Los Ecos del Pasado

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La escena comienza en completa oscuridad, con Arlette encerrada en un cofre, balanceándose al ritmo de los pasos de quienes la cargaban. Por momentos, la tapa del cofre se abría, revelando destellos de una densa selva iluminada por la luz de la luna. Escuchaba fragmentos de una conversación entre los cargadores, que hablaban en susurros.


Cargador 1: —Dicen que ella vive aquí, la mujer de luz. Cada año toma un esposo, y al último de ellos le dio un regalo terrible... los ecos de las almas del pasado. Terminó muerto al escuchar los gritos de la Diosa...


Cargador 2 (interrumpiéndolo rápidamente): —¡No digas su nombre! Sabes que trae catástrofes.


Justo en ese momento, el sonido de ramas rompiéndose y gritos estalló alrededor de ellos. Algo los atacaba. El cofre tembló y Arlette aprovechó la confusión para actuar. Con una patada poderosa, rompió la tapa del cofre y salió disparada, aterrizando en el suelo.


Delante de ella estaba una mujer con un vestido chino impecable, su cabello perfectamente peinado, con un aire sereno pero inquietante. Arlette la miró con desconfianza, lista para pelear, pero antes de que pudiera decir algo, la mujer se transformó en un humo oscuro y desapareció.


Arlette miró a su alrededor y vio que aunque por dentro era un lugar hermoso, podía oír los gritos pequeños y algunas cosas destruidas.


Arlette quiso caminar y esta encontró un cofre en medio de un templo, esto hizo que de la nada saliera vegetación... era linda pero..... de allí salieron arañotas  


Arlette se encontró rodeada por criaturas grotescas: enormes arañas que surgían en oleadas de la tierra. Con su bastón en mano y sus habilidades mágicas a punto, se preparó para el combate. Sin embargo, el número de enemigos no dejaba de aumentar, y la situación comenzaba a tornarse desesperada.


De repente, una carcajada resonó en el aire.


???: —¡Jajaja! ¡Otra pelea más!


Un hombre apareció entre las sombras, vestido con un traje de monje negro, su cabello oscuro corto y una sonrisa que destilaba ansias de combate. Sin esperar permiso, se unió a la batalla, lanzando ataques rápidos y precisos contra las arañas. Sus movimientos eran ágiles y poderosos, usando la tierra y las rocas como armas para aplastar a las criaturas.


Tras una lucha intensa, ambos lograron vencer a las arañas. Arlette, respirando con dificultad, bajó su arma y miró al extraño con desconfianza.


Arlette: —¿Y tú quién eres?


El hombre giró hacia ella con una sonrisa despreocupada, limpiándose el polvo de las manos.


???: —Puedes llamarme Jianyu. Pero dime algo... Selena, ¿Qué haces en un lugar como este?


Arlette se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.


La Señora de La MagiaWhere stories live. Discover now