Sombra Del Pasado...

4 0 0
                                    

Arlette se encontraba aún jadeante tras el grito devastador de Arthur, que había debilitado el aura oscura de Jianyu, obligándolo a huir entre las sombras.


—Créeme —dijo Jianyu mientras desaparecía en el horizonte—, no me matarás... y me haré más fuerte.


Arlette observó cómo se desvanecía en la penumbra, aún sosteniendo su bastón con fuerza. Antes de que pudiera recuperar el aliento, apareció Selena, caminando con calma pero con un toque de sarcasmo en su tono.


—Vaya que esta señora me dejó con un aburrimiento insoportable para salvar tu trasero.


Arlette le lanzó una mirada entre divertida y cansada.


—Gracias, yo también te quiero mucho —respondió con un toque de sarcasmo propio.


Selena suspiró, cruzando los brazos.


—Ahora concéntrate, Arlette. Esto no ha terminado. —Con esas palabras, se desvaneció nuevamente en el aire, dejando a Arlette sola otra vez.



Arlette escuchó un susurro extraño proveniente de un rincón oscuro del templo. Siguiendo el sonido, descubrió un enorme capullo de telarañas suspendido en el aire, pulsando levemente como si tuviera vida propia.


—Bueno... al menos sirve como saco de entrenamiento. —Arlette ajustó su postura y lanzó un ataque con su bastón hacia el capullo.


Pero antes de que pudiera hacer contacto, una figura sombría emergió desde las sombras detrás del capullo y la atacó. El golpe fue rápido y venenoso, obligando a Arlette a retroceder bruscamente. Era un hombre de rostro frío y mirada penetrante, envuelto en un aura de veneno oscuro.


—¿Crees que puedes tocar algo que protegemos? —dijo con arrogancia, inclinando ligeramente la cabeza mientras un líquido púrpura caía de sus dedos, formando cuchillas de veneno que chisporroteaban al tocar el suelo.


Arlette levantó su bastón con firmeza, analizándolo.


—Eres tan hablador como Jianyu. ¿Quién demonios eres?


—Tu verdugo —respondió él, lanzándose hacia ella con una velocidad aterradora.


La batalla fue brutal desde el primer momento. El veneno del hombre era su principal arma, y cada uno de sus ataques estaba diseñado para infectar y desgastar. Las cuchillas venenosas cortaban el aire mientras Arlette se movía con precisión, bloqueándolas y respondiendo con golpes estratégicos de su bastón.


En un momento, el hombre lanzó un ataque particularmente devastador, una ráfaga de veneno que formó una lluvia mortal sobre Arlette. Ella apenas logró esquivarla, rodando por el suelo mientras el veneno chisporroteaba en las losas del templo.


—Eres rápida, pero no lo suficiente —dijo él con una sonrisa arrogante.


La Señora de La MagiaWhere stories live. Discover now