Magnetic.

２０. ¿Que más escondes?

Haerin y Lily se encontraban sentadas en la cama de la habitación del hotel, disfrutando de un momento de descanso entre sus apretadas agendas. La suave luz del atardecer se filtraba por las cortinas, dándole al ambiente un aire cálido y relajado.

—No sé, Lily… —comenzó Haerin, jugando con un mechón de su cabello mientras miraba al suelo con cierta incertidumbre—. John me dijo que quería regalarme un auto.

Lily, que estaba acomodando unos cojines detrás de ella, dejó de hacerlo y arqueó una ceja, curiosa.

—¿Un auto?—repitió, inclinándose un poco hacia Haerin—. Eso no es cualquier cosa. ¿Qué le dijiste?

Haerin suspiró y levantó la mirada hacia su amiga.

—No estoy tan segura, no quiero verme como una interesada y es demasiado.

Lily la miró con una expresión mezcla de asombro y diversión.

—¿"Demasiado"? ¿Tienes idea de cuántas personas darían lo que fuera por que alguien les regalara un auto? ¡Es mejor que caminar!

Haerin no pudo evitar reírse ante el entusiasmo de Lily, quien sonrió ampliamente.

—Supongo que tienes razón—admitió Haerin con un leve encogimiento de hombros—. Pero aún así, se siente raro.

Lily hizo un gesto animado con las manos.

—¿Y qué modelo sería? Vamos, dime, necesito detalles.

Haerin dudó un momento antes de responder, pero finalmente sonrió, como si la idea la emocionara un poco.

—Un Jaguar rojo.

La boca de Lily se abrió de par en par, y sus ojos se agrandaron como platos.

—¿¡Un Jaguar rojo!?—exclamó, claramente sorprendida—. ¡Haerin, no estás hablando de cualquier auto, estás hablando de un Jaguar!

Haerin rió aún más al ver la reacción de su amiga, quien parecía haber perdido la compostura por completo.

—¿Qué tiene de malo un Jaguar?—preguntó con fingida inocencia, aunque en su rostro se dibujaba una sonrisa traviesa.

—Nada, excepto que es increíblemente lujoso. ¡Oh, por favor, dime que lo vas a aceptar!—Lily puso las manos juntas como si estuviera rogando—. ¡Tienes que aceptarlo, Haerin!

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De repente, la puerta se abrió y Mick entró, con una sonrisa traviesa en el rostro. Sin mediar palabra, tomó a Haerin de los hombros y la miró a los ojos.

—¿Estás lista para la sorpresa no tan sorpresa?—preguntó, un tono de complicidad en su voz.

Haerin asintió sin poder ocultar su ansiedad. Lily, que estaba cerca, se acercó con una venda en las manos.

—Vamos, tienes que estar a oscuras para que sea más divertido —dijo con una sonrisa, mientras cuidadosamente le colocaba las vendas sobre los ojos de Haerin, asegurándose de que no pudiera ver nada.

Con un gesto firme, Mick le tomó suavemente la mano y la condujo fuera de la habitación. Aunque Haerin no podía ver, pudo sentir cómo la guiaban con cuidado por el pasillo y hacia el elevador.

En ningún momento la dejaron sola, y cada paso que daba la llenaba de una mezcla de emoción y expectación.

El elevador descendió con un suave zumbido hasta llegar a la planta baja. Cuando las puertas se abrieron, el aire fresco de la noche golpeó su rostro, y Haerin pudo distinguir el sonido de las luces y la brisa nocturna, pero aún no sabía qué le esperaba.