Mi media naranja.

17 2 0
                                    

Y aquí estoy yo, pensando en todo lo que me ha pasado hoy.

No se ni quiera como comenzar a expresarme hoy.

Mi amigo Aitor- se te ve más feliz hoy, parece que te está viniendo bien el antidepresivo nuevo-me decía tranquilamente con una sonrisa nada conocida en su cara.

Es la típica persona que ves por primera vez y piensas, que persona más antipática, y luego es todo corazón. Aunque le cueste admitirlo, en siete años que le conozco, me está dando los abrazos que nunca me dió.

Abrazos acumulados.

La "felicidad" duró poco, al ver pasar por delante de mi a mí flotador, el cuál ignoró mi presencia y actuó como si nunca nos hubiéramos conocido.
Ahí entendí entonces que está especie de relación -mas allá de la sexual- había terminado.
Hay que asumirlo, no es la primera vez, ni será la última que me pasa.

Después de este acto tan infantil -por llamarlo de alguna manera- mi conocido vaivén de piernas, no cesaba.

Hasta el punto que un colega, no paraba de hacer el gesto que todo el mundo intenta para que yo pare de hacer ese gesto tan incómodo.

Lo siento, es que me pones nervioso- dijo mientras se giraba en su silla de ruedas.

Lo entiendo, y me siento culpable, pero mientras más me intentan calmar este gesto, más acelero el ritmo sin que mi cuerpo obedezca.

Y aquí estoy yo, pensando en el personaje que ha aparecido nuevo en mi vida.

¿Cuantos ligues tienes?- me preguntó mientras yo intuía el rumbo que llevaría esta conversación.

Ninguno, y tampoco lo quiero- me apresuré a decir con un tono seco y cortante.

Este hombre no se rindió, lanzándome piropos por dosier y yo intentando ser amable. Hasta que en mi momento más bajo de defensas, acepte a darle mi número de WhatsApp. ¿Total, que podría pasar?.

Para nada este hombre es de mi estilo, y tampoco quiero que lo sea.

<Me declaro oficialmente en huelga de amor>.

Jimena estará orgullosa de este comentario, ya que ha creado un sticker de WhatsApp con esa frase, y lo lleva como un lema, religión o bandera.

Llevo días que noto que me veo mejor, hasta el momento que estoy en mi cama, empiezo a dar vueltas, y ya suelen aparecer mis ya conocidas crisis, he de admitir que ya suelen ser suaves.

Pero ahí están, y perduran.

Quitando los temblores de manos o piernas que tengo ya como un gesto habitual en mi.

Antes tenía el pulso de un relojero, y ahora no soy capaz de sujetar nada en mis manos sin que se me caiga, como si mis manos fueran de mantequilla.

Todas las personas que hay en el bar de mi madre -que son de confianza, y saben más o menos mi estado- siempre me preguntan -¿cómo estás hoy?

Bueno, a días y a ratos- miento aunque tenga algo de verdad esa frase, tampoco me apetece explicarme.

Como ya he dicho me es mucho más sencillo abrirme y expresarme por aquí, que con cualquier persona.

Cada sentimiento que tengo, lo apunto en las notas de mi móvil, que llegan a ser borradores, que luego casi ninguno termino expresando aquí.

Si llegasen a leer esos borradores, realmente pensarían que estoy loca, y hago justicia a los informes psiquiátricos los cuales dicen que soy una persona *ansiosa-depresiva con pensamientos delirantes*.
Ese es mi diagnóstico principal.

Que pastillas más grandes- me decía hoy mi madre mientras comíamos y me tomaba las dos pautadas para esa hora.

Si mamá, son grandes, porque este puto tratamiento es para "tumbar elefantes", pero no consiguen que duerma más de 4 horas seguidas diarias.

Aunque esté más estable, sigo sin apetito -aunque me obligue a comer-, sigo sin dormir, siguen mis putas crisis de ansiedad, y las pesadillas de cada noche como efecto secundario de los fármacos.

Me hice tan experta en estas crisis, que se de sobra cuándo y de que intensidad me van a dar.

Me he hecho una experta en todo esto de la ansiedad.

Demasiados años luchando contra ella, y aquí sigue, como si fuera mi media naranja.

Mi otra mitad.

Ya forma parte de mi vida.

Ya no sabría cómo sería vivir sin ella.

No se equivoquen, y confundan los nervios con la ansiedad, pues no tienen nada que ver.

Y aquí estoy yo, pensando en quién está en las buenas, y quién se está quedando en las malas.

Aitor, el cuál pensaba que solo querría su amistad para salir a tomar unas cervezas -cuando yo aún podía hacerlo- ahora es un gran confidente para mí.

Aunque no le cuente como realmente estoy, me ve mal, y se nota.

Es una persona que no suele hablar demasiado, y mucho menos por WhatsApp.

Ahora se dedica a mandarme gifs de Krusty, el payaso de los Simpsons diciendo -simplemente soy un payaso que te quiere hacer reír- y es de agradecer. Mucho.

Siento realmente que las personas que menos pensaba que estarían ahí, son las que están, y ya no me disgusta tanto que me quieran ayudar.

Porque sí, llegas a un momento en el que pedir ayuda, es la única solución para seguir viviendo.

Y al parecer, yo estoy pidiendo ayuda a gritos.

Y me están ayudando.

Y aquí estoy yo, en mi cama, dando vueltas a altas horas de la madrugada.

Otra noche cualquiera para mí, sin dormir.

Y con miedo a hacerlo.

Putas pesadillas o episodios de sonambulismo que creía haber dejado en el pasado.

Lo bueno de la medicación, es que hace que no recuerde con lo que sueño, pero que mal se pasa cuando despiertas de una de estas.

Ahogada en tus propias lágrimas y sudores fríos.

Y aquí estás tú. En mi mente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora