Blonde disaster (dramione - editando)

Capítulo 16.- Personas inesperadas y situaciones desesperadas -editado-

- ¿Cómo podemos evitar que eso ocurra?- preguntó Harry, haciendo la pregunta que todos deseaban formular.

- Bueno, lo primero sería encontrar la piedra. Después habría que avisar al ministerio de que aún hay mortífagos fieles a Voldemort, para que los encierren, como es debido. Pero no creo que nos sea tan fácil lo primero, a menos que Harry recuerde exactamente el lugar en el que dejó caer la Piedra de la Resurreción. Porque no lo recuerdas, ¿verdad, Harry?- preguntó Ginny, mirándolo con súplica.

Él solo negó con la cabeza, como todos sospechaban. George se puso en pie y ayudó a Hermione a hacer lo mismo, y decidieron buscar la piedra en parejas en el terreno que quedaba poco después de la casa de Hagrid. Así, Ron y Hermione, Bill y Percy, George y Charlie y Harry y Ginny se pusieron a mirar el suelo esperanzados.

La tensión rondaba entre la empareja, que intentaba no mirarse más de lo estrictamente necesario. Aún no habían cruzado palabra, y Hermione parecía muy decidida a no hacerlo. El rencor aún estaba vívido en las emociones que tenía sobre Ron, y el dolor de su separación aún la quemaba como un hierro al rojo vivo sobre el corazón.

O eso pensaba ella.

Al pensarlo detenidamente, se dio cuenta de que, aunque aún dolía y aunque el rencor persistía, ya no era tan insoportable como antes. Ahora podía permanecer en presencia del pelirrojo sin altercados, y aquello había sido prácticamente imposible desde hacía meses.

Se preguntó qué podía haberla hecho cambiar de forma de pensar, y la imagen de Draco apareció en su mente tan indeseada e inoportuna como siempre.

El Malfoy, por su parte, ya había llegado a las mazmorras. Con cuidado de no ser visto por otros alumnos, pues no quería armar un escándalo, subió al pasillo de las habitaciones de las chicas y empezó a buscar la de Pansy. No fue difícil. Aunque todas las puertas eran exactamente iguales, una de ellas destacaba por tener el escudo de la casa Slytherin y el de la mansión Parkinson sobre la madera, perfectamente detallados y brillantes.

Draco rodó los ojos ante la exageración de la adoración de Pansy hacia su casa y su apellido. Susurró "alohomora" ante la puerta, que con un chasquido casi imperceptible se abrió, y se encontró con la chica sentada frente a su escritorio, pintándose las uñas.

- ¿Qué te trae por aquí, cariño? -ronroneó la morena, dejando el bote de laca de uñas sobre la mesa.

- Sabes perfectamente lo que me trae aquí. ¿Por qué has usado la poción multijugos para convertirte en Lucius? -preguntó Draco con un tono amenazador en su voz.

- Oh, mi amor, acabas de llegar y ya estás enfadado -la chica caminó hacia él con pasos seguros, y puso una mano sobre su hombro con delicadeza- ¿no quieres tomar una copa mientras nos ponemos al día?

- Ni en un millón de años me sentaría yo contigo para otra cosa que no fuera arrancarte esa lengua viperina -escupió con asco el muchacho, que se alejó del contacto de la maga.

Ella rió por lo que le pareció una certera combinación de palabras y se sentó en su cama con despreocupación.

- ¿Es verdad lo que le has dicho a Hermione? ¿Voldemort va a volver? -preguntó entre preocupado y harto, empezando a perder la poca paciencia que tenía.

- Por supuesto... -Draco cogió aire- ...que no. ¿Por qué iba nadie a querer devolver a la vida a ese intento fallido de dios del universo? -una carcajada llena de despreció se deslizó por su garganta, y miró al rubio a los ojos con intensidad- no entiendo por qué te preocupas tanto por ella, si lo único que hace es jugar contigo como quiere. Mírate, eres la vergüenza de esta casa.