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No fue fácil presenciar el discurso de Wulf y Wolfgang al resto de lobos. Mi regreso pareció traer una maldición mayor que la de la Loba Blanca.
Mientras mis hermanos explicaban que se haría y donde nos quedamos en el clan ante la mirada incómoda de muchos de los lobos, Jazmin solo enterraba su cara en la pierna de su papá, no le estaba gustando las miradas de curiosidad que estaba atrayendo. No la culpo, para mi era difícil subir la mirada y decidí mantenerla baja en forma de sumisión, para que el resto notara que no soy una amenaza ni mis acompañantes. Pero ella era un caso distinto, tal vez era la única niña que había ingresado al clan en mucho tiempo, lo que generaba miradas curiosas entre los lobos, en especial entre los cachorros y las mujeres.
Fue Wolfgang quien nos guió a donde dormiríamos, la reconocí inmediatamente como su casa. Al entrar, un aroma nostálgico de hierbas, tierra y fuego llegó a mi nariz también ese otro aroma que recordaba tanto.
- ¿Velkan?¿hijo?
Vi sus ojos, su cabello largo lleno de canas que venía hacia mí, sentí su cuerpo pequeño que se estampó en mi pecho. Recordé cómo la extrañaba y el encierro de Agatha, como tanto esperaba que mi mamá viniera a salvarme.
- Mamá... - un sollozo escapó de mi garganta.
- Mi niñito, mi lobito- susurraba, también con lágrimas en los ojos.
Cuando logre controlarme vi su cara, más arrugada y con pecas, su pelo estaba ya casi completamente blanco, sus ojos grises estaban rojos y su boca mostraba una sonrisa de felicidad.
- Cuando tus hermanos me dijeron que estabas aquí, yo... gracias a la Luna y tu padre, se que me escucharon.
- Gracias mamá por rezar por mi, te extrañé tanto. Encontre a Pampin y...
- Tranquilo.
Yo besaba sus manos y me aferraba a ella como un niño pequeño.
Pasó un tiempo hasta que nos tranquilizamos, ella observó mis ropas de humano y como tenía colgada aquella piedra que papá le regaló hace tantos años, la tomó con las manos y la besó. No se si me veía a mi o a mi padre, pero estaba plena de felicidad, eso era lo que importaba.
También abrazó a Pampin, quien lleno de besos y mimos.
- Creo que el abuelo me hizo encontrar a el tío, abuela- sonrió el niño agarrada del cuello de su abuela
Detrás de ella apareció otro niño mayor a Pampin, al ver su cara reconocí inmediatamente a Ivan, tenía el rostro de Fausto de cuando era niño.
- Pampin- exclamó Ivan mientras se lanzaba sobre su primo.