Capítulo 10

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¡Hola! ¿Cómo están? La verdad yo estoy muy emocionada porque, mañana es el día. Así que aquí les dejo este nuevo capitulo, que como les prometí es largo y en mi opinión me gusto mucho. Espero que lo disfruten.

Al salir de la casa, puedo observar como los primeros rayos de sol se filtran en el cielo azul del horizonte. Al llegar, el amanecer ya empieza a iluminar el bosque, así como las presas también empiezan a salir de su escondite. Tenso la flecha apuntando a mi objetivo, suspiro silenciosamente y la suelto logrando un tiro perfecto en el ojo del animal. Después de estar como media hora ocupada despellejando a las presas, empiezo a caminar en dirección al Distrito pero iba tan perdida en mis pensamientos que tome un camino diferente, uno que suelo evitar. Porque ese lugar me trae tantos recuerdos dolorosos que no me creo capaz de resistir. Pero tengo uno, un recuerdo tan detalladamente grabado en mi cabeza que hasta puedo sentir que sucedió ayer.

Era un día nevado de Noviembre, el Distrito estaba casi sepultado entre las montañas de nieve, yo estaba en el bosque, tratando de cazar algo para comer, Gale no me acompañaba, ya que Posy había pescado un resfriado, había insistido en venir conmigo pero se lo impedí, pues sabia como se sentía cuando Prim enfermaba y lo último que quería era que la dejara sola. Como Hazelle trabajaba, pudieron reunir comida para unos días de invierno, pero en mi caso que no contaba con nadie, de mi dependía si comíamos o no. Trato de convencerme de regalarme algo de comida pero me negué, ya que eran más las bocas que él tenía que alimentar.

Aun me era un poco difícil cazar en invierno y más en días como estos, en donde los copos de nieve dificultaban mi visión y mis dedos tensos y rígidos por el frio me complicaban la tarea de trabajar con el arco, los guantes los había olvidado y si regresaba hasta la Veta por ellos, se haría más tarde y nos quedaríamos sin comer. Así que me colgué el arco en la espalda y trate de que mis manos entraran en calor, frotándolas. Al cabo de unos minutos, seguían estando heladas pero al menos ya había logrado que la sangre siguiera circulando, recuperando la movilidad. Fui a revisar las trampas, sin suerte. Mis ojos lograron captar movimiento por mi lado derecho y después de un rato, ya traía conmigo a la ardilla en mi bolsa. Podríamos combinarla con algo de verduras y hacer que rinda más, pensaba mientras volvía al Distrito. Guarde el arco junto con las flechas en el mismo lugar de siempre, cruce la alambrada, comprobando antes que no estuviera electrificada y a paso veloz llegue a la casa. Al entrar de lo primero que me percate fue que Prim no estaba ahí esperándome.

—¿Prim?

Deje caer las cosas al suelo y fui a la habitación; vacía. Al igual que toda la casa, mi madre estaba dormida, la desperté con algo de brusquedad y cuando abrió los ojos, rápidamente la interrogue

—¿Dónde está Prim?—ella se desconcertó y no pudo articular palabra alguna, confirmándome que no sabía dónde estaba.

Al ver esta situación confirme el hecho de que ya no podía contar con ella, para nada. Me di la vuelta y salí de la casa, empezando a sentir como un nudo de desesperación y angustia se estaba creando dentro de mí. Comencé a buscarla por la Veta, le preguntaba a las pocas personas que la conocían y que aun rondaban fuera de sus casas por ella, pero nadie la había visto. Quise ir a buscar a Gale para que me ayudara a encontrarla, pero no quería preocuparlo, así que decidí dejarlo como ultima opción. Controlando mis impulsos de comenzar a llamarla a gritos, me detuve en seco y comencé a pensar, ¿A dónde iría y porque? Ella nunca sale de la casa sola y menos ahora en invierno, regrese a la casa y me percaté de que su cabra no estaba. Todos mis músculos se encontraban tensos, seguramente el nudo de había deshecho pues ella fue la última que la amarro, ya que la había sacado para que comiera algo...

Algo me decía que se había ido la pradera pues Prim siempre la llevaba allí para que pastara y la cabra ya conocía el camino. Cuando la vi, casi podía escuchar el martilleo de mi corazón empezar a tranquilizarse. No grite, aunque eso era lo que hubiera querido hacer, me acerque rápidamente y tomándola por los hombros le di la vuelta

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