-edit- Capítulo 4- Habitaciones individuales y enfrentamientos en Slytherin

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Terminada la selección, Hermione paseó la mirada por el Gran Comedor con una sonrisa, hasta que llegó a ver al joven Malfoy. Se miraron durante un corto momento hasta que McGonagall carraspeó, llamando la atención de todos los presentes.

- Un nuevo año empieza en esta nuestra escuela de magia, y me gustaría que este curso ninguna de las casas hiciera distinciones -miró a los Gryffindors- contra otras. -esta vez dirigió su mirada a los Slytherins- Dejamos a nuestras espaldas batallas, luchas y muertes de personas que estoy segura nadie olvidará -miró por encima de sus finas gafas al joven Potter, al que el verano parecía haber cambiado- pero no debemos desanimarnos, pues una nueva época nos espera y debemos hacer que el mundo mágico se enorgullezca de cada alumno que salga de este colegio. Y dicho esto, ¡que comience el banquete!

Los platos se llenaron con comida, cientos, ¡miles incluso! de comidas diferentes que llenaban las mesas de las cuatro casas, y la gran mesa del profesorado. Todos los alumnos nuevos soltaron un gran <<¡¡oooh!!>> y empezaron a atacar los manjares.

Ginny salió corriendo de entre los alumnos nuevos con los que estaba hablando para abrazar a Harry por detrás y sentarse en su regazo. Después de la guerra parecía que cada niño y niña de Gryffindor quería sentarse junto a él, y ella no pudo más que aclamar sus piernas como asiento.

El chico sonrió ampliamente y juntó sus labios con los de la pelirroja, ante lo cual todos reaccionaron con fingidas muecas de asco. La pareja respondió con una carcajada, y empezaron a hablar sobre lo que habían hecho durante el verano.

Las mesas de Ravenclaw y Hufflepuff tomaron el ejemplo de Gryffindor y se unieron al bullicio con risas y palabras de aliento a los novatos, mientras la de Slytherin se mantenía en un silencio incómodo que sólo rompían los pequeños con preguntas que los mayores consideraban demasiado estúpidas para ser tomadas en cuenta y la de los profesores se animaba según la cerveza de mantequilla iba rellenando sus copas.

En esta última, alguien miraba con especial atención al joven Potter, quien, junto a Ginny, Seamus y Dean, disfrutaba entre risas de los manjares.

- ¿Quién es él?- preguntó el profesor en cuestión.

¿Quién era este profesor? Andrew Stoon, maestro de Defensa contra las artes oscuras, no más que un veinteañero venido de las lejanas tierras donde se encontraba ubicada la escuela de Drumstrang. Sus ojos rasgados y oscuros parecían tener la intención de perforar la frente del Elegido, quien no se daba cuenta de que era observado.

- Ah, profesor Stoon -contestó Hagrid con un pollo entero en una mano, y una pata de cerdo en la otra- él es Harry James Potter, el famoso chico de 17 años que ha salvado el mundo de la magia, sabe usted -dijo el semigigante impresionado de que no supiera exactamente de quién se trataba.

Mientras el encargado de Cuidado de Criaturas Mágicas volvía a alimentarse, pues el viaje lo había dejado hambriento, Andrew volvía a dirigir sus ojos, negros como el carbón, al que fue salvador del mundo mágico.

Mientras todo esto pasaba, en una de las mesas de los alumnos, Luna Lovegood veía cómo el heredero de la conocida fortuna de los Malfoy salía del Gran Comedor, sin haber probado bocado. La rubia dejó su comida en el plato y salió tras el muchacho.

- ¡Draco!- gritó ella por el pasillo desierto, acercándose a pequeños pasos a él.

La dulce voz de la Ravenclaw sacó al chico de sus pensamientos, haciendo que se girase con cierta brusquedad y la mirase con los ojos entornados.

- Qué- casi gruñó.

La rubia pegó un saltito hacia atrás, que se le antojó al Slytherin hasta cierto punto tierno, y relajó el rostro lo suficiente como para que la chica dejase de mirarle con la ceja levantada.

Blonde disaster (dramione - editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora