-edit- Capítulo 10.- Tortura a medianoche y cambios en Hufflepuff.

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- No puede ser ninguno de mis amigos porque, además de no saber nada de lo que ha pasado, tampoco intentarían averiguarlo por medio de la magia antes de preguntarme, y tampoco alguien que no me conozca. Tiene que ser mayor, de séptimo u octavo, para conocer el hechizo y la manera de llevarlo a cabo, probablemente alguien que sepa quién soy y con el que haya hablado antes. Debe ser muy diestro en magia, y no muy cobarde, para, en pleno pasillo, querer usar la Legermancia -decía Hermione en voz alta, aún sentada en el claro del bosque, con las manos revolviendo con suavidad su pelo, y la voz entrecortada por el frío de la mañana- puede que sea uno de los prefectos, porque, ¿qué otra razón hay para que haya estado en la entrada de la sala común? Aunque Harry también estaba cerca del lugar cuando pasó.

La frustración amenazaba con comenzar a hacer mella en sus razonamientos pues, por más que buscaba, sólo una respuesta lógica le venía a la mente, y era una respuesta que estaba decidida a rechazar: Draco.

No podía ser él, a él no le importaban los pensamientos de la chica, y era imposible que recordara algo de lo sucedido en su habitación, pues el hechizo Obliviate no se le daba precisamente mal. No, era imposible que fuera él, un orgulloso Slytherin que no se acercaría más de lo necesario a una sangre sucia para algo más que recordarle lo perfecto de su estatus social.

Se tomó un momento para pensarlo. ¿Quién más se encontraba en aquél momento cerca de Zabini y ella? Nadie que ella recordara, salvo... Harry.

Él apareció poco después de que la muchacha lanzara el hechizo aturdidor, y parecía cansado, pero ella rechazó la respuesta casi tan rápido como la anterior. Su amigo no tenía la necesidad de  sacarle nada por la fuerza, pues ella de buen grado respondería todas sus preguntas. Preguntas que nunca había formulado.

- ¡Granger!

Ante el llamado la chica se sobresaltó, levantando una confusa mirada desde sus pies hasta un rubio de ojos grises que la miraba con una mezcla de diversión y curiosidad.

- ¿Smith?- preguntó insegura.

- Qué honor que siquiera recuerdes mi nombre -dijo haciendo una reverencia, y recordándole a la chica el comportamiento de Blaise.

- ¿No deberías estar en clase?

- Puedo preguntarte lo mismo, aunque el que tú faltes es decididamente más preocupante que mi ausencia, te lo aseguro.

- Claro que es más extraño, porque tú ya estás acostumbrado a faltar a sitios en los que tienes que estar. Las clases, la guerra contra Voldemort... -contestó con un deje de resentimiento, pues recordaba perfectamente que aquél chico se había marchado nada más empezar la lucha contra los mortífagos en Hogwarts.

- Lo siento por eso, pero mi padre me sacó casi a rastras del colegio en cuanto Voldemort llegó para buscar a Potter -pronunció su nombre con tanto asco que la chica se sorprendió- aunque no tuvo en cuenta lo que yo pensaba, o el hecho de que a mi sí me gustara el colegio como estaba, en guerra o bajo el mando de Snape. Ya sabes por qué no estuve yo, ahora, ¿puedo preguntar el por qué de privar de tu presencia a los demás alumnos de Runas?

Una sonrisa cruzó el rostro de Hermione, quien volvió a mirar a Zacharias, esa vez con renovado interés. Debía admitir que se parecía mucho a Draco por varias razones obvias, y una de ellas era que siempre había tenido el pelo rubio y los ojos grises, al igual que el Slytherin, a pesar de ser un Hufflepuff. Otro rasgo que lo asemejaba al Malfoy era que Smith parecía haber adelgazado durante la duración de la guerra, y había crecido un poco, lo que hacía que su parecido con el hijo del mortífago rozara lo irreal. Y el parecido más obvio e importante para muchos magos era que, tanto Smith como Malfoy, procedían de largas estirpes de magos de sangre pura.

Blonde disaster (dramione - editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora