respiración. No puedo dejar que me vean perder el control, especialmente él, el heredero... el que todo lo tiene.
Paul finalmente habla, y sus palabras me golpean con la misma fuerza que su mirada. - Es cierto, no podemos permitir que los franceses se queden con ese armamento. Pero no es momento para perder la calma.- Hace una pausa, y entonces, con una frialdad aterradora, agrega: - Tengo un plan.
La sala queda en silencio, todos pendientes de lo que Paul va a decir a continuación. Mi corazón late con fuerza, y aunque me esfuerzo por mantener la calma, el sentimiento de envidia hacia él no se apaga. Él tiene el poder, él tiene todo. Y yo... yo no soy más que un espectador.
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BAD LIFE (+18)
RomansaUna historia basada en Romeo y Julieta. En el crepúsculo del siglo XIX, el año 1892, la historia de Paul Ackerman y Madeleyne Stone se despliega como un tapiz tejido con hilos de destino y tragedia. Paul, el enigmático líder de la mafia más temida d...