Capítulo 39

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Aquí estaba otra vez, en el mismo lugar donde se desataron las tragedias de mi vida: la Mansión Kim. Este fue el sitio donde me hicieron sufrir tanto que llegué a creer que yo era el responsable de todo. Frente a ellos, los dos pilares de mi vida, aquellos en quienes pensaba que podía confiar. Primero, ante una mujer que creía mi madre, pero que resultó ser una cazafortunas y una manipuladora. Y él, mi padre, el hombre que solo me mostró amor en los primeros años de mi vida, pero que ahora me estaba destrozando el alma con cada palabra que salía de su boca.

-Tu madre no podía tener hijos, y yo, en lugar de estar allí para ella en sus momentos más difíciles, busqué consuelo en otros brazos. Luego, después de un tiempo, tuvimos a Jung Soonbi, tu hermano mayor. Do-ra y yo éramos felices, nos amábamos profundamente, y la vida parecía sonreírnos con nuestro hijo. Pero todo cambió cuando tu madre descubrió que tenía otra familia y trató de destruirlo. Yo me enfurecí, no pude permitirlo. Ella pidió el divorcio, pero yo me negué rotundamente. Si lo aceptaba, perdería todo: el dinero, las empresas, la fortuna Kim. Todo le pertenecía a ella, como hija mayor de la familia Kim. Su error fue haberse enamorado de un hombre como yo.

El divorcio no se consumó porque, milagrosamente, ella quedó embarazada. Fue un milagro para todos, pero no era el momento adecuado para que todo sucediera. Nadie sabía lo que estaba pasando. Ella me amaba tanto que me suplicó que dejara a mi amante y a mi hijo, pero no pude. Cuando estaba en su penúltimo mes de embarazo, ocurrió el accidente: nos vio a Do-ra y a mí, con nuestro hijo, y sufrió un golpe emocional tan fuerte que su vida y la del bebé que esperaba estuvieron en peligro. Tuvieron que hacerle una cesárea de urgencia, pero lamentablemente, murió desangrada tras el parto. Esa tragedia nos destrozó a todos.

Al año siguiente, me casé con Do-ra. Nadie aprobaba lo que había hecho, y la familia estaba furiosa, pero al final, se resignaron. Tu madre había dejado en su testamento que la fortuna Kim pasara a ti, y cuando me enteré de ello, me enfurecí. No te lo dije, pero toda la familia intentó evitar que aquello sucediera. Sin embargo, yo, como viudo y tu tutor legal, tenía más derechos, y no pudieron hacer nada al respecto. Hice cosas de las que, en ese momento, no me arrepentía, acciones que me parecieron necesarias para mantener todo bajo control. Tras tres años, nació tu hermana, y ya sabes lo que vino después.

Después de todo lo que pasó, mi odio por ti creció, pero no permití que te enviaran al reformatorio, sentí que era una especie de castigo de tu madre hacia mí, algo que me lo debía. Sin embargo, con el tiempo, dejé de preocuparme por lo que te sucediera. Cuando te veía, veía a tu madre, y eso solo alimentaba más mi desprecio por ti. Eres su viva imagen. Lo siento, hijo. Ahora que lo pienso, lo que hice estuvo mal. Espero que puedas perdonarme algún día.

Terminó con la cabeza agachada, incapaz de mirarlo a los ojos.

Las palabras de su padre lo atravesaron como cuchillos. Sentía un nudo en la garganta, las lágrimas de él lo traicionaban. Lo único que sentía era rabia, una rabia imparable, dirigida tanto hacia él como hacia la mujer que estaba a su lado.

-¿¡Crees que debería perdonarte después de todo lo que le hiciste a mi madre!? Le hicieron la vida un infierno, ¡igual que a la mía! Espero que todo el mal que le hiciste recaiga sobre ti, porque fuiste el responsable, y ahora quieres que lo olvide. Pensé en dejarlos, que se fueran a buscar su propia vida, pero ahora quiero que se larguen de inmediato. Ya no te veo como un padre. Pensé que mi madre había muerto por mi culpa, pero ahora veo que fue usted dos los que la mataron sin piedad. -gritó, su llanto no podía detenerse. Sus palabras fueron llenas de rabia y dolor. El desprecio por ellos era tan grande que se sentía como si el mundo entero se estuviera derrumbando a su alrededor.

-¡Ya basta! ¡No le hables así a tu padre! Y menos cuando tú mismo metiste a tu hijo en la cárcel. Sé que fuiste tú quien mató a tu madre y ahora culpando a tu hermano, ¿acaso no te das cuenta de lo que estás haciendo? Eres igual que ella, igual que tu madre, capaz de destruir vidas para obtener lo que quieres -gritó Do-ra, completamente furiosa. Sus lágrimas, cargadas de furia y desesperación, caían sin cesar.

-¡No te permito que hables así de mi madre, ni que la menciones en tu boca! Ya no me importa lo que crean, no me importa. Y en cuanto a tu hijo, yo mismo me aseguraré de que pase el resto de su vida pudriéndose en la cárcel, porque eso es lo que merece -dijo él, sus palabras frías y crueles resonaron en el aire. Con esa última sentencia, salió del lugar. Al entrar al coche, su cuerpo se desplomó, incapaz de mantener la fachada.

El chofer de la familia, al verlo en ese estado, no dijo ni una palabra. Lo observó con tristeza. Le tenía cariño al joven Jeon, aunque nunca lo había expresado en voz alta. Subió la ventanilla trasera del coche, buscando darle algo de privacidad, y mientras conducía, le informó al Sr. Jeon sobre lo que estaba pasando en la mansión.

Al llegar a su casa, el Sr. Jeon trató de disimular su angustia para no preocupar a los demás, especialmente a sus hijos. Se fue directamente a su habitación, donde se desplomó sobre la cama, llorando en silencio, abrazando la almohada como si fuera un refugio. En ese estado, no notó cuando Jungkook entró en la habitación, se acostó a su lado y lo abrazó, buscando consuelo para ambos.

El tiempo pasó, y el juicio finalmente llegó a su fin. A Soonbi le impusieron 30 años de cárcel por los múltiples delitos cometidos. No le pusieron más tiempo debido a que el asesinato de su hermana ocurrió hace años y él era menor de edad en ese momento. A Bogum le dieron 20 años, ya que, aunque no fue el principal autor de los crímenes, fue cómplice en varios, y además se le sumaron cargos de malversación de fondos y otros delitos.

En cuanto a las personas que destruyeron la vida de su madre, no tuvieron más remedio que quedarse en la calle. Perdieron todo, y ahora solo tenían la opción de trabajar en pequeños negocios. Félix fue llevado por sus abuelos paternos, quienes asumieron su custodia. La fortuna Kim pasó finalmente a las manos de su verdadero dueño, Jeon Taehyung. Decidió hacerse cargo de todo, para que, en el futuro, pudiera heredarla a sus hijos. Ahora, la familia Kim estaba bajo su control, y él estaba dispuesto a restaurar el legado que le correspondía.

Así fue como, al final, la justicia llegó, aunque tarde, y todo lo que había estado oculto por tanto tiempo salió a la luz. Las piezas de este complejo rompecabezas finalmente encajaron. La verdad se reveló, y aquellos que causaron tanto sufrimiento tuvieron que enfrentar las consecuencias de sus actos.






 La verdad se reveló, y aquellos que causaron tanto sufrimiento tuvieron que enfrentar las consecuencias de sus actos

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Jeon Yujin 5 meses

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Jeon Yujin
5 meses

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