Desde que Clover entró a tercero de secundaria, la vida se ha tornado algo más oscura. Tareas, bullying, peleas con amigos, rebeldía, peleas con su madre... ¿ataques escolares? Como sea, el año no está siendo fácil desde que un grupo de estudiantes...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Tu eres el chico que casi me mata en la escuela.
Las palabras atraviesan mis oídos. No solo me siento furioso por eso pero extremadamente frustrado que el tipo no tiene idea de lo que está hablando.
— Deberías agradecerme de que no estés muerto — respondo, pero me arrepiento ya que el ambiente no se siente adecuado para que me esté quejando o retando. Solo quiero salir de aquí sin ningún rasguño. Lauro me mira seriamente aunque rápidamente mueve sus pupilas a la derecha.
Aprieto mis puños. — ¿Entonces que? ¿Vas a golpearme o algo? — pregunto con el miedo carcomiendo. Puedo jurar que estoy a punto de quebrarme.
El ambiente se vuelve silencioso rápidamente. No se si es por la conversación que estamos teniendo o porque genuinamente todos se han ido cuando Lauro vino. Vaya, ni siquiera me habia dado cuenta, y eso que si me percato cuando un simple cartón de leche está faltando en el refrigerador. De repente, dos chicas pasan con cigarros en sus manos. Balbucean algún sin sentido mientras que sujetan una bolsa pequeña con lo que asemeja al azúcar. Me pregunto si puedo recurrir a ellas si algo me pasa.
El chico que tengo al frente parece estar en duda, tambíen. Empiezo a preguntarme si realmente es quien creo que es. Las dos ultimas veces — bueno, tres. — que lo vi parecía estar sometido en algún tipo de sustancia que lo hacia agresivo. Pero ahora no hay nada más que un simple matón. ¿Por qué estoy aquí? Suelo hacer caso a lo que me dicen y ese es mi problema. Siempre termino mal de una u otra forma. Una brisa recorre mis brazos y mis pelos, sintiéndome tan liviano pero a la vez pesado en pleno ambiente. Esto se siente tan... fragil.
El mundo es tan frágil...
— Solo vine a pedirte disculpas.
Me golpea aquella disculpa. Un chorro de agua fría se me es arrojado cuando escuchó aquellas palabras. Estaba consciente de que las personas más crueles podían rogar por perdón antes de ser aniquilados. Esto no se trataba de alguien vil y malvado, solo se trataba de un tipo que me encontré por ahí. ¡Guau! Esto se siente tan repentino. Es raro, tengo que admitirlo. Preferiría mil veces hacer esto en mi casa o en un centro comercial — por más cursi que suene —. Hacerme andar en bicicleta hasta un lugar de mala muerte no es la mejor manera de pedirme perdón.
Abro mis ojos como platos antes de responder. — ¿Que?
— Mira... — Lauro procede a meter su mano derecha en su bolsillo izquierdo. Ruego que no sea algún tipo de arma o alguna navaja, esa seria la peor manera de pedir disculpas. Sin pronostico, un billete de 10 dólares y un pequeño cassette de Radiohead del álbum Hail to the Thief. Mi boca se abre de la sorpresa. En su otra mano, se encuentra un dulce el cual no planeo comer. Quizás se veneno. —, se que no nos hemos llevado bien, por más obvio que suene. Y-y-y... — se traba en aquella letra.
—... y?
— ¡Mierda!— grita, ahuyentando a algunas palomas que había alrededor — ¿Es tan difícil hacer esto? Carajo. Quería simplemente darte esto como tratado de paz y yo— finalmente toma un respiro —... ¡Ni siquiera te odio! ¿Sabes?