-edit- Capítulo 7.- Un rubio frustrado y un nuevo compañero.

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Lo primero que hizo Draco al levantarse a la mañana siguiente fue dirigirse a la habitación de Luna Lovegood. Recordaba haber hablado con ella antes de ver a la morena, y esperaba que ella pudiera aclararle por qué demonios tenía un hueco en blanco donde debería estar el recuerdo del tiempo indefinido que había estado con Granger.

Dos toques a la puerta bastaron para que ésta se abriera, mostrando detrás a la Ravenclaw con su túnica puesta y aparentemente lista para salir.

- ¿Ibas a algún lado?- preguntó el rubio levantando una ceja.

- Ahora ya no -sonrió ella- pasa -se apartó para que el chico entrara.

Él entró al cuarto siguiendo a la chica, que con un movimiento de varita cerró la puerta tras de sí, y ambos se sentaron en la cama de la muchacha, que resultaba ser una pequeña cama para una persona. Ella sonreía ampliamente mientras veía al chico analizar cada detalle de su habitación, desde las pequeñas decoraciones de las paredes hasta lo más extravagante.

''- ¿Por qué será que no me sorprende?''- se preguntaba mentalmente el joven Malfoy mientras veía la... Peculiar, por decirlo de algún modo, decoración del cuarto: las paredes azules con enormes águilas por donde pudieras poner la vista, un sofá gigante con dos grandes almohadones en forma de cabezas de león semejantes a las que llevaba a los partidos en los que apoyaba a los Gryffindors, carteles y pósters en los que ponían frases del tipo ''Los nargles y los torposoplos también son seres vivos'', un techo que se asemejaba mucho al cielo nocturno y una cama con la forma de la revista de su padre.

- ¿Y bien? ¿Qué pasa? -preguntó con dulce voz Luna mientras paseaba su vista por el techo, irradiando la tranquilidad de siempre e inspirando confianza al rubio, que sonrió de lado al verla tan abstraída por la decoración.

- Tú... No sabrás, por casualidad, por qué estaba yo en la habitación de esa... Sangre sucia, ¿verdad? -preguntó torciendo la boca al decir el sobrenombre de Hermione.

La chica hizo una mueca de disgusto al oírle dedicar tal adjetivo a su amiga, pero decidió ignorarlo en aquel momento pues le parecía cuanto menos extraño que el cualificado mago no recordara de un segundo para el otro su propósito con la leona.

- ¿No recuerdas nada? Que curioso... -comentó ésta- muy, muy curioso...

- ¿Me vas a decir qué es tan curioso?- interrogó él empezando a molestarse por la indiferencia y suavidad con la que ésta hablaba, estando acostumbrado a la forma impulsiva y borde de hablar de los Slytherins, tanto con los demás como entre ellos.

- No -dijo ella con una sonrisa, levantándose de la cama y saliendo del lugar, ante lo cual el muchacho no puedo más que suspirar y seguirla.

- O me lo dices, o se lo diré a mi pad-

- ¿A tu padre? ¿Estás seguro de eso? -preguntó ella, por primera vez mostrando algo de amargura en su voz. Mortífagos como el padre de Malfoy habían conseguido corromper el noble corazón de su propio progenitor, y la sola mención de aquellas horribles personas le ponía los pelos de punta.

Dicho aquello la rubia salió, y lo mismo hizo el chico, que se desapareció y volvió a aparecerse a las puertas del Gran Comedor donde, corriendo, se apresuraban a entrar los más rezagados.

Ignoró al nuevo profesor, que se acercó a él con la intención de recordarle que nadie fuera del equipo del profesorado o oficiales del Ministerio podía desaparecerse dentro de los terrenos del colegio.

Draco atravesó las puertas con parsimonia y orgullo en su mirada, típico de alguien de su antigua condición social privilegiada y, como esperaba, recibió bastantes miradas y susurros, que lo siguieron hasta que se hubo sentado e incluso después de colocarse en la mesa.

Blonde disaster (dramione - editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora