—¿Vivías en casa estilo mansión? —Mello preguntó cuándo estábamos camino hacia mi casa y yo mantenía la vista clavada en el camino.
—¿Mansión? —Pregunté sin despegar la vista del camino—. No, era solo una casa normal de dos pisos.
Una parte de mi cerebro decía que Mello solo estaba intentando distraerme, que realmente no lo estaba haciendo con mala intención, pero la mayor parte de esa masa rosada y viscosa que en algún día estuvo dentro de mi cabeza, estaba ocupada por los recuerdos que cada milímetro de camino guardaba.
Podía verme a mi madre y a mi sentados en el autobús, leyendo, conversando de nimiedades que a los niños les entusiasma, podía verla a ella sujetándome con desesperación en aquella vez donde me había puesto mal y ella ansiaba al conductor para que fuera más rápido.
—Lo sé, mal chiste —dijo con un suspiro—. Es un camino agradable.
—Siempre me gustó —susurré, presionando la mano contra el vidrio y sintiendo lo frio de este—. Londres siempre está moviéndose tan rápido, todo a mi alrededor era rápido y el volver a casa era disminuir ese ritmo, menos personas, menos autos, todo era más tranquilo.
—Todo el mundo es así —dijo mientras miraba a las personas que en su mayoría venían dormitando o distraídas con sus teléfonos—. La humanidad entera se mueve rápido y si no lo haces, te quedas atrás, aplastado por todos los que corren.
Asentí, cuando aún tenía la esperanza de curarme, sentía la presión de no saber qué haría en el futuro, en qué trabajaría, como sobreviviría, de cierta forma me había ahorrado eso, una cruel manera de verlo.
—Tú te has mantenido corriendo —dije, despegando por fin la mirada de la ventana—. Aunque el odio a ello te está agotando más rápido.
—No sé por cuánto tiempo más podré correr —suspiró pesadamente, echándose atrás en el asiento—. ¿Qué quiero que me destroce primero?
Mello lo veía de una manera un tanto más agresiva, se veía en medio de dos cancerberos hambrientos, uno representando el trabajo que odiaba pero que tenía que soportar y el otro todos los gastos que debía solventar mes con mes; ambas criaturas esperaban ansiosos sus próximos movimientos, si tomaba su cámara y seguía esa carrera, el que representaba los gastos se le iría encima, pero si seguía, el otro terminaría por destrozarlo cuando él mostrara el mínimo signo de debilidad.
Planeaba ayudarlo a cambiar esa visión, eventualmente.
—Es posible conseguir un empleo que te pueda mantener a flote —dije, frunciendo levemente el gesto cuando una tienda me recordó a mis padres discutiendo afuera de ella sin saber que yo estaba escuchándoles en lugar de seguir dormido.
—Dejé de creer en los reyes magos hace mucho, —dijo, mirando a la bolsa que tenía la cámara dentro—. Me tomaría mucho tiempo el conseguir uno.
—No lo sabes, podemos buscar —dije, cerrando los ojos cuando nos detuvimos cerca de otro punto sensible—. Lo haremos.
—Por ahora solo es concentrarse en ti —dijo al notar mi malestar—, después podremos buscar más.
El tono genuino de preocupación me hizo sentir ese chispazo de calidez dentro de mí una vez más y lo usé para intentar calmarme y evitar tener el colapso que amenazaba con tirarme de un solo golpe. El autobús continuó su camino hasta que llegamos, Mello levantándose primero, pero pretendiendo ocuparse en buscar algo en su mochila para darme tiempo de juntar fuerzas y bajar, teniendo que tomar un largo respiro al ver el lugar.
Estaba diferente, obviamente, habían pasado muchos años desde que había puesto un pie ahí y aunque muchas de las estructuras seguían siendo iguales, varias tiendas habían dejado de ser lo que eran e incluso habían cambiado completamente de función. Daba lo mismo, seguía recordando todo.
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Diferentes mundos. [Mello x Near]
FanfictionSoy algo que, se supone, no debería existir. Una entidad que sólo es usada para asustar a los niños que se portan mal. Algo a lo que algunos temen. Un fantasma, literalmente. Nadie puede verme, nadie me puede escuchar, mi "vida" no afecta en lo m...