Y aquí estoy yo, decorando el bar de mi madre de eso que tanto detesto.
La Navidad.
Maldita purpurina, que siempre me parece buena idea hasta que estoy impregnada de ella.
Soy como una croqueta brillando por donde voy. La luz que no tengo, me la aporta ella.La Navidad, que a casi todo el mundo le da esa paz y felicidad que une.
A mí todo lo contrario.Me da desesperación y más dolor si aún es posible.
Y aquí estoy yo, superando una nueva crisis tras la conversación que debí tener hace más de un año con mi tío.
¿Qué tal estás Ana?- rompí a llorar sin apenas responder .
Tras la larga, tendida y detallada conversación que tuvimos, me siento un poco más liberada.
Ha llegado a la misma conclusión, que -al parecer-, todos los que me rodean .
Ingresar.
Es una opción que me han dado, no la obligatoria-le contesté entre lágrimas y sollozos.
Ana, es la única opción que tienes ahora mismo, no pensé que estuvieras de esta forma - me contestaba mientras me miraba preocupado.
<Me abrazó y me salvó.>
Salió parte del dolor acumulado de todo este año.
Todo esto viene de antes, de cuando te cortabas las piernas y los brazos a los 17 años. No te recuperaste, y ahora vienen las consecuencias - no dudó en soltarme esa verdad por esa boca.
Adoro a mi tío, dice las cosas como son, sin pelos en la lengua, y eso es de agradecer.
Empiezo a creer que puede tener razón, y el ingreso hospitalario sea una buena opción, aunque sigo cegada en que hay algo más.
¿A qué esperas Ana? A tirarte a las vías del tren? - volvió a soltar esa barbaridad sin a penas pestañear.
Siento que estas cosas se tienen que hablar así, directas. Sin tapujos. Sin delicadeza.
Sé que para ti, ahora mismo todo es un mundo, y eres muy cerrada, en eso saliste a mi - confesó este hombre al que tanto agradezco.
Me ha venido muy bien hablar con él.
Verdad tras verdad, crueldad tras realidad.
Me imagino la gente que pudiera estar escuchando esta conversación y con ella, las grandes barbaridades que podrían llegar a pensar tras escucharla.
Lo cierto es que yo necesitaba un choque de realidad, necesitaba que me hablasen así, las cosas claras, y el chocolate espeso.
Ese mismo que están comiendo todos en el bar ahora mismo.
Espeso, como todo a mí alrededor.
Dolor, y sinceridad, así definiría esta conversación de hoy.
Ya me había dicho tu madre que llevabas unos días decaída, nunca imaginé que estarías así - volvió a repetir sin apartar la mirada de la mía.
Lo que pasa es que ya no puedo fingir más, ya no puedo estar bien para los demás, ya no soy capaz de salir de mi pozo - no paraba de repetirle con las consecuentes saladas lágrimas que no paraban de salir a borbotones de mis ojos.
Estaba inundándome con estas.
Estos verdes que ahora son rojos, que apenas se aprecian dado a la hinchazón que poseen.
Me arden. Me queman. Me estalla la cabeza. Y mi pierna su con siempre fiel vaivén en bucle.
Siempre está así con la pierna- no paraba de repetir mi madre a mi tío, mientras ambos tiraban con fuerza hacia abajo como si ese gesto pudiese con este tic nervioso que me posee.
Ahora mismo no pienso ni en mi flotador, ni en el trabajo, ni en mi abuela, ni en el amor de mi vida, -mi perra- que fue a "juguetear con los ángeles" como mi padre suele decir.
Ahora mismo estoy liberada de una carga que sentía, ¿Cómo es posible que con una extendida conversación, rematada por un brutal abrazo, me haya salvado de tanto?
Quizás esto debería haberlo hecho hace mucho tiempo, pero me cuesta horrores.
Es que hay cosas que hago que no quiero que sepais - les confesaba a los dos hermanos, refiriéndome obviamente a mis autolesiones.
No quiero que la gente de mi alrededor se consuma conmigo.
No quiero hacerles sufrir, ni que vean como realmente estoy, pero hoy se han podido hacer una ligera idea de cómo me siento.
Y esto me preocupa e inquieta, no me gustaría arrastrarlos conmigo, cada uno tiene sus problemas y no es justo que se traguen los de los demás también.
En esto me siento sola, aunque por desgracia para mí, no lo estoy.
Realmente empiezo a pensar que no es tan mala idea un ingreso hospitalario, quizás sienta que me comprenden mejor las personas que no conozco de absolutamente nada, que mi propia familia.
¿Es cierto eso que digo que ya he tirado la toalla?
Todos me veían bien hasta hace unos días.
Tan mal no puedo estar.
Ya ni siquiera me apetece contestar mensajes de mis amigos.
Y algo que debería hacerme feliz como que en dos días viene de visita mi amigo Javier, al cual, hace cuatro años que no veo, no me causa ni una simple sonrisa.
Tengo ganas de verle, pero no que me vea en estas circunstancias.
Tocará volver a fingir aunque solamente sea por dos horas más.
Total, ¿qué son dos horas, en más de un año que lo llevo haciendo?.Y de nuevo, aquí estoy yo, intentado no desquiciarme por la esperada llamada de mi tío a mi padre.
Todos queremos lo mejor para ti, Ana, ya hablaremos de esto- me tranquilizó mi padre dándome espacio para poder recapacitar.
Y si, necesito recapacitar, pensar y meditar mi decisión. Porque solo es eso, mi decisión, aunque parece ser que todos me vayan a presionar con ello.
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Y aquí estás tú. En mi mente.
AcakUna historia tan triste como real. Se tocan temas sensibles pero que existen, y son poco visibles. La salud mental es lo más importante del ser humano. En esta historia le daremos la importancia que conlleva.