Enfrentamiento...

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El aire estaba cargado de electricidad. El bosque ancestral que Arlette había atravesado para llegar aquí ahora parecía un lugar irreconocible, invadido por una oscuridad vibrante y sofocante. Frente a ella, la imponente figura de la Madre de Yinou, una diosa serpiente eterna, con un cuerpo que parecía estar tejido de estrellas y runas doradas brillando en su piel escamosa, la observaba con un aire de absoluta superioridad.


Seo-Yun: su voz era suave, pero resonaba como un trueno —Una Sullyvan... y no cualquiera. ¿Por qué caminas con una intención tan patética hacia el Arriba?


Arlette: alzando su bastón con firmeza —Porque no camino para mí. Camino para todos los que vinieron antes y para los que vendrán después.


La madre sonrió, mostrando colmillos que parecían capaces de desgarrar el mismo tejido de la vida y la muerte.


Seo-Yun: —Entonces, demuéstrame que eres digna.


Seo-Yun fue la primera en atacar, extendiendo sus enormes brazos que se transformaron en múltiples serpientes etéreas que arremetieron contra Arlette. Con reflejos rápidos, Arlette bloqueó algunas con su bastón, mientras conjuraba un hechizo de fuego para quemar a las que venían detrás.


Arlette: —¡Fulgor de llamas!


Un torrente de fuego salió disparado hacia la madre, iluminando el bosque con un resplandor feroz. Pero la diosa simplemente absorbió las llamas con un movimiento de su mano.


Seo-Yun: —¿Es esto todo lo que tienes? Qué decepción.


La diosa lanzó un golpe con su cola, que atravesó el suelo y levantó enormes fragmentos de tierra y piedra. Arlette esquivó, pero el impacto la empujó contra un árbol. Tosió, sintiendo el peso de la pelea.


Arlette: jadeando —Si tan solo Jianyu estuviera aquí...


Concentrándose, Arlette usó el Hechizo del Tiempo para ralentizar los movimientos de la mujer, creando una oportunidad para atacarla con una ráfaga de energía mágica. Aunque los ataques impactaron, parecían meros rasguños para la diosa eterna.


 Seo-Yun: riendo suavemente —Tu determinación es admirable, pero la eternidad no puede ser derrotada por un destello pasajero.


Seo-Yun extendió su mano, creando un campo de energía negra que atrapó a Arlette y comenzó a aplastarla lentamente.


Arlette: gritando —¡No puedo...!


Justo cuando la madre estaba a punto de terminar el combate, una explosión de ira resonó en el aire. Yinou apareció, envuelta en una aura carmesí ardiente, su cabello flotando como si estuviera bajo un huracán de energía.


Yinou: furiosa —¡Madre, basta!


La Señora de La MagiaWhere stories live. Discover now