Salir de la rutina.

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~¡Y volví por acá también!

¡Estoy viva! (Casi) Queridos y queridas lectoras, me siento muy, pero muy apenada por el excesivo tiempo que tardé para publicar este siguiente capítulo. Verán, en un inicio estaba indecisas de que tanto debería de avanzar en este capítulo y pues se me fueron un par de días en ellos, después, cuando ya quería empezar a escribir, la universidad hizo su aparición, empezaron a llegar tantas cosas que se me fue yendo el tiempo... después, se vino la pesadilla completa, exámenes, prácticas, más exámenes, juro que estaba muriendo T-T Se me fue todo el tiempo, inspiración, incluso hice que mi lesión de la columna volviera a aparecer...

Pero bueno, ya estoy de vuelta y aunque no del todo bien, ya volveré a escribir, que tanto me gusta. Por ahora estoy de vacaciones así que no tardaré en subir el siguiente ^-^

Enjoy!~

Navidad es catalogada por todo el mundo como la época más feliz del año, la temporada donde las familias se reúnen y conviven al calor de una casa llena de luces y una cena digna de un banquete que se sirve en las mejores fiestas.

¿Qué pienso yo? Que es la peor época.

No veo lo positivo en que una familia que se reúne después de ni siquiera dirigirse la palabra en los trescientos sesenta y cuatro días del resto del año, una cena que gasta más dinero del necesario y una casa que pareciera querer tomar la función de faro en una costa.

Me da lo mismo.

Mi día comienza a las cinco de la mañana, abrir los ojos cuando el reloj empieza a sonar, salir de la cama, tomar un baño y vestirse, dejarle comida a mi pequeña Beagle, que también es el segundo ser que realmente varia mi vida lo suficiente como para seguir caminando día a día, y finalmente, recorrer un trayecto de una hora para llegar a esa oficina que he aprendido a odiar en estos último cinco años.

-Mihael, de nuevo llegas tarde -ese hombre, mi jefe, tiene un desorden mental bastante grave, regañarme por llegar medio minuto tarde es patético.

-Ya, ya, lo siento -aún sigo preguntándome el por qué no me ha despedido si a cada contestación que le doy me responde con una mirada que bien podría decir que quiere matarme.

Después de un largo y tedioso medio día de trabajo donde arreglé un sinfín de cuentas de gente estúpida que empezaba a preocuparle el hecho de que estaban gastando de más, salí a las calles, descubriendo que, por fortuna, algo bueno estaba sucediendo en este día: estaba nevando.

La nieve es algo que surte un efecto relajante en mí, el verla caer poco a poco sobre el suelo hasta cubrirlo por completo me hace darme cuenta que, si hubiera alguien controlando todo eso, podría aplastarnos en un abrir y cerrar de ojos.

Las calles estaban atestadas de muchas personas, niños corriendo de un lado a otro, parejas melosas que provocaban empalagamiento de solo mirarlas y una que otra persona maldiciendo por no haber comprado los regalos antes o porque algo de la cena se había quemado. Echándome la chamarra encima empecé a caminar entre las personas, procurando el no chocar contra alguien que pudiera retrasar más mi camino.

En estos últimos días, mi rutina está empezando a agobiarme más de lo que debería, estoy hartándome de recorrer las mismas calles para ir a un empleo que odio, de ver en esa oficina a las mismas personas de siempre, de ver las mismas caras incluso en las tiendas. Estoy consciente de que es estúpido pero, realmente no puedo hacer nada. O tal vez sí.

No sé por qué decidí tomar un camino más largo hacia mi casa, las mismas expresiones que había visto en la calle anterior están en esta y el mismo abarrotamiento en las tiendas. Parece ser que la cotidianidad de mi vida está destinada a ir conmigo para el resto de mi vida, el mismo aburrimiento, lo seguiré cargando por siempre... Maldita sea el destino por contradecirme.

Diferentes mundos. [Mello x Near]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora