El Presidente

Por amor

Veo a Dunk desde la ventana de la cocina mientras pasea por el porche, hablando acaloradamente con su hermano. Está poniéndolo al día sobre todo lo acontecido, y parece que su hermano no es tan comprensivo con papá.

Dunk es fuerte, pero lo es para soportar lo que la vida le eche encima. Por lo visto, su hermano es fuerte en general: un hombre que no se doblega ante nadie.

Joong: Hola, primo.
Pond: Hola. ¿Qué tal todo?
Joong: Bien. Parece que papá no es una mala persona, solo un idiota que no tuvo el valor de enfrentar a su pareja y, en cambio, decidió creer en unas palabras escritas.
Pond: ¿Entonces ya está todo aclarado?
Joong: Más o menos. Dunk está hablando con su hermano. Papá quiere visitar a Tay y hacerse cargo de él. Quiere trasladarlo a un mejor hospital.
Pond: Suerte con Phuwin. Ese hombre es lo más terco que he conocido en mi vida.
Joong: Aún quiero que te lo lleves.
Pond: Tranquilo, eso está hecho.
Joong: Bien.
Pond: Pero te aconsejo que empieces a ganártelo. Si decide interponerse entre Dunk y tú... suerte, amigo.
Joong: Dunk es mío.
Pond: Ya, ya...

Bloqueo el móvil y vuelvo a mirar a Dunk. Me siento increíblemente posesivo con él, tanto que necesito recordarle que estoy aquí. Me levanto y salgo al porche con él.

—...Claro que no cambia lo que vivimos, Phuwin, pero papá esperaba a New. Estoy seguro de que lo dejaría volver a su vida, y como su hijo, he decidido...

Lo abrazo por la espalda y apoyo mi barbilla en su hombro.

—...que se merecen verse. Y si New quiere trasladarlo al mejor hospital, con los mejores medicamentos y...

Su mano busca la mía, entrelazamos los dedos.

—...los mejores médicos, me parece perfecto. Esto no es por nosotros; esto es por papá.

—Qué bien hablas.

—Sí, es Joong.

Intento escuchar lo que dice, pero no se entiende.

—Mucho.

—¿Mucho qué?

—Vale, hablamos luego. Yo también te quiero.

—¿A quién quieres más?

—¿En serio, Joong?

Muy en serio. Lo giro hacia mí y lo beso intensamente, demostrándole a quién pertenece.

—Calma, Joong. Estamos en casa de tus padres.

—Vamos a casa...

—No podemos, tengo que hablar con tu padre.

—Vale, pero prométeme que luego volveremos a casa. Quiero sentir tu piel.

Dunk me devuelve un beso más casto.

—Pórtate bien y gánatelo.

—Si tú eres el premio, vale la pena...

Papá sale buscándonos.

—Chicos, ¿está todo resuelto?

—Eso parece.

—Sí, señor. Ya hablé con mi hermano. ¿Cuándo quiere ir?

—Ahora.

—¿Ahora tienes prisa, papá?

—Sí.

—Bien, vamos.

Papá no habla en todo el trayecto. Mantiene la vista en el paisaje y la mente, vete tú a saber dónde.

Por solidaridad, vamos los tres en silencio, aunque Dunk no deja de acariciar mi pierna, buscando calma en nuestro contacto.

Cuando llegamos, papá no nos espera y se marcha directo a buscar a Tay.

—Si me quedaba alguna duda, esto demuestra lo real que es la historia de tu padre, ¿no crees?

—Eso estaba pensando. Papá parece realmente afectado.

Entramos al hospital tomados de la mano, y cuando llegamos a la habitación de Tay, los encontramos fundidos en un abrazo.

Así se quedan durante no sé cuánto rato, y cuando por fin se separan, papá se dedica a mimar y cuidar con delicadeza al padre de Dunk.

—Dunk... ¿te importa si hablo con el doctor de Tay? Quiero averiguar si podría llevármelo a casa conmigo. Por supuesto que contrataríamos personal médico si lo necesita.

—Ya hemos aceptado trasladarlo a un hospital mejor... Si va a estar igual o mejor cuidado, no veo el problema.

Papá está a punto de llorar. No puedo creer que sea New. Nunca, en mi vida, he visto a papá así de emocionado. Abraza a Dunk y le da un pequeño beso en la sien.

—Gracias, hijo.

—Ammm... D-de nada.

—Papá, suelta a mi chico.

Papá me sonríe. ¿Está sonriendo? Luego me devuelve a Dunk para volver con Tay, a quien acaricia amorosamente la cabeza. Los dos mantienen una conversación alegre sobre los colores del atardecer.

—¿Cómo puede cambiar tanto una persona?

—Por amor...

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