Ahí estaba yo, almorzando por tercera vez de lo que iba de semana con Lauren, antes de que ella tuviese que irse a Chicago para seguir con la promoción de su nueva película.
— Parece que el calor ahuyentó a los paparazzis— Comentó Lauren, dando una mirada rápida a la puerta para confirmar que no había nadie fotografiando cada cosa que hacíamos.
Desde que la había conocido a principios de julio, nuestras salidas consistían en ella, los paparazzis y yo. Mientras que yo me sentía cohibida con su constante atención, Lauren actuaba como si no tuviese diez cámaras apuntando hacia su cara y estudiando cual de todos sus movimientos saldría en las noticias al día siguiente. Era abrumador.
— Aunque nadie te ha pedido una foto— agregué—. Pero varias personas se te han quedado mirando...
—También podría ser porque estás conmigo— repuso.
— No lo creo. Lauren Jauregui opaca hasta a la estrella más brillante del universo— me burlé.
— El sol tiembla cuando me ve— respondió con su acostumbrado ego que habia tenido desde mucho antes de entrar al mundo de Hollywood y que se había empezado a inflar en grandes cantidades desde su debut en el cine a los trece años.
Sin embargo, ahora con veinticuatro años el peso de su ego parecía ser lo que la mantenía con los pies sobre la tierra. Punto para el.
A pesar de la imagen que parecia tener de diva, en el fondo era como cualquier otra persona y era facil entablar una conversacion con ella una vez llegabas a conocerla. Por lo que no fue una sorpresa para mi cuando empezamos a pasar bastante tiempo juntas y a darnos cuenta de que conectábamos muy bien.
— ¿Has tenido novio?— Pregunté de manera trivial.
— Si, algunos.
— ¿Pero tuviste novios con los que podías hacer cosas normales?
— ¿Salir a desayunar y esas cosas?— Asentí—. No, nunca pude. Solo salía con chicos famosos y lo único importante era la mejor manera de hacer mas dinero y de beneficiarse de eso.
— Debió ser duro tener que crecer frente al mundo.
Lauren se encogió se hombros.
—Me gustaba lo que hacía y mi familia necesitaba mi ayuda— respondió con simpleza, tomando un poco de su té.
— A veces eres tan adorable.
— Gracias.— Se aclaró la garganta de manera incómoda y cruzó las manos encima de la mesa, clavando su mirada sobre la mía—. Aunque como dato... muy pronto vas a tener que vivir todo eso y espero que estés preparada. Las primeras veces parece que los paparazzis te comen viva, los medios hablan sin saber, los que no te conocen critican hasta tu labial yempiezas a escuchar a una vocecita en tu cabeza que te dice que lo dejes porque no eres lo suficientemente fuerte para la industria.
— Eso es un gran consuelo— dije con sarcasmo, rodando los ojos—. ¿Tan malo es?
Ella asintió.
— Lo que has vivido conmigo no es nada a lo que ellos hacen una vez que eres tu el objetivo.
— Haces que quiera ir a esconderme en mi cama y no salir nunca, aunque tenga cuarenta años y viva con treinta gatos.
— Bueno, tampoco es tan malo— le restó importancia.
— ¿Quién te entiende, Lauren Jauregui?— Reí.
— ¿A qué hora tienes que estar en el estudio?— Preguntó, cambiando un poco el tema. Tragué en seco antes de contestar.
— Mmm... creo que en una media hora debería estar ahí.
— Bueno, señorita estrella deberías irte pronto a hacer música para que arrases con los charts.
— Aun no— le pedí. Ella asintió, en señal de que nos quedaríamos un rato más.
— ¿Crees que las abejas hacen pipí en las flores?— Preguntó, aunque para mi era normal que Lauren cambiara de tema cada cinco segundos, sus inquietudes no dejaban de sorprenderme. Su mente era fascinante.
— ¿Eso crees? He leído que son bastante limpias.
— Yo también leí sobre eso, también que mezclan los desechos líquidos con los sólidos y todo sale junto. — Hizo una mueca de disgusto.
— ¿Qué tal que hagan todo eso en la miel?
— No, no, ellas son muy limpias con la miel y con sus panales.
Así era como nos abstraíamos del mundo real, y nos adentrabamos en una pequeña e inquebrantable realidad que habíamos creado, que era casi como una burbuja invisible donde solo estábamos ella y yo. Nos enfrascábamos en largas conversaciones que para muchos no tenían sentido, pero que para nosotras eran lo más interesante que podía existir.
Casi una hora después, Lauren me dejó en el hotel y se despidió con un abrazo fuerte que duró más de lo normal, se disculpó un montón de veces por tener que dejarme sola esta semana y prometió que apenas volviese de su pequeño tour por el país, íbamos a hacer un maratón de películas y a cenar en su casa.
Le pedí al portero del hotel que me llamara un taxi y el me dio una mirada llena de confusión, pero de todas maneras entró a hacer lo que le pedía. Cuando el taxi llegó, le di el nombre de la playa en donde mi mejor amiga me esperaba y dejé que la brisa de Los Ángeles alborotara mi pelo, no importándome nada más en ese momento.
Divisé a mi mejor amiga, Dinah, unos metros más adelante de la carretera tomando el sol en su toalla. Al verla tan calmada y distraída pensé que sería una buena idea darle un pequeño susto en venganza de las ultimas bromas que me había hecho.
Me senté en su espalda, más específicamente, en su trasero y me incline hasta quedar en su oído para poder hacerle cosquillas con mi mano. Ella se sobresaltó e intentó tirarme, pero la posición en la que estábamos me daba un poco de ventaja. Volví a inclinarme hasta tu oído pero antes de tener tiempo de hacer algo mas, Dinah me tiró a la arena con toda su fuerza y clavó su mirada asesina en mi.
— Nunca más vuelvas a hacer eso si quieres graduarte de la universidad, ¿entendiste? — Me advirtió, en un tono que a cualquiera intimidaría.
— Nah— remedé llena de burla.
— ¿Qué dijiste?— Preguntó levantando su ceja izquierda.
— Que te quiero.
— Así me gusta. — Sonrió com satisfacción— ¿Dónde estuviste todo el día?
—Por ahí...
— ¿Dónde es eso?
— Estuve en el centro comercial, Dinah— respondí de manera impaciente. No me gustaban sus interrogatorios.
— ¿A cuál fuiste?
—Basta, Dinah, estas peor que mi mamá. Prometimos que viajaríamos juntas pero que nos daríamos algo de espacio, ¿lo recuerdas?
Ella asintió.
— Solo me preocupo por ti, Camila— murmuró molesta. Tomó su bolso y sacó de el un short y una camiseta que le quedaba un poco ancha. Se vistió y empezó a recoger sus cosas, en señal de que ya se iba.
—Estaba con alguien—dije, tratando de que eso aliviara un poco la tensión que había en el ambiente.
— ¿Tuviste una cita?— Preguntó con interés y supe que tal vez no estaba tan enojada como yo pensaba.
— Solo estábamos almorzando— susurré, sabiendo que de solo decirlo iba a terminar sonrojada.
— Suena como una cita para mí.
— Es solo una amiga. Ni siquiera creo que le gusten las chicas.
Dinah terminó de recoger sus cosas y la ayude a cargarlas, de ahí nos dirigimos a un Starbucks que estaba al frente a la playa, y un rato después nos fuimos a casa de sus tíos, donde nos estabamos quedando durante el verano.
Suspiré pesadamente mientras íbamos en el auto, pensando en cómo habíamos planificado este viaje para relajarnos un poco pero todo lo que yo había hecho desde que había llegado a Los Ángeles, habia sido meterme en enredos que ni yo misma era capaz arreglar.
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made up; camren
RomancePara Lauren Jauregui, las palabras y promesas se habían vuelto vacías. Toda su vida había estado rodeada de personas falsas que se le acercaban solo por su fama. En este punto no confiaba ni en su propia sombra, pero sin darse cuenta deja entrar a a...