Capítulo 8

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El día había llegado y aunque aún sea temprano todos en la casa estaba de un lado a otro sea organizando o moviendo las cosas de su sitio, mientras tanto yo sólo observaba algo incómoda la situación. 

A Andriev no lo he vuelto a ver desde aquel día creo que es mejor así. 

Deberías ir a vestirte. La fiesta comenzará en un par de horas -era mi tía quien hablaba- sólo invite a personas de confianza. 

Espero que sean pocas. -dije casi en un susurro- 

Nadine, me explicó que escogiste el vestido turquesa -la miré y di un leve asentimiento- creo que te quedará muy bien.

Eso creo también. -suspiré- Sarah, quisiera que hablemos... -dije aún susurrando-

Entiendo, sígueme. 

Decidí seguir a mi tía, necesitaba preguntarle ciertas cosas, nos encaminamos juntas hacia su habitación, es raro decir que era de las pocas veces que estaba en la habitación de la tía Sarah pero es cierto, ella es tan conservada y restringida cuando se trata de su espacio. Entramos a su habitación y por milagro tenía las cortinas abiertas, el sol alumbraba lo que no pude observar en ocasiones anteriores, me percate de algunas cosas fúnebres como por ejemplo: Una cabeza de calavera, cuervos disecados, patas de conejo entre otras cosas. Parecía otro cuarto de conjuros. 

Bien, escucho. -mi tía estaba dispuesta a escucharme- ¿qué necesitabas hablar conmigo?

Bueno yo... -la verdad no sabía como empezar- yo, necesito la verdad. 

¿La verdad? -repitió mi tía sin entender- no entiendo a que te refieres. 

Es que son tantas cosas que me tienen con incertidumbre. -suspiré- Primero, ¿por qué la fiesta? siento que es un cumpleaños normal tía, un año más de vida, diecinueve años, algo tan simple como se escucha. Segundo, ¿Por qué desde que llegué nunca he recibido alguna carta de mis padres? tía, ya son 6 años sin saber de ellos, a veces me pongo a pensar que quizás usted o ellos me están ocultando algo que yo no sé. Pero ¿ocultarme qué? -finalicé un poco trastornada, no entendía algunos hechos, observé que Sarah estaba algo nerviosa y eso era anormal en ella- 

Angela -ladeo un poco, ahora ella era quien no sabía qué decirme- hay cosas que deberás saber a su tiempo. Quizás la correspondencia ha de estar mal detallada  y por eso no te ha llegado ninguna carta, pero... si gustas podrías volver aunque te aseguro que ya nada será lo mismo una vez que regreses allá, porque este ya es tú hogar. Todos ocultamos algo, pero yo... lo que tu crees que te podría ocultar -suspiró- lo hago sólo para protegerte -Sinceramente no creía que era mi tía la que me estaba hablando en este momento, tan débil, delicada, sobre protectora. La estaba empezando a desconocer- Sé que te parece raro esta repentina actitud mía, pero querida, así he sido desde siempre. Sólo que mi escudo es mostrarme fría, cortante, tajante y todo lo que puedas relacionar a la palabra fúnebre. -ambas reímos- creo que es todo, deberías empezar a vestirte y arreglarte. 

Esta bien -dije poco convencida, mi tía no me había dado respuestas concretas- Gracias

A tí -dijo Sarah sonriéndome con su calidez- 

Me retiré de su habitación y fui en busca de Nadine, al llegar a la sala principal y el comedor simplemente me quede asombrada, todo estaba distinto, era asombroso, la decoración la mayoría era plata aunque con un poco de bronce y dorado; debo reconocer que  el color plateado siempre me ha gustado y a mi parecer es mejor que el dorado. La mesa principal tenía un mantel dorado con rojo concho de vino que le quedaba estupendo con candelabros encima de ellos. Habían piezas de reliquias que decoraba cada estante y las luces, eran las mismas pero sin duda alguna la decoración que había hecho Nadine con sus padres, la madre de Frederick y hasta el mismo Frederick. La casa estaba asombrosa y obviamente resaltaba más algunas cosas que parecían comunes sin la casa decorada de esta manera. Sin darme cuenta estaba boquiabierta hasta que Nadine se acercó y me dio un leve codazo. 

Mi mejor desdicha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora