♡ "MF ! one shots

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𝐛𝐢𝐥𝐥𝐲 𝐡𝐚𝐫𝐠𝐫𝐨𝐯𝐞!

Billy te presiona más fuerte contra la puerta de madera, inclinándose para susurrarte al oído.

"¿Qué pensaría Steve si te viera así?", pregunta Billy.

"¿Tan desesperada por que te folle? ¿Su inocente amiguita me ruega que destruya su dulce coño?"

Tus mejillas se calientan de vergüenza, pero sus palabras degradantes te hacen gemir y retorcerte mientras el espacio entre tus piernas se vuelve más cálido y resbaladizo.

"Vamos, nena, déjame oírlo", te incita,

"Dime lo jodidamente necesitada que estás. Lo mucho que necesitas que me folle tu pequeño coño de puta. Dime que Steve no es lo suficientemente bueno y que necesitas a un hombre como yo para mostrarte lo que es el verdadero placer".

Giras la cabeza aún más, aprietas los ojos y la humillación prende fuego a todo tu cuerpo, pero sobre todo a tu centro.

—Vamos —empuja tus brazos hacia arriba y tú gritas, arqueando la espalda para alejarte de él. La mano que no sostiene tus brazos levanta tu falda, tirando de ella lo suficiente para que tu ropa interior empapada de excitación sea resistente a él.

—Dilo —exige, extendiendo su gran mano para golpear tu clítoris.

Gimes, sacudes las caderas hacia atrás, persiguiendo la sensación.

"¡Lo quiero!", exclamas finalmente.

"No, no, todo el asunto, cariño. Quiero oírte decirlo todo".

Esta vez, Billy te baja la ropa interior de un tirón, la fina tela de encaje cae y se engancha en tus rodillas, y desliza un dedo entre tus labios carnosos. Hace círculos alrededor de tu entrada y luego roza ligeramente tu clítoris, provocándote.

"Te necesito", gimoteas, presionando su mano, tratando de que aplique un poco más de presión sobre tu clítoris. Tus intentos son en vano, su mano todavía sujeta con fuerza tus muñecas contra el espacio entre tus omóplatos.

—¡Necesito que me folles! ¡Por favor, Billy, por favor! —gritas, empujando desesperadamente tus caderas hacia atrás, incluso a costa de tus hombros que comienzan a doler por la posición.

Billy se ríe oscuramente, agarrando tu barbilla con fuerza con la misma mano que estaba en tu coño, esparciendo jugos por tu barbilla mientras gira tu cabeza hacia atrás lo suficiente para que lo mires.

"Oh cariño, te voy a arruinar".

Billy presiona sus labios con fuerza contra los tuyos, soltando tu barbilla para desabrocharle el cinturón y luego bajarle la cremallera de los pantalones. No tiene intención de desnudarse. Simplemente saca su polla de sus ajustados jeans y la coloca en tu entrada. Se introduce a un ritmo descuidado, sin detenerse a considerar que nunca has recibido una polla tan grande y que tal vez necesites preparación.

Gimes en su boca, tus pestañas revolotean contra sus mejillas. Él comienza a tocar tu punto G casi de inmediato, embistiéndolo con destreza con cada embestida. La mano en tu cadera se sumerge debajo de tu falda para presionar con fuerza tu clítoris. Gritas ante la combinación de sensaciones, el dolor en tus hombros y brazos, el hormigueo caliente que se extiende por todo tu abdomen, el nudo que se aprieta en tu centro.

Billy se da cuenta en el momento en que tus muslos empiezan a temblar y se ríe sin humor:

"Qué jodidamente patético. Ya estás a punto de correrte y apenas te he follado". Te golpea con sus caderas más fuerte que antes, empujando tu cuerpo contra la pared mientras te obligas a ponerte de puntillas.

"Estás tan jodidamente desesperada por mi polla y, sin embargo, apenas puedes soportarla, ¿eh?”

Intenta reposicionar sus caderas para penetrarte más profundamente, pero es demasiado grande y no puede meterse completamente dentro de ti.

"¿Esto es todo lo que puedes soportar, zorra?"

Dejas escapar un gemido agudo y todo tu cuerpo tiembla mientras te arrojan al borde. Tu semen cubre su pene, esparciéndole la parte delantera de sus jeans y la parte interna de tus muslos. Cuando regresas a la tierra, puedes sentir que algo gotea por tus piernas.

Billy no disminuye el ritmo en absoluto y continúa usando tu coño jodido para excitarse, incluso mientras te retuerces y resoplas por la sobreestimulación.

—Por favor, Billy —le suplicas.

—Es demasiado. No puedo... -Billy te interrumpe y mete la mano que está justo sobre tu coño en tu boca, amordazándote con sus dedos.

—Cállate la boca. Ni siquiera te he llenado una vez todavía, estamos lejos de terminar —escupe, acercando su cara lo suficiente para que puedas oler la menta en su aliento y sentirla golpeando tu mejilla.

—Quiero que ruegues por cada carga de semen que te voy a echar hoy.-

Sientes vergüenza y excitación a partes iguales, incapaz de admitir lo mucho que te excitan sus palabras. Si cualquier otra persona te hablara así, le habrías dado una bofetada, pero cuando lo dice Billy Hargrove, el mayor imbécil que conoces, el enemigo de tu amado novio, se te calienta cada centímetro de la piel.

—Dije que suplicaras —exige, y su voz no deja lugar a negociación.

"L-Lléname", suplicas, cerrando los ojos con fuerza como si eso te ahorrara algo de vergüenza.

"Puedes hacerlo mejor que eso."

"L-Llena mi coño, Billy", jadeas,

"¡Por favor, por favor, por favor, lléname con tu semen, por favor!"

Y Billy hace exactamente eso. Sus caderas se sacuden, las embestidas se tambalean y puedes sentir cómo las corrientes calientes cubren tu interior, más profundamente de lo que Steve jamás había llegado dentro de ti. Continúa sus embestidas, ordeñándose, antes de retirarse lentamente. Antes de que pueda escapar demasiado, te suelta los brazos y se agacha, tirando de tu ropa interior hacia arriba y apretándola contra tu coño, atrapando el semen.

Él se levanta de nuevo, solo para hacerte girar y obligarte a arrodillarte.

"Ahora veamos qué tan bueno eres limpiando tus desastres".