Mejoras

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Fui yo quien alejó la mano de él, yo quien me hice un poco para atrás para dejar una distancia más cómoda entre los dos, apenas dando crédito de lo que había pensado tan solo unos segundos atrás.

—Bueno, necesito comer y descansar porque esto de ayudar muertos es agotador —dijo tras mirar a su mano detenidamente por varios segundos, levantándose y yendo a la cocina—. Te daría comida, pero creo que eso ya sería demasiado.

Su manera normal y despreocupada de hablar me hacían darme cuenta de que solo yo había pensado semejantes estupideces y eso me hizo suspirar, agitando la cabeza mientras cerraba los ojos e intentaba regresar a como me sentía después de haber logrado mover todo eso—. Sí... es demasiado.

Hizo un ruido de entendimiento desde la cocina, pero yo ni siquiera me refería a eso, seguía pensando en lo que había pasado y lo que había pensado.

Había descubierto mi orientación sexual cuando aún era joven, mientras los pocos amigos que se interesaban lo suficientemente en mi como para visitarme en el hospital babeaban por chicas de senos grandes y trasero levantado, yo me encontraba confundido en el por qué aquello no me resultaba atrayente; sí podía admitir que algunas eran lindas y tenían un nivel de atractivo elevado, pero no me "ponía" al grado que los ponía a ellos.

Cuando era más joven se lo atribuí a un defecto más en mi organismo, pero cuando alcancé la adolescencia me estrellé con el muro de la realidad, eran más atractivos los chicos que las chicas. Obviamente jamás se convirtió en algo importante, tenía un sinfín de cosas de las que preocuparme en lugar de pensar en tener pareja, pero ahora parecía tomar algo más de fuerza.

Entre más lo pensaba más ridículo sonaba.

Él era un chico vivo, con sangre corriéndole por el cuerpo, órganos funcionando y visible para el mundo entero mientras que yo era alguien muerto que no debía existir y que estaba atorado en el medio sin nadie que pudiera ayudarlo o verlo.

En la literatura había historias de monstruos enamorándose de humanos, vampiros, hombres lobo y hasta sirenas que caían rendidos ante los encantos de alguna mujer o algún hombre, pero estaba seguro de que no había nada de fantasmas.

Nate, cállate.

Con un suspiro me levanté del sillón y me moví hasta la ventana que ya parecía haberse transformado en el lugar al que iba para calmarme, fijando la vista en los carros que iban de un lado a otro y las personas que esperaban su turno para cruzar la calle. Todo este mundo ya no era mío y estar pensando en sentir atracción por alguien que sí lo hacía, hacía que me doliera el pecho.

—Qué... ¿qué tienes pensado hacer mañana? —Pregunté en un intento por cambiar el tema y hacer que mi mente se alejara de todo eso.

—No sé, supongo que dar una vuelta por la ciudad, hace mucho que no lo hago —dijo mientras dejaba el plato sobre la mesa y se hacía el cabello para atrás—. He estado tan absorbido por ese puto trabajo que no tengo tiempo.

—Suena como una buena idea... —dije, además de que obviamente le ayudaría, me reconfortaba saber que no sería otro día de torturas auto—infligidas aquí adentro—. Seguro te ayudaría.

—Supongo que sí, —asintió levemente mientras se llevaba la cuchara a la boca—. Estaba pensando en dar una vuelta a unas tiendas en el centro comercial.

—¿Hay algo que te interese?

Mello tamborileó los dedos sobre la mesa, tomándose un par de segundos antes de responder, alzándose de hombros—. Sí, pero no pienso comprarlo.

Eso me dio curiosidad y ayudó a deshacerme de los pensamientos agitados que tenía, preguntándome entonces qué sería lo que tenía en mente y el por qué había tardado tanto en responder.

Diferentes mundos. [Mello x Near]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora