Capítulo 37

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Jungkook colgó el teléfono con una sonrisa triunfante. La operación para desenmascarar a los Park y los Kim iba viento en popa. Sin embargo, una sombra de preocupación cruzó por su mente al recordar a Taehyung. "Espero que no se preocupe demasiado por mis largas noches fuera", pensó. Taehyung era su refugio, su compañero en las buenas y en las malas, y no quería que nada empañara su felicidad.

La red que habían tejido alrededor de los Park y los Kim estaba cada vez más estrecha, pero también sabía que jugaban con fuego. Volvió a mirar la ventana, la ciudad dormía plácidamente, ajena a las maquinaciones que se tramaban en las sombras.

"Namjoon tiene razón", pensó. "Tengo que decirle a Tae todo. No puedo seguir mintiéndole". Pero la idea de enfrentarse a la decepción y la ira de su esposo lo paralizaba. Tae era su ancla, su refugio, y la culpa lo consumía.

Día siguiente - Mansión Park

Jimin y Suga caminaban por los jardines de la mansión Park. El ambiente era tenso, cargado de la historia de traiciones y manipulaciones que habían sufrido a manos de su familia. A pesar de todo, Jimin sostenía la mano de Suga con fuerza, ofreciéndole todo su apoyo.

Al entrar a la sala, fueron recibidos por la calidez de la señora Min. Sus ojos brillaban de emoción al ver a su hijo. El señor Min, por su parte, aunque intentaba mantener una fachada de indiferencia, no pudo evitar sentir un nudo en la garganta al ver a su hijo menor después de tanto tiempo.

"Bienvenido a casa, hijo", dijo la señora Min, abrazando a Suga con fuerza. "Y tú también, Jimin. Estoy tan feliz de que estén aquí".

Jimin sonrió, pero sus ojos se nublaron al recordar los años de dolor en esa familia. "Gracias, mamá".

Suga, por su parte, se sentía como un niño pequeño al volver a su hogar. La casa olía igual que siempre, a galletas recién horneadas y a la loción de su madre.

"Papá, ¿cómo has estado?", preguntó Suga, tratando de romper el hielo.

El señor Min aclaró su garganta. "Bien, hijo. Muy ocupado con la empresa".

Después de un rato, la señora Min sugirió que todos fueran a cenar. Durante la comida, las conversaciones fueron cortantes y forzadas. Suga y Jimin intercambiaban miradas cómplices, tratando de encontrar consuelo el uno en el otro.

Al final de la cena, Suga se levantó y se acercó a su padre. "Papá, quiero hablar contigo a solas".

El señor Min lo siguió hasta su estudio. La habitación estaba llena de libros antiguos y fotografías familiares. Suga cerró la puerta y se sentó frente a su padre.

"Padre, sé que has hecho muchas cosas malas", comenzó Suga, su voz firme. "Pero quiero que sepas que te perdono. No quiero seguir viviendo con este odio en mi corazón".

El señor Park lo miró fijamente, sorprendido por la calma de su hijo. "Yo... no sé qué decir, Suga".

"Solo quiero que sepas que Jimin y yo estamos juntos y que nadie nos separará", continuó Suga. "Y si intentas hacernos daño otra vez, te arrepentirás

El señor Min suspiró. "Hijo, fue una decisión muy difícil para mí echarte de casa. Pero tenía que hacerlo. No podía permitir que siguieras por ese camino".

"Lo sé, papá. Y te agradezco que me hayas permitido volver ".

"Jimin es un buen chico", dijo el señor Min, cambiando de tema. "Cuídalo".

Suga asintió con la cabeza. "Lo haré".

Con los Jeon

-Señor Jeon, su primo Jin ha venido de visita y lo está esperando en la sala -informó la señora Choi, su voz suave cortando la tranquila atmósfera de la habitación.

Taehyung sonrió, acariciando su abultado vientre. La idea de ver a su primo lo llenaba de alegría. -Gracias, señora Choi. Enseguida bajo.

Se levantó con cuidado de la cama, sus movimientos suaves y gráciles a pesar de su avanzado estado de gestación. Se dirigió al espejo, observando su reflejo con una mezcla de asombro y ternura. La maternidad lo había transformado de una manera que nunca había imaginado.

Al llegar a la sala, sus ojos se iluminaron al ver a Jin. Corrió hacia él y lo envolvió en un abrazo cálido y prolongado. -¡Jin! ¿Cómo estás? Te extrañé muchísimo.

Jin lo correspondió con igual intensidad, sus ojos brillando por las lágrimas contenidas. -Taetae, estás radiante. Y este pequeño... -acarició suavemente el vientre de Taehyung-, debe ser el niño más afortunado del mundo.

-Gracias, primo. La verdad es que estoy muy feliz.

Se sentaron en el sofá, rodeados de los regalos que Jin había traído. Taehyung los abrió uno por uno, sintiendo una inmensa gratitud hacia su primo.

-Vendre a visitarte más seguido, Taetae, no te preocupes. También te traeré a mis sobrinos para que veas lo grandes que están y lo traviesos que son -dijo Jin con una sonrisa.

Taehyung rió, imaginando a sus sobrinos corriendo por la casa y llenándola de alegría. -Seguro que se parecen a ti si son traviesos.

-Me ofendes, Tae -hizo una voz indignada y una mueca exagerada mientras se llevaba las manos al pecho-. ¿Y cómo están los niños?

-Ellos están muy bien, cada día más traviesos, pero no me puedo quejar. Si vieras, se parecen mucho a Jungkook. Es como si solo los hubiera parido -dijo Taehyung, un ligero tono de tristeza en su voz. En realidad, le hubiera gustado que sus hijos compartieran más rasgos físicos con él.

Jin notó el cambio en su tono y puso una mano en la suya. -Sé que te gustaría que se parecieran más a ti, Tae, pero créeme, Jungkook los ama con todo su corazón. Y eso es lo más importante.

Taehyung asintió, tratando de convencerse a sí mismo de que tenía razón. -Tienes razón, Jin.

La conversación fluyó con facilidad, hablando de todo un poco: sus familias, sus trabajos, sus sueños. Pero el tema que más pesaba en el corazón de Taehyung era el de sus padres.

-Jin, ¿qué sabes de mis padres? -preguntó con voz temblorosa.

Jin se tensó. Sabía que este tema era delicado para su primo. -Jungkook ha estado investigando sobre la muerte de tu hermana. Parece que están descubriendo cosas muy turbias.

Taehyung se quedó helado. No podía creer lo que estaba escuchando. -¿Jungkook está investigando? ¿Y por qué no me lo ha dicho?

Jin suspiró. -Sé que es difícil, Tae, pero creo que está tratando de protegerte. No quiere que te lastimes más.

Taehyung se levantó de golpe, sintiendo una oleada de ira y tristeza. -¡No puedo creer que me haya ocultado esto! -exclamó, su voz llena de dolor.

Jin lo siguió, tratando de calmarlo. -Tae, por favor, cálmate. Sé que estás enojado, pero Jungkook solo quiere lo mejor para ti.

Taehyung se apoyó contra la pared, sintiendo cómo el mundo se desmoronaba a su alrededor. La traición de sus padres, la investigación de Jungkook... era demasiado para asimilar.

-Necesito salir a tomar el aire -dijo finalmente, su voz apenas un susurro.

Jin asintió con la cabeza. -Claro, Tae. Yo te espero aquí.

Taehyung salió de la mansión y se dirigió al jardín. Se sentó en un banco y miró hacia el cielo, sintiendo cómo las lágrimas corrían por sus mejillas. Se sentía traicionado y perdido.

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