Y aquí estoy yo. Recibiendo la llamada que esperaba desde hace ya varias semanas. Aunque no deseada.
Nos acaba de dejar alguien que forma parte de mi familia.
No es que yo tuviese demasiado cariño hacia esa persona, pero después de tantos años, algo de aprecio si que le tenía, sobre todo después de estos últimos meses.
Siento que en este año se han ido demasiadas personas de mi vida como para poder seguir con la mía propia.
Personas a las que necesitaba para poder seguir adelante. Para poder mantenerme con fuerzas. Para poder mirar hacia un futuro.
Estoy harta de ese aire y aroma a luto.
Estoy cansada de ir de tanatorio en tanatorio.
Estoy cansada de ver flores fúnebres, -aunque las flores sean una de mis cosas favoritas en esta vida-.
Estoy cansada de las típicas frases -que aunque la gente piense que sirven de consuelo, te hunden un poquito más-.
Estoy cansada de abrazos sellados por lágrimas y sollozos.
Estoy cansada de que la gente mire con pena.
Estoy cansada de ver personas con la mirada triste.
Estoy cansada de tanta negatividad en mi vida.
Estoy cansada de que en cuestión de un año sobren ya tantos platos en la mesa.
Estoy cansada del dolor.
Aunque el negro sea mi color favorito en cuanto a la moda nos referimos, ya nos estamos pasando querido destino, o karma, o quién coño quiera que esté actuando de esta forma.
¿Tantas cosas he hecho mal en mi vida, para que en cuestión de un año me falte tanta gente en mi vida? ¿Qué tan mal he hecho para que el Karma me esté devolviendo todo con intereses tan altos?.
Hace tan solo un par de días visité a esa persona enferma -aunque en esa cama, ya no había rastro de la persona que conocí hace tantos años- y ni siquiera él, ya me pudo mirar.
Puta enfermedad.
Y ahí recapacité una vez más en lo mismo.
Me invadieron de nuevo los mismos pensamientos.
Tanta gente, como él, que lucha por seguir con vida, y gente como yo, que la desaprovecha y queriendo terminar con ella de una vez por todas.
Somos unos caprichosos.
Somos unos egoístas.
Me siento culpable.
Culpable por pensar así.
Culpable por comportarme con esta persona que ya no está físicamente con nosotros, de la forma que lo hice en repetidas ocasiones.
La única vez que este ser y yo tuvimos contacto físico, fue cuando mi abuela nos dejó.
Me topé de bruces con la camilla mientras bajaban por las escaleras a una de mis personas favoritas, envuelta en una sábana blanca.
Yo aún estado de shock desde la llamada de confirmación, me quedé paralizada. Ni siquiera me salía ni una sola lágrima, mientras de fondo escuchaba los sollozos de toda mi familia.
Este hombre, por primera vez en su vida, se detuvo delante de mi, me miró, me abrazó y me besó la frente.
No a cualquiera, ni en cualquier momento, se besa a una persona en la frente.
Insisto, la única vez que tuvimos un cierto contacto físico. Con eso me voy a quedar.
No me voy a quedar con las decenas de broncas que tuvimos, ya que ambos teníamos el mismo carácter.
Un carácter imponente y difícil de tratar.
También me quedo con los últimos meses de su enfermedad, estaba dócil, creo que ahí salió su verdadero *YO*.
Y me apoyó en este duro proceso de inestabilidad en mi vida.
Cuando mi relación con mi ex pareja terminó, por unos cuernos por los cuales, aún no entiendo cómo consigo entrar por la puerta sin chocarme, este me decía.
-Ana, no voy a entender jamás como te dejó por esa persona, eres guapísima y tienes un corazón que no te cabe en el pecho.
Así que, si que es cierto, que parece que cuando las personas se van, dejan ese vacío y siempre nos parecen buenas.
Siempre cuando ya no están.
Lo que yo veo, es que en estos momentos, siempre intentas quedarte con los buenos momentos que te brindó esa persona y eres incapaz de ver los malos.
Por eso siempre se suele decir - después de muertos, todos somos buenos-.
Como acabo de decir, en estos últimos meses si que llegué a tener cierto aprecio a esta persona.
Incluso me llegué a preocupar de verdad por él, y ese sentimiento era recíproco.
Y ahora mismo no puedo permitirme estar mal. No por la persona que ahora mismo está en una posición parecida a la mía, -mentalmente hablando-. Ahora tengo que sacar fuerzas hasta de debajo de las piedras por ella.
Voy a estar ahí, para ella. Aunque no puedo más.
No hagas ninguna tontería- me apresuré a decirla, preocupada mientras esas palabras salían de mi boca.
Su respuesta me ha dejado en shock -no soy como tú en este aspecto, tranquila- me quedé paralizada al escuchar esa frase, que aunque no se lo haya confesado, ella intuye y con una cierta razón tras ello.
Me necesita, y yo estaré, como siempre ha estado y estará ella para mí.
En estos momentos es cuando realmente te replanteas todos tus pensamientos.
¿En realidad yo quiero desaparecer?.
¿Causaría algún dolor a alguien mi falta?.
O simplemente ¿acabaría esta tortura que soy yo para los demás?.
Así que, aquí estoy yo, de nuevo, replanteandome demasiadas cosas, y lanzando un nuevo beso al cielo.
Ojalá nos esperes muchos años allá donde quiera que estés.
Aunque se que no estás físicamente, tu alma, tu presencia y sobre todo tu recuerdo, aún seguirán rondando entre nosotros como si de un ángel de la guarda se tratase.
Espero que seas el ángel de la guarda de ella, ahora y siempre lo necesitará. Te necesitará.
A partir de esta noche, una nueva estrella, brillará cada noche con gran intensidad.
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Y aquí estás tú. En mi mente.
AcakUna historia tan triste como real. Se tocan temas sensibles pero que existen, y son poco visibles. La salud mental es lo más importante del ser humano. En esta historia le daremos la importancia que conlleva.