Un reencuentro...

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De pronto, en el centro del templo, un monje niño apareció, sentado en una plataforma elevada, su figura pequeña y aparentemente inofensiva. Su rostro era serio, pero sus ojos mostraban un brillo de desafío.

Arlette: —Niño, ¿Quién eres? —preguntó, avanzando un paso.

El monje ignoró la pregunta, en cambio alzó la mirada hacia ella y comenzó a hablar con una voz que no correspondía a su apariencia infantil.

Monje niño: —¿Quién soy? No importa. Lo que importa es quién eres tú, Selena. La que arrasó templos como este, la que destruyó las figuras de los dioses sin pensar en las consecuencias. ¿Crees que tu poder te pone por encima de todo? —

Su tono estaba cargado de acusaciones, y cada palabra golpeaba como un látigo.

Arlette: —Yo no soy Selena, soy—


Monje niño (interrumpiéndola): —¡Silencio! Esa es la misma excusa que usaría alguien como tú. —Se levantó, y su forma comenzó a cambiar mientras hablaba—. Desde que tus manos profanaron este lugar, me he preparado para enfrentarte. Y esta vez... haré lo que debí hacer antes.

El pequeño monje se transformó, su cuerpo expandiéndose hasta convertirse en un hombre alto y musculoso, con largos brazaletes circulares que resonaban con energía mágica. Su ropa de monje ahora parecía imponente, y una barba espesa enmarcaba su rostro severo.

Arlette (poniéndose en posición de combate): —Eira, ¡saca a Sigrun de aquí ahora!

Eira: --Salió rápido de allí--


Arlette comenzó a pelear con Arlette con una ferocidad tremenda que ni uno de los 2 carecía ante el otro menos Arlette pero poco a poco se estuvo viendo superada

Monje: --Se río a carcajadas-- Bueno Selena, ahora mismo te voy a meter aquí --Abriendo su bolso-- un lugar donde no volverás a ver la luz del día jamás!!!

El bolso de el monje tragó a Arlette y esta cayo en un mundo extraño parecido al infierno y ella no lo podía entender

Arlette cayó y sintió el impacto...

Arlette: ohh.... bueno creo que así se sentiría una costilla rota....

El lugar parecía un paisaje infernal, con un cielo de fuego y montañas que se alzaban como dientes afilados.


A lo lejos, vio una pelea intensa. Reconoció a Kaien, quien estaba enfrentándose a un hombre de cabello desordenado y ojos brillantes que parecían llenos de determinación. Arlette sintió un escalofrío al ver a alguien, el héroe de una de las historietas de Selena.

Ese hombre notó su presencia y se giró ligeramente, esquivando un ataque de Kaien con habilidad.

???:—¿Selena...? —preguntó con incredulidad, su voz llena de asombro.

Arlette: —...No soy Selena. Soy su alumna. —respondió mientras recuperaba su postura.

El hombre bloqueó un golpe de Kaien, alejándolo con un movimiento rápido, y luego se volvió hacia Arlette con desconfianza.


???: —¿Su alumna? No me engañes. Selena siempre dijo que nunca entrenaría a nadie. Y, sin embargo, tu energía es igual a la suya.

Arlette: —Luego te explico. Ahora debemos encargarnos de este tipo. Confía en mí por ahora. —Se puso en posición de combate, lista para luchar.

Arthur: —Yo soy Arthur. Muy bien, Arlette, veamos de qué estás hecha. —Con un gesto, se colocó junto a ella.

La Señora de La MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora