Capítulo 12.- La ley del hielo y un vestido verde botella. -editado-

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- ¿Por qué no puedes por lo menos escuchar lo que tengo que decir? -dijo el rubio con aprensión, poniendo una mano en el hombro de ella y haciendo con ese gesto que se girase a confrontarlo.

- ¡Porque eres un idiota caprichoso que durante años ha estado acosándome como si su vida dependiera de ello! -dijo, ya molesta por la actitud del chico- ¡Me has atacado, insultado, te has burlado de mí y me has puesto en ridículo frente a tantos, tantas veces, que me dolía el solo hecho de tener una clase contigo! ¡Un verano entero me ha costado recomponerme! Has sido seguidor de Voldemort, quien hizo lo imposible por matar a uno de mis mejores amigos, y exterminar todo rastro de la familia Weasley. Por culpa de gente como tú han muerto Fred, Tonks, Lupin... ¿Cómo crees que podría permitir que alguien como tú se me acercase siquiera? Nada me asegura que no sigas siendo el mismo egocéntrico de antes- gritó furiosa, intentando escapar del agarre del muchacho, quien había vuelto a aprisionarla contra la pared.

- ¿Te crees que eres la única aquí que ha sufrido?- al contrario que ella, él se limitaba a susurrarle al oído las palabras, con un rencor y un dolor que hicieron que un escalofrío recorriese su espalda- he pasado toda mi infancia escuchando que los hijos de muggles eran diferentes. Bichos raros. Me enseñaron que intimidaban a los magos con artefactos que disparaban hierro mucho más rápido de lo que una varita podría defenderlos. Cuando llegué aquí, vi mi mundo eclipsado por un niño y sus dos amigos. Hé- rió con amargura- Harry James Potter, un sangre limpia, hijo de James Potter, capitán y buscador del equipo de quidditch de su época, y de Lily Evans, la alumna más inteligente de su generación. Ya por aquél entonces mis padres odiaban al de la cicatriz. Ronald Bilius Weasley, cuyos padres perseguían a los míos e intentaban encerrarlos en Azkaban, por los ya innumerables negocios ilegales. Y tú- acarició uno de sus rizos, con una sonrisa- Hermione Jean Granger, una sangre sucia. Una sangre sucia muy inteligente, muy hábil. Una amenaza. No podía dejarte tranquila, pues ya en ese momento me vi presionado por los mortífagos, los cuales, aunque débil, habían sentido la marca tenebrosa en sus carnes. Ellos querían deshacerse de Potter, y yo sólo era un crío de 11 años influenciado por idiotas. ¿Qué más podía hacer, si nadie jamás se molestó en enseñarme que existía otra forma de hacer las cosas?

El silencio los cubrió por completo. Por un lado, Hermione, que nunca se había parado a pensar qué era lo que sentía el rubio, portador de una mirada tan fría que hacía que un corazón dejara de latir. Por otro, Draco, el cual no podía creerse que por fin se hubiera desahogado con alguien, y más aún con la Gryffindor, pues todo lo que le había contado había permanecido dentro de él durante tanto tiempo que ya se le escapaba.

- No te conozco, Malfoy. No sé quién eres, ni qué quieres. No tengo ni idea de qué te gusta, de en qué casa querrías estar realmente. No sé cómo piensas, como sientes, como amas. Para mí eres un desconocido. No...-se paró a pensar sus siguientes palabras, mas un deje de mentira las cubría- esto no puede pasar. 

>>Me niego a doblegarme ante un par de palabras bonitas, ante un discurso emotivo sobre la pobre y desgraciada vida de alguien que nació, creció y decidió pertenecer a una acaudalada y tóxica familia magos. Podrías no haber seguido a tus padres en todos sus errores y estupideces. Recuerda a Sirius, el cual también murió a manos de alguien de tu familia. Hijo de Slytherins, de la sangre más pura que puedas encontrar, de hecho emparentado contigo y con su asesina, decidió romper con la tradición familiar de las serpientes de raíz. Tuvo un hermano mortífago, y aún así consiguió ser el mejor amigo de unos magos que lucharon a capa y varita contra el mal que acechaba al mundo mágico. Que hayas crecido en el ambiente en el que lo hiciste no te excusa de haber llevado a cabo todas las acciones que te preceden.

- Pero, Hermione... -intentó defenderse, aunque la chica no le dio esa oportunidad.

- Pero nada. Ya se nos ha acabado el turno de vigilia, me voy -dijo apretando los dientes para contener las lágrimas que amenazaban con salir. 

Blonde disaster (dramione - editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora